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Foto: Javier Bernal Belchí.

Teresa Iturrioz e Ibon Errazkin. Sus nombres evocan algunos de los momentos más interesantes de la historia de la música pop en este país. Aventuras de Kirlian, Le Mans, Single. No es casualidad que su grupo actual se llame así, es toda una declaración de principios. Cuatro discos grandes y unos cuantos sencillos les contemplan. «Rea», editado hace casi un año y producido por Hidrogenesse, es su álbum más reciente. El mes pasado le nació un hermano pequeño, «Rea Del Ritmo» (versión de Camilo Sesto incluida). Aprovechando que Single actúan en Valencia (viernes, 17 de abril en Las Naves), nos llevamos las canciones de su último LP y las paseamos por la ciudad, buscando aquellos lugares donde disfrutarlas más. Que aproveche.


Antiguo Jardín Zoológico de Valencia (Jardínes de Viveros)

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Foto: Eva M.Rosúa.

El abandonado zoo de Valencia conecta con el lado más fiera de nosotros mismos, que hace asomar la cara más desagradable en las relaciones con los humanos que nos quieren. «Modo B» narra precisamente como alguien que es como «un sueño regalado» puede tornar en una cara B de conducta, en «un tipo antipático, desagradable y cruel». El lugar además, condenado a convertirse en paraje abandonado e infranqueable, en el que aún se puede oler a animal (o son sugestiones de la música que escuchamos), conecta con la magnífica portada, interpretación leonina de una Teresa Iturrioz («Teresa corazón de león», 2013, óleo sobre tabla), por el gran pintor que es Javier Aramburu. Pasear, aunque sea en el imaginario, por las instalaciones desañiladas de un lugar en el que los animales estaban en unas condiciones muy tristes, a ritmo de distinguidos aromas jamaicanos, acunados por una voz que canta con la elegancia de Mina, es el mejor homenaje que podemos hacerles.


Playa de La Patacona

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Foto: Eva M.Rosúa

«Nota mental» está hecha para ser escuchada en algún lugar de esos que nos ayudan a ordenar las ideas porque como bien dice la canción «los días de claridad también se nubla la mente». Justo al inicio del Paseo de la Patacona, hay un trozo de playa muy dado a las notas mentales. El lugar es ideal para diseñar firmes propósitos de comunicación que pertrechamos a solas, para luego abandonar en pareja. Y de paso, le damos también al play para bucear con la atmosférica «Globo de Helio», un sueño que insufla oxígeno (o helio) y puede hacerte bailar (y mucho) para expresar todo aquello que podemos ser. Hasta el desgaste. Al abandonar la playa, nos fijamos en una colonia de palmeras que constituye quizás el reducto más cubano de toda Valencia. El oasis nos sirve para sintonizar la homónima canción de Single, «Palmeras» porque la literaridad a veces es el camino más corto y preciso para llegar a la verdad. «Yo traía besos a la sombra de palmeras, besos para ti».


Campanar

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Foto: Eva M.Rosúa

Con el número cabalístico por excelencia, la canción «Siete», ameniza un tranquilo paseo por un barrio que es un misterio por descubrir: Campanar. Una de las zonas más antiguas de la Valencia de extramuros. Soslayando el mundanal ruido, es un lugar donde las botellas de vidrio se reciclan de una a una, sin prisas, ni estruendos. Hay que deambular por él, en las horas menos transitadas del día, quizás un sábado en la pausa para la siesta. Para a medida que sus calles se despiertan, seguir con la energética versión, torrente de elocuencias y con reminiscencias vainiqueñas del compositor uruguayo Leo Maslíah, «La Moto». Historia genial, de una montaña rusa de emociones por una moto como objeto de deseo. Con trágico desenlace. Sin renunciar a un excelente ironía. Haciendo grande aquello de que lo único que nos quedará es el humor, el bueno. «Iba por las calles y decía para mí, me compré la moto y la pago de a poco». Campanar ya se ha llenado de ruido, si lo podemos llamar así.


Escuela de Jardinería y Paisaje (calle Antonio Suárez y calle Santa Rosa)

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Foto: Eva M.Rosúa

«Virgen del cisne». Extraña pieza de apariciones o alucinaciones marianas, «venía a rezar solo, por pasar el rato a tu lado, y ver brillar tu manto dorado, para admirar tu rostro policromado», que funciona como un perfecto mecanismo para activar todos los sentidos a través de una imagen. Pocos lugares en Valencia como la Escuela de Jardinería y Paisaje son capaces de provocar tantas sensaciones como esta canción. Ubicada en un edificio del siglo XIX, que, anteriormente, albergó una clínica médica, en una plaza sin nombre en la intersección de las calles Santa Rosa y Antonio Suárez, es un lugar que parece creado para el descanso y recogimiento. Sobre todo teniendo en cuenta que muy cerca se encuentran dos de las vías más transitadas de la ciudad. Escuchar esta suerte de bossa-nova espacial por sus alrededores es una invitación a abrazar la fe. La fe de la iglesia singleliana.


LN3 Espai Mutant de Las Naves

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Foto: Eva M.Rosúa

Pero todos los lugares nos llevan a una cita de emociones en la LN3 Espai Mutant de Las Naves. El lugar donde todas estas historias recalarán el próximo viernes, 17 de abril. Y es precisamente allí y no en otro sitio, donde escuchar la apoteosis de pistas de baile de canciones de amor reagge como es «Rea» para «bailar despreocupadamente, da igual que estemos solos o rodeados de gente». Que así sea. La nota mental será quemar las butacas. O por supuesto, es el entorno ideal para disfrutar de la vodevilesca y cabaretera «Me enamoré». Un gran hit con cambios de ritmo que sorprenden y contagian en una primera escucha. Llena de frases y formas de decirlas, hipnóticas que se te pegan para siempre (es lo que tienen las grandes canciones populares): «me enamoré, claro, claro». El fraseo de Teresa, acompañada por el rimador Garbanzo es de es lo más emocionante que hemos escuchado en mucho tiempo. Claro, claaaaaro.