Después de varias ediciones consecutivas dedicadas a cineastas estadounidenses, el ciclo dedicado por Cinema Jove a los primeros años de la carrera de un director influyente y consagrado rinde homenaje a un director europeo, Jean-Luc Godard. La 36 edición del Festival Internacional de Cine de València organizado por el Institut Valencià de Cultura, repasará las películas realizadas por el director francés antes de cumplir los 40 años, con las que hubiera podido optar a la Luna de València en la Sección Oficial de largometrajes.
“Destacamos la primera etapa de un tótem cinematográfico cuya aportación al cine en general y a la ‘nouvelle vague’ en particular es incontestable. A Godard no le ha hecho falta seguir ninguna corriente, porque en su valentía constante y en su afán incansable por renovar lenguajes propios ha ido forjando una caligrafía cinematográfica nueva y reconocible”, destaca el director de Cinema Jove, Carlos Madrid.
Durante la treintena, el realizador galo fue tan prolífico que el festival ha necesitado de dos sedes para programar los 11 títulos que integran el ciclo. El Centre del Carme acogerá ocho películas del 18 al 25 de junio y el Instituto Francés, las tres restantes, del 22 al 24.
El iconoclasta director inició su carrera desde el otro lado, como crítico de cine en ‘Cahiers du Cinéma’, donde unieron fuerzas los fundadores de la ‘nouvelle vague’. El joven Godard recoge tanto propuestas adscritas a este movimiento de renovación como al cine político forjado durante mayo del 68.
La retrospectiva arranca con un título cuyo póster cuelga en las paredes de las habitaciones de cinéfilos de todas las generaciones, una de las películas fundacionales de la ‘nouvelle vague’, Al final de la escapada (1960). Godard rompió los códigos narrativos con un filme anclado a sus icónicos actores protagonistas: Jean-Paul Belmondo tocado con sombrero borsalino, y Jean Seberg como vendedora del ‘New York Herald Tribune’ por las calles de París.
Belmondo repitió en la tercera película del director, Una mujer es una mujer (1961), por la que Anna Karina, pareja y actriz fetiche del director, se alzó con el Premio a la mejor intérprete en el Festival de Berlín. La actriz protagonizó una escena emblemática que es pura historia del cine en Vivir su vida (1962): la de su llanto cuando ve arder en la hoguera a Juana de Arco en el clásico de 1928 de Carl Theodor Dreyer. El drama fue reconocido con el Premio especial del jurado en la Mostra de Venecia e incide en un tema recurrente en la trayectoria del galo, presentar la prostitución como una metáfora para retratar la sociedad de consumo.
Le siguió una de sus principales obras maestras, El desprecio (1963), en la que Michel Piccoli y Brigitte Bardot dan vida a un matrimonio en proceso de desintegración. La cinta tiene un guiño cinéfilo al contar entre el reparto con Fritz Lang interpretándose a sí mismo.
Si la productora de Quentin Tarantino se llama A Band Apart, no es por casualidad, así se titulaba, Banda aparte, una de las dos películas realizadas por el francés en 1964, donde destaca la escena inolvidable de la coreografía a tres en un bar. La segunda película de aquel año sería Una mujer casada (1964), escrita, dirigida y narrada por el mismo Godard.
Un año después, Lemmy contra Alphaville (1965) ganó el Oso de Oro a la mejor película en la Berlinale con su retrato de una sociedad del futuro con rasgos totalitarios.
Ese mismo año empezaría a apuntar un enfoque más ideológico en Pierrot el loco (1965), punto final poético a la ‘nouvelle vague’ junto al actor con el que la había inaugurado, Jean-Paul Belmondo.
Con Masculino, femenino (1966) se reinventaría arrojando una mirada cinematográfica en blanco y negro a las aspiraciones políticas y sexuales de la juventud francesa. Esta encrucijada entre el documental sociológico y la ficción está inspirada libérrimamente en los relatos de Guy de Maupassant, ‘La mujer de Paul’ y ‘Le Signe’.
El oficio más viejo del mundo (1967) no es una película de Godard, sino una comedia articulada en episodios dirigidos por varios directores, él entre ellos, que repasa la historia de la prostitución desde la prehistoria hasta el presente.
El ciclo se cierra con la proyección de Dos o tres cosas que yo sé de ella (1967), un aparente falso documental narrado por el director y que de nuevo incurre en su crítica al consumismo, el influjo de la publicidad y la prostitución, con hincapié en la indiferencia de la sociedad de la época frente a la Guerra de Vietnam y la amenaza atómica.
“A pesar de que Godard ha seguido rodando grandes películas, como su serie ‘Yo te saludo, María’ (1984), ‘Historia(s) del cine’ (1988-1998) y ‘Adiós al lenguaje’ (2014), esta primera década es la más recordada, y todas ellas han sido ampliamente estudiadas, comentadas y analizadas”, valora Carlos Madrid.
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