Virginia Lorente. Foto: Eva González .

Me llamo Virginia Lorente y soy, a ver qué soy, porque hace unos días Eva me dijo que en el instituto le habían preguntado en no se qué formulario, profesión de tu madre, y que no había sabido muy bien que contestar…

-Mamá, ¿tú que eres?
-Arquitecta, hija, arquitecta, que es el único título que tengo.

Aunque en realidad desde hace ya casi una década me dedico a la ilustración, profesión que me hace muy feliz. Bueno, y según la Agencia Tributaria en mi situación censal, también soy fabricante textil, editora, pintora, escultora, ceramista y artesana y en el día a día también tendera, mensajera, … ahora a esto le llaman ser poliédrica, que suena mejor que lo que a mí me viene a la cabeza ahora mismo.

Así que la próxima vez que Eva me pregunte, mamá ¿tú que eres?, le diré que soy una mujer poliédrica del siglo XXI… y ella pondrá los ojos en blanco y resoplará. Seguro.

También soy la madre de @typicalvalencia proyecto que creé en 2013 con muchas ganas, porque me apetecía contar las cosas de otra manera, explicar nuestro patrimonio desde el diseño y la ilustración, crear un producto que transmitiera nuestra identidad, ¡que locura parecía entonces! con lo sensato que resulta explicarlo ahora… Son ya casi 9 años y creo que lo hemos conseguido junto con mis queridas María y Malena, que no sabría que hacer sin ellas, con dos tiendas, colaboraciones chulas, infinitas anécdotas y mucha ilustración.

 

Una canción: “Ese pedazo de onda”, de Les Biscuits Salés, para mí no es una canción, es un himno que nos acompaña a un buen grupo de amigos desde hace más de 20 años y que cuando la cantamos parecemos una tribu invocando a Manitú, me evoca tan buenos momentos que, sin duda, sería un indispensable en la playlist de mi vida.

Una película: Eso es imposible, son muchas, ¡muchísimas! Pero bueno, en las fechas que estamos confesaré un ritual que me ha acompañado durante toda la adolescencia. Cuando llegaban las vacaciones de Navidad me encerraba una tarde sola en la salita de casa y veía El Padrino I y II, del tirón, sin pausas, 6 horas de éxtasis. Me la sabía y me la sé de memoria, cada secuencia, cada frase, … es como esos discos que tienes rayados de tanto escuchar y que no puedes evitar cantar. Cuando estudiaba COU estrenaron El Padrino III, uf! creo que nunca he ido al cine tan nerviosa. Hace unos años escuché una entrevista a Francis Ford Coppola en Fresh Air, en la NPR, donde contaba cómo le convenció un amigo guionista para cambiar el inicio de la película, que yo creo que ese inicio se ha convertido en una de las escenas más icónicas del cine. Habría que hacerle un monumento al amigo.

Un montaje escénico: Yo es que tengo una vocación frustrada y es la escenografía, creo que es la disciplina que aúna arquitectura, diseño, arte, literatura, …me parece fascinante. Recuerdo en concreto una obra de Henrik Ibsen, Un enemigo del pueblo, en el CDN dirigida por Gerardo Vera. Bueno, es que la obra es brutal, y da para infinitas tertulias y si son con unas birras mejor que mejor, pero el montaje era increíble, la escenografía minimalista, expresiva, conceptual… ¡tremenda! Yo pensaba, ¿cómo se puede contar tanto con tan poco?

Una exposición: Pues no fue una exposición en concreto, fue la primera vez que visité la National Gallery, tenía 17 años, ese verano estaba allí estudiando y fui sola a visitar el museo, ¡menos mal! Porque recuerdo entrar en la sala de Van Gogh, ver Los girasoles y echarme a llorar como una madalena jajaja, no podía parar, solo pensaba, ¡Qué vergüenza por Dios! Y Un baño en Asnières, de Seurat; una vez soñé que estaba dentro de ese cuadro, sonaba la banda sonora de Mark Knopfler, “Last exit to Brooklyn” y yo me quería queda a vivir allí… y ahí estaba ese día, delante de mí y yo sin poder meterme dentro. Bueno, yo qué sé, son esas obras que llevas toda la vida estudiando impresas en libros y cuando, por fin las ves resulta que son de verdad y hasta parece que respiran.

