Llegamos antes de hora a casa de Laura y Roberto. Entramos en un bar enfrente de su patio para hacer tiempo. Es un mesón de esos que proliferaron en los años ochenta. Grande. Ha envejecido mal. Seguramente vivió tiempos mejores y ahora intenta mantenerse en pie renqueando. Es uno de los muchos bares que regenta personal asiático. Han mantenido el nombre e incluso parte de la carta, pero la sensación de decadencia, e incluso de abandono, lo convierte en una especie de gigante agonizante. Dentro, un par de hombres, posiblemente parroquia antigua de aquellos tiempos en que los viernes por las noches se llenaba de matrimonios con ganas de permitirse el lujo de una cena que les abría la puerta a un status superior en el barrio. Uno de los hombres juega desganado a la tragaperras. El otro apura un vaso de vino antes de pedir otro. Dos cortados descafeinados en la terraza. No, no tienen azúcar moreno, pero ofrecen sacarina. Pagamos, nos levantamos y miro con cierta ternura el cartel del local. Por un momento, me parece oír una voz que susurra: «Yo era mesón».

Foto: Eva M. Rosúa

Foto: Eva M. Rosúa

Laura nos recibe sonriente. Precisamente las risas serán protagonistas de nuestra conversación. La casa es acogedora. Ellos más. Dos peces seguirán atentos nuestra conversación entre retratos en la pared y la sensación de habernos dejado las prisas en el rellano de la escalera. Curioso como en apenas tres minutos hemos canjeado un ambiente derrotado por otro esperanzado. Laura y Roberto forman Uke, un dúo musical que se proyecta más allá de sus canciones. Si uno se fija bien en ellos puede ver flotar a su alrededor todas esas referencias (Arthur Rimbaud, Gertrude Stein, Jean Cocteau, Dan Fante, Oscar Wilde,…) que les gusta compartir en las redes sociales. Se nota en sus palabras, en la forma que van vestidos, en la manera de colocar las cosas en la mesa, en la pasión que confiesan por el vino («No podríamos vivir sin vino», apunta Laura), en esa querencia por la cultura japonesa que se les ha adherido incluso a los gestos.

Uke tiene nuevo disco. Un precioso vinilo, «Yo era cigarro», en el que Roberto y Laura se muestran con la misma naturalidad que esta tarde de domingo. La charla continuará una vez se apague la grabadora. La situación económica ocupará la mayoría de esa segunda conversación. Días más tarde aún habrá un nuevo encuentro en el que Roberto tiene un precioso detalle con nosotros. Pero esa es otra historia. Una de las muchas que uno puede contar después de pasar unas horas con ellos.

¿Sabéis que hay unos diseñadores que, también, se llaman Uke?
Roberto Martin- Sí, sí, Laura lo descubrió en una tienda.

Laura Soriano- Lo vi en una tienda y me hizo mucha gracia.

Roberto- Buscamos por internet y vimos que también eran de Valencia.

¿También son de Valencia?
Laura- (risas) Sí. Después de descubrirlos en una tienda, les escribí y resulta que son de aquí. Pero no nos conocemos de nada.

No sé si alguna vez os habéis planteado cambiar de nombre, pero esta coincidencia podría ser una buena excusa, aunque está claro que vosotros os llamabáis Uke antes que ellos.
Roberto- Sí que habíamos pensado, alguna vez, en cambiarnos el nombre…

Laura- Pero no por ellos (risas).

Roberto- No, claro. No por ellos. Uke es un nombre que, a veces, me pregunto… ¿en qué momento pusimos este nombre?(risas). Es que es un nombre que, en realidad, tampoco me dice nada.

Laura- Fue un poco como «vamos a llamarnos de alguna forma», y en ese momento lo elegimos. Pero ahora no lo haríamos (risas). Pero también como llevamos muchos años, no sé, … es que claro todos los discos, toda la gente que te conoce,… pero creemos que … morirá (risas).

¿Y habéis pensado en otros posibles nombres?
Roberto- No, no hemos barajado ninguno. Pero igual sí que en el próximo disco cambiamos de nombre. O ya veremos. Pero es que este nombre puede que ya no tenga mucho sentido.

Foto: Eva M. Rosúa

Foto: Eva M. Rosúa

Roberto, tú empezaste con Niza, grupo adscrito a ese pop melódico y efervescente (mal llamado tontipop) que emergió a finales de los 90 y que tuvo cierta repercusión y muy buenas canciones. Llegásteis, incluso, a telonear a Lambchop.
Roberto- Sí. A Lambchop y a un montón de grupos.

