Lo contaba el gran Rafael Martínez Gandía (València, 1907-Madrid, 1973) en las páginas del número 40 de la revista Crónica (17/08/1930). Con la dosis justa de ironía y asombro. Y al final de un artículo que hablaba de otro asunto. Martínez Gandía explicaba cómo había ido evolucionando el traje de baño femenino en los últimos años en la playa de Las Arenas. Desde que «una vedette del género frívolo» fue la pionera en llevar «un maillot de color rojo rabioso» que hizo que «la ciudad entera se conmoviera» hasta la naturalidad con que ese año (1930) se lucía la prenda.
En un momento dado del artículo, el periodista y fotógrafo valenciano escribía «Valencia se moderniza a pasos agigantados» para cinco párrafos después añadir un no-obstante. «En Valencia falta todavía una valla que derribar para que la nueva, la auténtica moral, pueda cantar victoria. Esa valla es, precisamente, la que separa en Las Arenas el lugar destinado a las mujeres del de los hombres». A continuación, calificaba de «verdadero triunfo» haber podido conseguir el permiso necesario para acceder junto, con el fotógrafo Sigüenza, a la parte femenina de la playa para poder realizar la fotografía que (entonces y ahora) encabezaba la pieza periodística.
Una fotografía que, como era marca de la casa en José Cabrelles Sigüenza (la suya, por cierto, es una de esas vidas que piden a gritos que alguien escriba sobre ella), parece hecha desde la pequeña altura que le proporcionaba la escalera de mano que casi siempre le acompañaba en su trabajo. El artículo (entonces y ahora) se cerraba con una segunda instantánea suya en la que se veía a una bañista con el comentado maillot, al tiempo que capturaba la parte final de la valla separadora.