Un libro: No digas que fue un sueño, de Terenci Moix…una barbaridad


Una serie: Venga, pues sigo con lo mío y diré Los Soprano porque creo que fue la primera vez que sentí “adicción total” por una serie, además era un momento en que esto de ver series era de raros, si le decías a alguien, ¿has visto The Wire? y te decía que sí, era como saberse la contraseña secreta y ya podías compartir tus rarezas. Ahora eres rara si no las ves. Yo creo que el tema está un poco saturadito y no, no he visto el Calamar. Bueno, volviendo al tema, que me fascinaban los personajes, Toni, sus esbirros, su madre, su mujer Carmela. ¡Ay Carmela! qué maravilla.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato? ¿Un retrato? Ada Diez, me requeteflipa su estilo, tan diferente al mío que me resulta inalcanzable, quiero verme con una nariz de esas que me lleva a la infancia, con toda la energía que destilan sus ilustraciones. Además compartimos orígenes, aunque en generaciones distintas, estoy segura que sabría captar esa parte importante y compleja de nuestras vidas.

Una comida: A mí me dices que hoy hay para comer arròs al forn y me pongo nerviosa, se convierte en un día de fiesta, y eso que tengo que renunciar a algunos de sus ingredientes por esta gastritis crónica que me acompaña toda la vida…pero, para mí, es el plato estrella. Aunque no puedo dejar de mencionar mi fascinación por ese elemento de nuestra gastronomía que supone la resurrección de las sobras y un ejemplo de sostenibilidad ambiental incomparable …la croqueta. Esa carne del puchero, ese pollo de la paella que ya nadie quiere… se encuentran con una bechamel espesa, un buen empanado y dejas que se produzca el milagro.

Un bar de València: Pues voy a aprovechar para recordar con mucha melancolía El Alhambra, que era mi bar, que sí, que ahora está abierto y se llama igual pero ya no lo es. Justo hace unas semanas me encontré con Placen y Benito y nos alegramos muchísimo de vernos, yo de comprobar que ella estaba bien y que se había recuperado y ellos de que les echáramos tanto de menos, a ellos y a sus tortillas. Así que ahora soy del Rojas Clemente, a tope. Más bonicos no pueden ser. ¡Vivan sus torrijas!

Una calle de Valencia: Carrer dels Cordellats. En el extremo hay unos pilones con una cadena, hace años una señora muy pequeña vivía en esa calle, en la planta baja. Su casa se había quedado hundida de los repavimentados de la calle. Tenía varios gatos y a veces la encontrábamos en la calle, apoyada en el pilón de piedra; nos daba mucha risa porque era igual de alta y solo sobresalían los brazos, así que desde detrás parecía un pilón con brazos. Charlábamos un rato y yo fantaseaba pensando que era una gárgola de la Lonja que había cobrado vida…me lo llegué a creer completamente.

Un lugar de València que ya no exista: Muchos. Hace poco rescaté de un disco duro unas fotos de los paseos que me daba por el barrio cuando nació mi hija mayor, me colgaba la cámara y a perdernos por Ciutat Vella, porque me perdía siempre. Creo que la tarde más surrealista fue la que pasé con Paco el Taxidermista, en la Calle Ercilla, allí estábamos los tres, rodeados de animales disecados que nos miraban fijamente mientras Paco me contaba todas sus hazañas y yo pensaba, pero ¿cómo puede ser esto? ¿Quién me manda a mí…?

¿Con quién te tomarías un vermut? Si ella se toma muchos y se pone en plan “in vino veritas” con Esperanza Aguirre… Mare de Déu Senyor, sería increíble.