Incluso hicisteis gira por Japón.
Roberto- Sí. Ya no existíamos como grupo, pero teníamos distribución allí. Surgió la posibilidad de ir a tocar y juntamos el grupo para esas actuaciones. Con Uke también hemos ido.

¿Qué recuerdos tienes de aquellos años con Niza?
Roberto- Muy buenos. Monté el grupo con 23 años, Silvia (Sanz, 50 % restante de Niza) era mi pareja entonces e intentas hacer lo que te gusta. Vas descubriendo mogollón de cosas. Fue todo muy rápido. Hicimos una maqueta con las primeras canciones, las mandamos a Elefant, enseguida nos ficharon, salimos en el programa de Ordovás, en el de Julio Ruiz y en el de Juan de Pablos. Pasamos de estar de un lado de la radio al otro en apenas un par de meses. Grabas, te llaman de un festival, de una sala, te empiezan a pagar por algo que has hecho toda tu vida gratis. Lo recuerdo como una época estupenda. No soy como otros que se arrepienten de sus grupos. A mí Niza me encantan y a veces escucho los discos de nuevo. Es un poco como la vida. Oyes esas canciones y te ves como eras hace unos años. No es la música que ahora haría, pero la hice y estoy muy orgulloso de todo aquello. Y, además, conocí a  mucha gente, gente muy maja, gente no tan maja, y en definitiva fue otra forma de aprender.

Desde fuera dió la sensación que aquella eclosión de grupos duró muy poco.
Roberto- Así fue. Lo mató la gente que estaba dentro. Yo percibía que la gente que estaba allí hablaba mal del movimiento. Las típicas historias de odio y traiciones. Llegó un momento en el que la gente que estaba dentro, no quería estar. E imagino que por ahí vino el principio del fin. Todos los sellos tenían su apartado de pop de este estilo y, de repente, nadie quería tener nada que ver con esto.

Fue en aquellos años cuando Jabalina, por ejemplo, hizo un giro, afortunado, en su catálogo y editó a unos cuantos de esos grupos.
Roberto- Sí, Jabalina tenía sus grupos de ese estilo. Elefant siempre ha seguido una línea muy clara, pero antes también tenía cosas como Automatics. Luego ya nos fichó a nosotros, a La Casa Azul, a Juniper Moon y ha seguido manteniéndose mucho por esa línea. Ahora parece que vuelve a haber un resurgir de grupos en esa onda e incluso citan a Niza como referencia y la verdad es que te sientes mayor (risas).

Laura- Ahora les recuerdan con más cariño que entonces (risas).

Roberto- Yo los recuerdos que tengo de entonces es que no había muy buenas críticas por parte de la prensa. Y ahora veo que para mucha gente el disco marcó una época, entre comillas. Y me choca. Porque nos daban palos por todos los lados (risas). Cómo cambian las cosas.

Laura- Suele pasar cuando algo desaparece.

¿Has vuelto a coincidir con Silvia y habéis recordado aquellos años?
Roberto- Con Silvia dejé de tener contacto después de lo de Japón y luego por facebook hemos retomado un poco la relación. Pero creo que no nos hemos vuelto a ver. Alguna vez que he ido a Barcelona íbamos a quedar, pero ella tiene hijos y son pequeñitos y al final no hemos podido.

Meteosat fue siempre un grupo muy cercano a Niza, ¿no?
Roberto- Cuando sacamos nuestra primera maqueta, Meteosat ya formaba parte de nuestro círculo de amigos. Es más, cuando Borja Prieto y Diana Aller salieron de Meteosat, yo estuve tocando durante un año con ellos. Siempre nos ayudaron mucho. La segunda maqueta nos la produjo Nacho Escolar.

¿Y qué piensas cuándo lo ves ahora en la televisión en las tertulias políticas?
Roberto- (risas) Al principio le mandaba mensajes (risas). Pero hace tiempo que no nos vemos. Recuerdo que cuando íbamos a su casa a ensayar tenía recortes de prensa de su padre Arsenio Escolar. Ya, por aquella época, trabajaba en Informativos Telecinco.

Laura- Pero vamos, que se hace raro verle (risas).

