La carrera de Chema Cardeña en el ámbito del teatro ha estado marcada por la exploración de asuntos históricos tales como la religión, el poder, la política y el rol social del arte. En un acto de reconciliación personal, ha creado y dirigido Arcángeles, una obra que narra la evolución de la aceptación de la homosexualidad masculina a lo largo de 80 años en seis países diferentes. Una valiente propuesta de teatro social que  hasta el 11 de febrero llega al ‘Cicle de Companyies Valencianes’ de Sala Russafa. 

Basado en hechos reales, el relato de un prisionero nazi en 1945, un científico inglés de 1952, un deportista norteamericano de 1985, un travesti español en 1967, un hombre afgano de 2021 y un joven ruso de 2023 muestra la involución que, en algunos sentidos, ha sufrido la aceptación social de la diversidad sexual.

Este proyecto de Rafa Alarcón Producciones para la Direcció General de Cultura i Patrimoni de la Conselleria de Cultura i Esport, con la colaboración de Russafa Escènica, se presentó en la última edición del festival, quedando relegadas sus representaciones a cuatro únicas funciones en la iglesia desacralizada de San Miguel de los Reyes. Un complejo monacal que, por su pasado como antigua cárcel, aportó un contraste a la temática de la obra.

Esta semana, la sala situada en el Carrer Dènia nº55  acoge el estreno de la versión para teatro de este espectáculo, para la que Cardeña ha mantenido un elemento esencial para lograr la empatía y emoción del público. Los asistentes van a sentarse únicamente en las primeras filas y en unas sillas colocadas en el propio escenario, que se transformará en un patíbulo. El objetivo es que puedan ver de cerca a los personajes, disfrutar de los matices de la vivencia que los actores tienen de unas historias tan conmovedoras como verosímiles. 

«La proximidad es esencial en esta obra porque lo que comunican los personajes no es meramente declamatorio. Se experimenta de manera contenida, permitiendo que la emoción emerja a través de pequeños gestos y miradas, perceptibles gracias a la cercanía con los actores. Además, representa una metáfora sobre cómo juzgamos a aquellos a nuestro alrededor y cómo nos adentramos en su privacidad para formar opiniones sobre asuntos tan personales como el amor o la elección de pareja», comenta el dramaturgo y director.

Con dos funciones diarios de jueves a sábado a las 19 y 21 horas, y uno los domingos a las 19h, el aforo se limita a 60 personas por representación para no romper la intimidad de una puesta en escena que cuenta con música en vivo a cargo de Sylvie Berger, quien con su viola irá ambientando el paso de unas historias a otras.