Remi Carreres es una institución musical en Valencia. Pero lejos de quedarse anclado en el pasado o vivir de las rentas, mantiene en forma su pasión por la música y el interés por cualquier nuevo tipo de sonido. Conoce bien la ciudad porque ya son muchos años en ella. Es pues una voz autorizada para seleccionar 5 sitios de la misma que no hay que perderse.

Foto: Stella Blasco Berlanga.

Foto: Stella Blasco Berlanga.

Me llamo Remi Carreres, me dedico a hacer música, en los 80 fui parte de Glamour y Comité Cisne, en los 90 me trasladé a Madrid donde trabajé como técnico de sonido y músico, en 2003 comencé a explorar los territorios del dark ambient y otras músicas extrañas bajo el nombre de Jean Montag, volví a instalarme en Valencia hace 5 años. 2014 es un año de cambio y vuelvo a centrarme en varios proyectos de música pop que espero salgan a la luz dentro de unos meses. No he nacido en Valencia, pero he pasado la mitad de mi vida en ella, supongo que aquí están la mayoría de mis raíces, aunque a veces siento que estas no son muy profundas. Mantengo una relación de amor/odio con Valencia. Su clima, el pausado ritmo de vida, el tamaño moderado, el ser una ciudad mediterránea, hacen de ella una ciudad amable. La suciedad, el ruido, los delirios de grandeza, son particularidades del «cap y casal» que a veces llevo muy mal.

Estos son mis 5 lugares favoritos de Valencia a día de hoy:

Playa del Perellonet.

Los años que he vivido fuera de Valencia lo que echaba más en falta era la cercanía del mar, saber que está ahí,… no soy playero en absoluto, pero a veces, estar sentado en la orilla, un día de sol otoñal, sintiendo y observando el mar, es uno de mis remedios para el alma. El trayecto de carretera desde El Saler hasta la entrada del Perellonet siempre me fascina, hay una gran cantidad de recuerdos y sensaciones que vienen a la mente cada vez que hago este recorrido. Además de estas causas, hay una razón mucho más íntima y personal por la que la playa del Perellonet siempre ocupará uno de los espacios más queridos y trascendentales en mi vida.

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Fotos: Diego Obiol.

Fotos: Diego Obiol.

Jardín del Turia.

Hace unos años, mirando por la ventanilla de un avión mientras despegábamos desde Manises, me impresionó una gran franja verde que cruzaba la ciudad. Como soy muy despistado tardé unos segundos en darme cuenta de que se trataba del antiguo cauce del Turia. A vista de pájaro me di cuenta de su belleza y de lo necesario de su labor como pulmón verde de la ciudad. Me ocurre lo mismo que con la playa, no bajo a hacer deporte al río, ni a pasear, exceptuando algunas veces en las que bajo al perrete para que coma hierba y se purgue, pero aprecio mucho todo lo positivo que aporta a nuestro entorno.

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Fotos: Diego Obiol.

Fotos: Diego Obiol.

Terraza del Café Museu.

Conocí el Café Museu hace mucho tiempo, cuando se llamaba El Racó, solíamos ir a tomar un «chato» de vino cuando salíamos del instituto, recuerdo que tenían una máquina de discos en la que abundaban los discos de Raimon, Llach, la Bonet, y otros del mismo estilo, pero también estaban «Born to be wild» de Steppenwolf, y «Lay lady lay» de Dylan, que sonaban en bucle mientras estábamos allí. Décadas después sigue conservando el encanto que siempre tuvo. Al estar situado en una calle casi peatonal, la tranquilidad que ofrece la terraza es perfecta para poder mantener relajadas charlas con los amigos, ultimar los detalles de una sesión de grabación antes de subir a mi estudio casero, o simplemente disfrutar de una caña al atardecer en un caluroso día de verano.

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Fotos: Diego Obiol.

Fotos: Diego Obiol.

Sala Russafa.

Mi sala favorita de la ciudad, un espacio con una amplia oferta cultural más que interesante, y una apuesta por los conciertos en directo en un lugar muy cómodo, con una visibilidad perfecta. El dinamismo del barrio de Ruzafa sale muy reforzado con las propuestas de la Sala Russafa, sesiones matinales para niños, obras de teatro muy bien elegidas, talleres de interpretación, exposiciones en su bar, y conciertos presentación de las propuestas más interesantes y actuales del pop hecho en Valencia. Excusas perfectas para acercarse a una sala en la que te sientes como en casa gracias a la amabilidad y cercanía de su equipo humano, que consigue el pequeño milagro diario de mantener una actividad cultural independiente.

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Fotos: Juan Terol.

Fotos: Juan Terol.

La Finca Roja.

La rareza arquitectónica de Valencia, nuestro particular «edificio Dakota», no puedo dejar de admirarla y de imaginar mil escenarios diferentes cada vez que paso delante de ella. Creo que ningún edificio de Valencia posee tanta personalidad, afortunadamente sigue siendo un espacio habitado, y ahí reside, para mí, su encanto. Si se hubiese reconvertido en un edificio oficial, sería un lugar aséptico y anodino como tantos que hay en nuestra ciudad.

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Fotos: Miguel Ángel Puerta.

Fotos: Miguel Ángel Puerta.