Foto: Eva M. Rosúa

Foto: Eva M. Rosúa

¿A ti, Laura, por entonces, te gustaban Niza?
Laura- No los conocía mucho. Fue casi al conocer a Roberto cuando yo empezaba a descubrir nuevos grupos. Bueno, tampoco es que nos llevemos tanto. Sólo cinco años. Pero, vamos, no los seguía especialmente. Aunque fui a un concierto de ellos una vez y fue allí donde nos conocimos.

Por internet circula esa versión que cuentas sobre como os conocisteis, pero también hay otra, más chula, en la que Roberto indicaba que estuvo un verano tocando la guitarra por bares de París, y que tú ibas muchas veces a verle.
Roberto- (risas) Y si quieres puedo darte ahora otra, totalmente, diferente (risas).

Laura- Tenemos muchas (risas). Pero no, no, en realidad nos conocimos en un concierto de Niza.

¿Creéis que si Niza no hubiera existido, Uke sonaría de otra manera?
Roberto- Creo que, musicalmente, Uke sería lo mismo, porque es la evolución que he seguido como músico.

¿Y en algún otro aspecto te ha beneficiado ese pasado?
Roberto- Por supuesto. Toda la experiencia adquirida con Niza me ha servido un montón. Cuando formamos Uke moví la maqueta por 2 ó 3 sellos y enseguida tuvimos muy buena sensaciones y, al final, nos quedamos con Jabalina. Estoy seguro que si no hubiera tenido el pasado de Niza, les hubiera mandado la maqueta y nos hubieran hecho menos caso. Y a la hora de salir a tocar lo mismo. Además conoces gente del mundillo musical y eso lo facilita todo.

Y, Roberto, si tu primer grupo hubiera sido con Laura, ¿crees que hubiera sonado como Niza?
Roberto- Pienso que no. Cuando formé Niza fue un poco casual. Silvia y yo tocábamos en un grupo y un día en el ensayo faltaron todos y ella empezó a cantar unas canciones que teníamos y me dí cuenta que eso era lo que queríamos hacer. Además, Silvia tenía una forma de cantar muy especial.

Laura- Son momentos distintos. Roberto tendría 23 años por entonces. Era otra persona y quería hacer cosas diferentes a ahora.

¿Y qué grupo era aquel en el que tocábais Silvia y tú, Roberto?
Roberto- Uno en el que había amigos de Alcobendas que era donde yo vivía. Sonábamos en Disco Grande bastante.

Pero, ¿cómo se llamaba?
Roberto-(risas).

Laura- A mí tampoco me lo quería decir (risas).

Laura, ¿antes de Uke habías estado en algún grupo?
Laura- No. Lo mío fue todo casual. Roberto acabó con Niza y empezó a hacer canciones tocando la guitarra y me dijo «quiero oír otro sonido, Laura (risas), Cuélgate el bajo, que en un mes tocamos en el Nasti» (risas).

Te gustaba la música, claro.
Laura- Me encantaba. Iba a un montón de conciertos, pero nunca había tenido iniciativa para tocar. Me vi ahí de repente y ahora no me imagino sin hacerlo.

Para ella fue un cambio radical, pero también para tí, Roberto, que tuviste que ponerte a cantar, algo que no hacias en Niza.
Roberto- Por eso muy al principio de Uke tirábamos más por lo instrumental. No estaba a gusto con mi voz, ni cantando frente a la gente. No tenía seguridad. Así que optábamos más por canciones experimentales. Era un rollo más experimental que ahora.

De hecho, metíais un montón de sonidos.
Roberto- No parábamos de experimentar. Con los ritmos, con portazos, con latas de refrescos, con periódicos, …

Laura- Veíamos sonidos en todos los lados. Todo era un loop.

Roberto- Y luego en los directos ya se nos iba la olla, en plan de que había un cenicero en la sala y lo incorporábamos a la canción.

Laura- Se nos fue un poco la cabeza (risas). Y preparar los conciertos era una locura.

Roberto- Hacíamos previsión de lo que teníamos que llevar. Somos dos y siempre íbamos en tren y no podíamos cargar mucho. Pero siempre acabábamos llevando un millón de instrumentitos pequeños.

Laura- El piano, pedales, teclados,…Llevábamos dos maletas enormes de instrumentos.

Foto: Eva M. Rosúa

Foto: Eva M. Rosúa

Después de vuestro primer disco grande («s/t», 2007) abandonáis Jabalina y optáis por la autoedición con vuestro sello El Milenarismo. ¿Por qué?
Roberto.- Estábamos bien con Tanis (Jabalina), pero llegó una época de bajón, no sabíamos que hacer, no salían más cosas, y como que no queríamos estar en ningún lado. Decidimos tomarnos un tiempo de respiro. Tanis siempre ha estado con nosotros y nos ha apoyado un montón. La cuestión no era salir de Jabalina, sino parar, parar y ver qué es lo queríamos hacer.

