Maria Andrés. Foto: Sofía Zaragoza.

Soy Maria Andrés, actriz, payasa, creadora y un montón de cosas que soy sin acabar de ser. En la vida, me dedico a adulterarme lo menos posible para poder seguir jugando. Me encanta reír y hacer reír, pero la realidad es que lloro hasta con la música de fondo del anuncio del Trombocid. La gente me conoce por mis audios de whatsapp de 15 minutos. No he comprado una sola cosa por Amazon en mi vida. Me emociono viendo la luz del sol a través de las hojas de los árboles. Tinder me pone triste. Trato de tener lejos a Hacienda y cerca a quien quiero. Tengo tantas ganas, que algunas se me quedan en stock por falta de tiempo. Me apasionan las personas y todo lo que no se me da bien. Prefiero lo sencillo a los fuegos artificiales. El arte, en todas sus formas, me pone los pelos de punta. Creo que las cosas “inútiles” tienen un poder transformador de la hostia. Estoy aprendiendo a escalar y a decir que no.

Los días 11, 12, 13 y 14 de mayo estaré con mi última creación, Límit, en la Sala Ultramar. Me moriré de vergüenza si vienes, pero ven.

Una canción:

“A la vida”, de Maria Arnal y Marcel Bagés. Me arde algo dentro cada vez que la escucho. Abrazar la vulnerabilidad y montar una revolución. Menudo planazo.

Una película:

Antes del amanecer, de Richard Linklater, es, quizás, la última de mis películas preferidas que he vuelto a revisitar. Me gusta la poesía que hay en la falta de acción. Y, sí, me declaro abiertamente moñas.

Mi yo adolescente te diría que Amélie Poulain le cambió la vida.

Mi yo niña, sigue intentando doblar cucharas con la mente como Matilda. Y lo peor es que cree que lo consigue.

Un montaje escénico:

Comissura, de Patricia Pardo, fue el primer click a muchas cosas. Gracias, gracias, gracias.

KAMCHÀTKA, de la Cia.Kamchàtka, me abrazó por las calles de Barcelona. Joder, qué cosas más bonitas hace esta gente. Cuánta poesía se nos pasa de largo en el día a día.

MDR, de Los Galindos. Tuve la suerte de verlo en primera fila y temer por mi vida. Pocas veces ve una un espectáculo y se va a casa con la experiencia de haber sobrevivido. Literalmente.

Una exposición:

Joan Miró, orden y desorden, visitó el IVAM hace unos años y me tocó de algún modo simple y extraño. “Forma es nunca considerar la forma”.

Un libro:

Demian, de Hermann Hesse. No es mi libro preferido, pero le guardo especial cariño por lo que significó leerlo en ese momento en que todavía eres niña, pero ya te piden ser adulta.

El sacrificio como acto poético, de Angélica Liddell. Qué te voy a decir de esta señora. Pocas veces lee una a alguien y cierra el libro con la experiencia de haber sobrevivido.

Una serie:

Stranger Things. Yo, que siempre llego tarde a todo y vivo en diferido, estoy viéndola ahora con una amiga. Siempre me quedo a dormir. No me atrevo a volver a casa pedaleando. Por si acaso.

Un podcast:

No escucho ningún podcast. Igual si comprara por Amazon, me daría tiempo.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?

Dalí. Me parece bastante surrealista que me retraten. Pero si está muy solicitado, mi amiga Sofi.

Una comida:

Los macarrones con bechamel de mi madre.

Un bar de València:

La Mandrágora. Qué alegría que en el mundo sigan existiendo proyectos así.

Una calle de València:

El carrer dels Cavallers.

Un lugar de València que ya no exista:

El antiguo edificio del Teatre Escalante. Sigue existiendo sin existir. La puerta al mundo del teatro de tantas niñas y niños.

¿Con quién te tomarías un vermut?

Con alguna persona maja que al acabar me acompañara hasta la puerta de casa. Porque, yo, con medio vermut no me puedo levantar ni para ir al baño.