Nuestro recorrido musical por Valencia hace parada en las calles del distrito de Campanar, concretamente en el barrio de Les Tendetes. Observado desde las alturas, su dibujo parecería más propio de un niño aburrido que de algún responsable urbanístico. En dos de sus lados limita con Menéndez Pidal y la avenida Burjassot. El resto es un jeroglífico cuya solución no viene en las últimas páginas de ningún periódico.
Pasear por Les Tendetes es toda una experiencia. Cuando uno menos se lo espera, surge una anomalía en el paisaje. Lo curioso es que da la sensación que la propia ciudad las ha incorporado y nadie se espanta. Sin embargo, cuesta creer que no se tomen las medidas necesarias para corregirlas. Por ejemplo, en la intersección de la calle Mauro Guillén con Vall de Laguar hay una escalera y una valla para proteger del desnivel de la primera de las vías mencionadas, que ha acabado generando un pequeño aparcamiento inconcebible. O el callejón sin salida y en pésimas condiciones higiénicas que hay al lado del Teatro Flumen. Aunque el primer premio es para la calle Ricardo Micó. Dudo que exista otra en Valencia con un recorrido más psicotrópico. Decir que es irregular es quedarse corto. Mención aparte merece su cruce con Joaquín Ballester (y no sólo en ese tramo) en las que el concepto accesibilidad para personas con discapacidad brilla por su ausencia. Un misterio tan grande como las canciones de Grouper, que funciona como banda sonora circunstancial perfecta en estos momentos.
Otra mutación urbanística extraña surge en la Plaza Poeta Salvador Rueda, en la que el concepto de plaza como tal desaparece por obra y gracia del impresionante edificio que acoge la Parroquia de Resurrección del Señor y que ocupa todo el centro de la misma. Que me perdonen sus fieles, pero la ubicación, las dimensiones e incluso los alrededores serían el entorno ideal para un concierto de M.I.A.
Hay más expedientes X, pero lo cierto es que llegan a resultar acogedores, como la calle Ramón Llin, una pequeña vía interior a la que se accede por ambos lados por unos arcos, quedando enclaustrada y que seguro tiene la acústica ideal para pequeños sets de grupos como Neleonard o Renaldo & Clara.
Es Les Tendetes un barrio que combina una parte humilde y trabajadora como Los Enemigos, con calles que toman su nombre de diversos tipos de embarcaciones, con otra que mantiene una modernidad propia de los años setenta (ese desfase temporal retrotrae a grupos como Blur o The Verve, de otra década posterior, pero que comparten cierta frescura de alcanfor). Llama la atención la cantidad de hornos que hay (alguno muy bueno doy fe) y que ninguno luzca ese look moderno que parece haber fagocitado a casi todos. Como en cualquier otro lugar de la ciudad hay una verdadera batalla del quinto a 1€. Despierta una sonrisa el nombre genuino de algunos bares como el Bora Bora o el Papillón.
En un fragmento de la mencionada Ricardo Micó está la sala 16 Toneladas que tanto está haciendo por la música en directo en Valencia y en la que sería un sueño ver a Ty Segell o a Harlem. Con más años a sus espaldas está el antiguo Cine Flumen (que en latín significa río, no hay que olvidar que Les Tendetes fue un barrio muy afectado por la riada del 57), hoy reconvertido en teatro, puro teatro que cantaba La Lupe. Cuenta con una terraza exterior para tomar algo con unas vistas que combinan el desagradable y monumental edificio del Prop, con unas relajantes palmeras que le confieren cierto aire tropical, tanto que en cualquier momento puede aparecer Caetano Veloso susurrando. Más allá se encuentra un parque en el que la chiquillería juega sin descanso, mientras los jubilados ven pasar la vida sentados en los bancos. Todo muy colorido, como si fueran protagonistas de una canción de Wild Honey.
http://open.spotify.com/user/vivaverlanga/playlist/2wg0JORBaVn1b1zJMVLAaH