Laura- Y no ir a otros sellos, sino en todo caso hacerlo nosotros.

Roberto- Tampoco la música que hacíamos nosotros era fácil de proyectarla al público para un sello. Es un poco difícil de explicar (risas). Era un sentimiento de no saber qué hacer, de necesidad de parar.

Y parasteis.
Laura- Sí, un año más o menos.

Roberto- Fue necesario para saber si teníamos la necesidad de seguir sacando discos. Y pasado un tiempo vimos que sí que queríamos seguir. Pero sacándolo nosotros, con tiradas muy pequeñas y siendo responsables de absolutamente todo. Así creamos nuestro propio sello y la intención de sacarlo todo en vinilo.

¿La intención es abrir el sello a otros grupos?
Roberto- A mí me encantaría, pero cuesta todo tanto.

Laura- Hoy por hoy es inviable económicamente. Nos encantaría, pero…

Roberto- Hay muchos grupos que nos gustan y ojalá pudiéramos editarles un disco.

Como por ejemplo a…
Roberto- Hay una chica que me gusta mucho, de Los Ángeles, que se llama Bella Darling. Es amiga nuestra y lo que hace nos encanta. O también grupos que descubres en internet o facebook  que nos gustan mucho.

«Truco o trato» (El Milenarismo, 2009) se abría con la canción «La teoría del miedo» que protagonizó una campaña publicitaria de Flex. ¿Cómo surgió la colaboración?
Roberto-
Tenemos amigos publicistas. Yo ya había hecho la música para un anuncio de El Corte Inglés y esto surgió igual. Me pidieron 3 ó 4 canciones para el anuncio, pero a última hora dijeron que no les encajaba ninguna. Entonces el creativo se puso a escuchar nuestras canciones y esa le encajó. Pues genial. Y a raíz de eso nos dijeron si queríamos aparecer en el spot y salimos.

¿Tuvo algún tipo de repercusión?
Laura- Vemos que en el bandcamp entra mucha gente buscando esa canción desde México y no sabemos porqué (risas).

Roberto- Y, luego, en algún blog hemos leído que hablaban sobre ella. Y de paso recomendaban los discos de Uke. Pero poco más.

A partir del ep «Los olvidados» (El Milenarismo, 2011) se produce un cambio en vuestra trayectoria. Por un lado, aparecéis en la portada del disco, algo que no había ocurrido hasta entonces. Y por otro, vuestro sonido se vuelve más sencillo, como más desnudo.
Roberto- Ese disco, como dices, fue como una ruptura. Empezábamos a hacer canciones al uso y estábamos hartos de todo aquello de los loops. Además es que de repente vimos a mogollón de grupos haciéndolo y ya no tenía gracia. Así que decidimos hacer canciones con voz, guitarra, con lo mínimo, porque es lo que nos pedían las canciones.

Laura- Nos agobiamos de repente con tanto instrumento y tanta cosa. Y quisimos volver al principio, cuando empezamos en casa. Aunque nunca se sabe si volveremos a lo otro (risas).

Foto: Eva M. Rosúa

Foto: Eva M. Rosúa

Y llegamos a vuestro disco más reciente,  «Yo era cigarro» (El Milenarismo, 2013), donde por primera vez recuperáis canciones de trabajos anteriores.
Roberto- En los tres sigles anteriores habían quedado unas canciones que solemos tocar y nos gustaban. Y dijimos, vamos a cogerlas, vamos a darles una vuelta más en consonancia con el sonido que hacemos ahora y las vamos a juntar, con otras nuevas, que tenemos en un disco.

Laura- Porque aunque en el ep «Los olvidados» ya se había producido ese cambio en el sonido, ese disco sólo salió en formato digital y queríamos grabar al menos, dos de esas canciones («Cuando todo haya terminado» y «Adiós») en vinilo porque nos daba un poco pena que se quedaran en ese formato tan frío.

