El 12 de junio de 2021 se cumplirán 100 años del nacimiento en València de Luis García-Berlanga (1921–2010) y por eso 2021 ha sido declarado Año García-Berlanga en reconocimiento a este cineasta de trayectoria internacionalmente reconocida. El MuVIM se une a la efeméride con una exposición donde, bajo el título ¡Viva Berlanga! Una historia de cine, se rinde homenaje a este gran renovador del cine español de la posguerra, director de películas como «Bienvenido, Mr. Marshall», «La escopeta nacional», «Calabuch», «Plácido» o «El verdugo», entre otros muchos títulos.
Restituir en su justa medida la originalidad del cine berlanguiano es lo que ha guiado el diseño de esta exposición (abierta al público hasta el 19 de septiembre) que, como indica el director del MuVIM, Rafael Company, “ha de servir también para dar a conocer la figura de Luis García-Berlanga a aquellas generaciones más jóvenes que, teniendo en cuenta cómo circulan en nuestros días los flujos de comunicación de la historia cultural, desconocen la trascendencia de este valenciano en la historia del cine”.
Hablamos quizás del último de los ilustrados porque, en un momento especialmente oscuro de nuestra historia, durante la dictadura franquista, su obra lanzó una mirada lúcida y crítica a la sociedad española en particular, pero también al ser humano en general. Una mirada lúcida, crítica y sobre todo rabiosamente independiente, porque Berlanga nunca se plegó a los intereses de unos u otros, ni en el franquismo ni durante los 25 años de democracia en los que dirigió siete películas.
Aunque, en diversas ocasiones, Berlanga tuvo que soportar la tijera de la censura, es bien conocida su capacidad para sortear muchas de las cribas de los guardianes nacional-católicos de las esencias del Régimen y, de esta manera, “colar” críticas que han convertido su filmografía en una de las más valientes de su época. Hasta el punto de que el propio Francisco Franco, tras ver «El verdugo», habría dicho en un consejo de ministros: “Ya sé que Berlanga no es comunista; es algo peor, es un mal español”.
En la exposición del MuVIM, y tras la consulta de expedientes del Archivo General de la Administración radicado en Alcalá de Henarés, se citan literalmente algunas de las “argumentaciones” utilizadas por los censores, fiel reflejo de la mentalidad del poder imperante entonces.
Cobra también especial importancia en la muestra el uso que la industria cinematográfica hizo del diseño gráfico y la tipografía. Decenas y decenas de carteles, publicaciones y fotobuste permiten trazar en el MuVIM una historia de los materiales de difusión al servicio de la distribución cinematográfica entre los años cincuenta y la década de los noventa del siglo pasado. “Una actuación que no habría sido posible sin la colaboración generosa del coleccionismo privado”, señala Amador Griñó, jefe de exposiciones del museo.
Es el caso de la colección de Santiago Castillo París, la cual ha permitido recuperar, y ahora mostrar, la notable dimensión internacional de la obra berlanguiana. Y es que los materiales recopilados no se limitan a España, ni tan siquiera a Europa occidental: así, junto a objetos procedentes de Francia, Italia, Alemania o Bélgica, encontramos otros provenientes de la Europa nórdica (Dinamarca y Suecia), de la Europa central y suroriental (de Polonia, Yugoslavia y Rumanía, países encuadrados en el antiguamente llamado Bloque del Este), de la América meridional y septentrional (Argentina y EEUU) y hasta de Asia (Japón).
Un tractor, un motocarro, cámaras, fotografías y objetos que muestran la relación entre Berlanga y el mundo de las fallas, son otros de los muchos elementos contextualizadores de la exposición que conforman en el MuVIM la exposición «¡Viva Berlanga! Una historia de cine». Una muestra comisariada por Joan Carles Martí, con diseño de sala de Raúl González Monaj, que ha de contribuir al reconocimiento de la trayectoria creativa de este cineasta valenciano e internacional, sin el cual no podríamos entender ni nuestro cine ni buena parte de nuestra memoria sentimental.