Me llamo Rebeka Catalá y como agradezco momentos reflexivos alrededor de una mesa, estoy encantada de compartir este vermut.
Me formé en Bellas Artes, donde enfoqué mi creatividad en la escultura y el dibujo, pero a día de hoy sigo siendo estudiante en ambas disciplinas. He trabajado en cosas la mar de variopintas, con la suerte de que en todas ellas he podido desarrollar algún proceso artístico.
Formo parte de una colectiva de artistas, todas mujeres, interesadas en hacer llegar el arte contemporáneo a aquellas partes donde habitualmente no se acerca. Colectiva 27, nuestro nombre y objetivo, proviene del artículo 27 de la declaración de los DDHH.
Soy profesora y tengo un curioso interés en el cambio constante; personal, procedimental y de mirada; lo que me facilita muchas tareas. Una de ellas es compartir ritmos y aventuras en una batucada con mucha energía y llena de gente bonita, Alí-Maimó, que me permite sentir que la música también forma parte de mi vida.
Desde hace varios años coordino uno de los eventos artísticos de la ciudad. Junto a Arístides Rosell, facilitamos que la creación artística en el barrio de Ruzafa se sociabilice, abra las puertas y muestre los entresijos y procesos que lo mantienen vivo, activo y posible. Russafart es mi pequeño gran estímulo y me ofrece la posibilidad de explotar mi capacidad de gestión cultural. Antes desconocida, ha resultado ser muy útil y me siento orgullosa por ello.
Mi pasión por Russafart proviene de lo importante que es para mí crear y lo artístico, pero también de lo auténtico que es, aparentemente sencillo y agradecido. Allí me siento parte de una gran familia y ahí sigo, ayudando a mantenerlo, fomentando la posibilidad de sentir la creación desde dentro y de comprender algunas cosas, o muchas.
Una canción:
Me escondo cuando me preguntan esto, soy incapaz de recordar los títulos de las canciones. Si las escucho y las reconozco canto la letra con mucha facilidad, casi da igual el estilo, todo me llega, pero el título, ¿…?
Una película:
Llevo un buen rato bailando entre Mi vecino Totoro y Pequeña Miss Sunshine, pero La leyenda de Bagger Vance no me canso de verla, me inspira sobremanera.
Un montaje escénico:
Poi de Cia d’es Tro, sus giros y su sensatez me cautivaron.
Una exposición:
Solares, en la Bienal de Valencia 2003. Tuve el placer y la gran suerte de participar en el montaje de esa bienal, con una empresa de la que formaba parte. Entre otras cosas, atendimos y nos ocupamos de las instalaciones que se hicieron en los solares del Carmen. No lo olvidaré jamás, fue intenso y complicado, pero gratificante, emocionante, divertido y único.
Un libro:
El curioso incidente del perro a medianoche y Waslala. Cada una situada a un lado de mí.
Una serie:
Gambito de Dama, nunca ha llegado a acabarse, vuelve a mi cabeza constantemente.
Un podcast:
Los podcasts aún no forman parte de mi vida, aunque estoy segura de que pronto entraré en su universo y me encantará.
¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?
Rebecca Dautremer, de cuerpo entero, por favor.
Una comida:
Arròs al forn, el plato que nunca me cansa y si no puedo tener, deseo insistentemente.
Un bar de València:
Ubik Café, un sitio al que tengo mucho cariño, por el lugar y por quien lo regenta.
Una calle de València:
Una no calle, La sequia del Gas.
Un lugar de València que ya no exista:
La clínica de bebés y su escaparate lleno de muñecas rotas.
¿Con quién te tomarías un vermut?
Con amigas y amigos, aunque a veces me imagino de tardeo con un grupo de artistas de diferentes épocas y un vermut iría muy bien. Especifico por si las moscas, artistas, sin cerrar género.