Os ha quedado un disco que parece que busque la desnudez absoluta de las composiciones.
Roberto- Totalmente. La idea del disco era esa. Que fueran como las tocamos en directo. De hecho, la idea inicial era grabarlas en directo, en una sola toma. Lo único es que era muy difícil de hacer en nuestro estudio. Entonces, lo que hicimos fue grabar por partes, pero en primeras tomas, intentando no repetir. Como si fuera un falso directo. Y que esa sensación se extendiera a todo el proceso. Las voces, están dobladas, pero no llevan ningún efecto. Y que la imagen del disco también fuera así…

Laura- … como nosotros (risas). Son fotos de nuestros viajes. La portada me la hizo Roberto aquí, en casa, antes de salir a dar un paseo un domingo por la mañana. Y la de la contraportada se la hice yo a él en París.

¿Y esa crudeza que tienen ahora vuestras canciones no pensáis que ya estaba antes, pero que los numerosos efectos que adornaban las composiciones la ocultaban?
Roberto-
Antes, cuando la gente se enteraba que utilizábamos instrumentos de juguete, se hacían una idea equivocada de nuestras canciones. Porque luego al escucharlas descubrían que con esos instrumentos de juguete se conseguía como una sensación melancólica. Y es que es algo que siempre ha estado en mi forma de componer. Si escuchas Niza y escuchas a Uke, tienen mucho en común en ese sentido porque las de Niza también tenían un aire melancólico.

¿E igual la voz de Silvia podía hacerlo menos evidente?
Roberto- Exacto.

Laura- La voz, la imagen,…

¿Y has intentado recuperar alguna canción de Niza?
Roberto- Alguna vez (risas). No me importaría nada tocar una canción de Niza con Uke si encontramos la versión adecuada.

En «Yo era cigarro» parece más presente la voz de Laura que en otros discos. ¿Tenéis pensado avanzar en este aspecto y que tenga aún más protagonismo en un futuro?
Laura- Yo creo que los dos nos hemos ido acostumbrando a cantar. Él ya había cantado antes, pero yo en mi vida. Sí que hemos querido que salieran un poco nuestras voces. Escucharnos más los dos. Y la idea es seguir haciendo canciones entre los dos y que pueda darse el caso de tener que cantar yo alguna sola, algo impensable hace un tiempo.

En este disco imagino que las comparaciones de la voz de Roberto con la de Nacho Vegas habrán aumentado considerablemente.
Roberto- Sí. Pero tampoco me importa, porque Nacho, además, es amigo.

Laura- Claro, es que nosotros como lo conocemos y creemos que no nos parecemos en realidad, pues no sé, no lo llegamos a ver.

«Era la hora del aperitivo: la luna inmensa como un millón presentaba muchas analogías con una píldora digerida para las lumbalgias azules. Yo tenía treinta y cuatro años y era cigarro». Este texto del poeta y boxeador Arthur Cravan aparece en la contraportada del disco. ¿Qué peso tiene la figura de Cravan en el mismo?
Roberto- No buscábamos un hilo conductor para el disco. Pero sí es cierto que en la época en que lo preparábamos, estuvimos leyendo prácticamente todo sobre Cravan. Es un personaje muy atractivo para nosotros. Es el típico perdedor, con cero éxito, pero que lucha por sus ideales, hace un poco de todo y no triunfa en nada, se autoedita todo,… y le veíamos cierta similitud. A partir de ahí, las canciones que hacíamos sí las intentábamos enlazar con lo que significaba Cravan.

El álbum, en Valencia, se vende en Linda vuela a Río,  pero, ¿se puede conseguir en alguna tienda de discos?

Laura- No (risas).

Roberto- En España sólo se puede conseguir o en conciertos nuestros o pregúntandonos directamente. Sin embargo, en París si está en una tienda de discos.

Laura- Y en la galería de arte Yvon Lambert que nos encanta. No sé, nos vemos más cercanos a estar ahí que a estar en una tienda de discos (risas).

Roberto- La experiencia de los discos anteriores no fue buena. Los teníamos nosotros que llevar a las tiendas, luego llamabas y no sabían lo que había pasado con los discos, que si los han perdido, que si ha cerrado la tienda,… y dijimos, pues no. El que quiera comprarse el disco que nos llame.

Foto: Eva M. Rosúa

Foto: Eva M. Rosúa

¿Cómo es vuestra relación con otros grupo valencianos?
Laura- No tenemos mucha relación en general.

Roberto- Conozco grupos de aquí, porque vivo en el mundo (risas), pero no tengo relación con ninguno. La última vez que tocamos fue con Soledad Vélez. A nosotros no nos llaman mucho.

Laura- No sabemos si para bien o para mal (risas).

