VikPamNox. Foto: Bikus.

Soy Víctor García Muñoz, conocido en los mundos musicales y audiovisuales como VikPamNox, por algo que contaré si en algún momento me entrevista alguien. Me dedico a la fotografía, tanto musical como corporativa, al vídeo, tanto de directo como videoclips y vídeos a empresas con las productoras Fan Fatal y Nanuk, y al diseño gráfico. En mis ratos libres subdirijo (¿está bien dicho esto?) la web cultural La Gramola de Keith y vendo cartas Magic a personas incautas en internet.

Aunque soy natural del centro de ese Triángulo de las Bermudas que forman L’Eliana, La Pobla de Vallbona y Ribarroja, ahora mismo vivo en Madrid con mi pareja Amanda y una gata y un gato, Ciri y Pupín.

Dejé mis estudios de Ingeniería en Diseño Industrial en la UPV por acabar infernalmente quemado, aunque guardo conocimientos y buenas memorias de esos años. Soy autodidacta en la mayoría de aspectos de mi vida y no me canso de aprender, aunque soy cabezota hasta decir basta. Me gusta tener a la gente que quiero cerca, aunque a veces no sea capaz de dejarlo todo lo claro que me gustaría.

Verlanga me ha avisado que esto tiene que salir rápido, así que mientras me acabo este burrito, voy contestando.

 

Un disco: Desde que tengo uso de razón, mi mundo ha estado rodeado de música, y mis gustos van de Dylan a The Prodigy, pasando por Foo Fighters, Queens of the Stone Age o Led Zeppelin, pero me vienen demasiados discos a la cabeza. Como generalmente no puedo quedarme con uno, los últimos dos discos que me han roto la cabeza han sido el último de IDLES Ultra Mono, y el de una banda de chavales majetes que conocí por Instagram, británicos también: False Heads, el disco se llama It’s All There But You’re Dreaming. De la terreta, me quedo con la tríada del amor, Handle This de Laverge, Mayday! de Johnny B. Zero y Tornado de Badlands.

Una película: La de mi infancia Toy Story, mi favorita Memento y las infravaloradas Bronson y todas las de Martin McDonagh. Los Coen, Tarantino, Scorsese, Ritchie y Fincher siempre estarán en mi corazón.

Un montaje escénico: La llegada del hombre a la luna.

Una exposición: Las que no vi cuando fui de gira a Estados Unidos junto a Laverge en diciembre de 2019.

Un libro: Cosas que los nietos deberían saber, con Mark Oliver Everett uniendo música, letra y vida. Recomendable para cualquier persona, humana o no.

Una serie: Breaking Bad siempre será mi predilecta, y de las últimas que he visto, The Boys es un seguro de vida.

Una serie de animación: Gracias a mi chica, Amanda (a.k.a. Derry of the Veil) profundicé hace un tiempo en el maravilloso mundo del anime psicotrópico con Evangelion y descubrí esa manía que tienen los japos a la hora de hacer series de animación, en las que siempre el mundo se acaba, o les atacan, o les invaden. Cuánto daño hizo Franklin D. Roosevelt, joder.

Una revista: Nunca he sido muy asiduo en cuanto a la compra de revistas, aunque sí hubo una época en la que fusilaba todas las Kerrang, Metal Hammer, Heavy Rock y Rolling Stone de los kioskos. Me enseñaron mucho sobre música, en mi incipiente pubertad, y sus fotos acabaron siendo una cenefa que rodea la habitación de la casa donde crecí. Muchos de mis conocimientos musicales salieron de esas revistas, que tristemente carecían de contenido original, pero que para conocimientos básicos y descubrimiento de bandas para un chaval que (afortunadamente) salía a rastras de la generación 40 Principales para adentrarse en el mundo del rock, el punk y el metal, vino bien.

Un icono sexual: Brody Dalle.

Una comida: Arroz. Cualquier variante me sirve. Arroz al horno, paella, arroz frito, arroz caldoso, arroz inflado, arroz. Arroz. ¿Arroz? Arroz.

Un bar de València: El difunto Cerati Café. El único café de máquina que no me hacía ir al baño en 30 segundos. Los mejores postres de Valencia. La mejor gente de la Plaza del Cedro.

Una calle de València: Erudito Orellana, concretamente el número 12. Y el Pasaje Doctor Serra.

¿Con quién te tomarías un vermut? Tarantino podría contarme más de un truco, y Dave Grohl también sería un buen compañero de almuerzo. Aunque realmente no me gusta el vermut, detesto todos menos este de Verlanga, que es maravilloso.