Roberto- Conocemos a La Habitación Roja, a Soledad Vélez, a Tórtel, pero no hay una afinidad ni musical ni tampoco…

Laura- … de amistad.

Roberto- Pero vamos, que nos conocemos y nos saludamos…

Laura- … cordialmente y todo (risas).

Roberto- No hay ningún mal rollo.

¿Qué opinión tenéis de Valencia ciudad?
Roberto- Yo soy madrileño y me vine aquí a vivir. Echo mucho de menos madrid, pero estoy dos días allí y ya me quiero volver para aquí. ¿Qué tiene cosas que mejorar? Muchas. Nada es perfecto. A los extranjeros les encanta cuando vienen.

Laura- A mí me gusta. Es una ciudad tranquila, vamos andando a trabajar…

Roberto- Es que es eso. Yo en Madrid tenía que ir en bus a todos los lados y era un coñazo.

Laura- El clima está bien. Nos gusta pasear. La ciudad es bonita.

Foto: Eva M. Rosúa

Foto: Eva M. Rosúa

En vuestras canciones, en fotos que publicáis en las redes sociales o incluso en el blog de Laura, son continuas las referencias a películas y libros. ¿No os preocupa que se os coloque la etiqueta de grupo arty?
Laura- Nos da ya igual.

Roberto- Si tuviera 25 años igual sí que me lo pensaría. Ahora, sinceramente, me da igual. El que quiera que piense así y el que no pues que no lo haga.

Laura- Antes sí nos daban más la paliza. Leíamos cosas, por ahí, en internet, que nos decían de todo. Y pensábamos, mejor que no me saques (risas). Pero ahora ya ni lo miramos. Y por eso fue también un poco el hacer nosotros las cosas, al que le guste bien y al que no pues nada.

Roberto- Pero es que para nosotros es nuestra vida. El grupo es el reflejo de como somos nosotros. Nos gusta leer, nos gusta ver películas y nos gusta tocar.

Laura- Es que es eso. Nos encantan los libros y las películas. Nos encanta comprar libros. Y por eso siempre estamos poniendo fotos. Porque es nuestro día a día.

Por esas fotos a las que hacía referencia, da la sensación que os interesa más la literatura que la música.
Laura- Compramos más libros que discos.

Roberto- Yo disco compro cosas muy concretas. Si me preguntas por grupos actuales me vas a pillar porque estoy muy desconectado desde hace años. Y como te digo, o compro discos antiguos o cosas raras. Lo último que nos gusta es un tío que se llama Dillard Chandler, que canta canciones americanas a capella, muy raro. Pero es lo que buscamos ahora, la música con raices.

Siguiendo con esas fotos, me llamó mucho la atención ver una con varios libros de Karmelo C. Iribarren, que (al menos en principio) parece bastante alejado de lo que representa Uke.
Roberto- Tanto Iribarren como, por ejemplo, Roger Wolfe nos gustan mucho. A mí me gusta Iribarren, Bukowski o Raymond Carver, ese tipo de realimso, pero luego también hay un lado más poético que vierto sobre las canciones. Igual en un futuro quién sabe.

Laura- Yo, de todas formas, no lo veo tan alejado.

Roberto- En la música y las letras sí está alejado.

Laura- Sí, en eso sí, pero no sé…

También resultaba curioso que Iribarren fuera de los pocos autores españoles (Buñuel o Panero serían otros) que reivindicáis en esas imágenes a las que hago referencia.
Roberto- La verdad es que sí. Así actual sí.

Laura- Roger Wolfe es medio español (risas).

Foto: Eva M. Rosúa

Foto: Eva M. Rosúa

Sois un grupo que os preocupáis bastante por la estética, por la elegancia.
Laura- Nos gusta, pero de una forma natural. Desde colocar las cosas en la mesa a los platos que elegimos. Yo creo que mejor que sea bonito a que no lo sea, ¿no? Igual que cuando subes al escenario mejor que vayas de un aspecto que de otro. Le damos importancia, pero como digo de una forma natural. No saldríamos en chándal a actuar, seríamos incapaces.

¿Y eso en qué medida se traduce en las canciones?
Roberto- Todo es importante.

Laura- Una forma de vida.

Roberto- Si cuidas la estética vas a acabar cuidando todo lo que haces. Desde la forma en que editas los discos al instrumento que te cuelgas.

Foto: Eva M. Rosúa

Foto: Eva M. Rosúa