El espectáculo, que podrá verse en el TEM, aborda preocupaciones contemporáneas como la gentrificación, la crianza sin afectos y la sociedad de la prisa

La obra Hacia pródigo, de Eva Mir, transforma la parábola bíblica en una experiencia teatral itinerante. Los días 18 y 19 de enero podrá verse en el Teatre El Musical (TEM) de València, esta versión explora temas actuales como la gentrificación, la crianza sin afectos y la pérdida de valores esenciales en la sociedad contemporánea.

El relato se desarrolla en el seno de una familia propietaria de una empresa cárnica. Tras la muerte de la madre, el hijo menor, un joven adicto al trabajo, decide abandonar la familia y reclamar su herencia. «El hijo se convierte en símbolo de una generación marcada por el nihilismo, donde el derroche y la inmediatez son una respuesta a la falta de esperanza en el futuro», explica Eva Mir, dramaturga y directora.

La trama lleva al protagonista a un viaje introspectivo en el que se enfrenta a los valores que rechaza, desde las transacciones despersonalizadas de las grandes corporaciones hasta la ausencia de vínculos afectivos. Mir señala: «Vivimos en una sociedad que prioriza el beneficio sobre el afecto, creando relaciones personales artificiales y llenando nuestras agendas de actividades, dejando poco espacio para la soledad o la pausa».

El montaje, producido por el Centre Teatral Escalante, se estructura como una experiencia site specific. El público recorre junto al elenco diferentes espacios del TEM, desde la calle hasta la cafetería, el vestíbulo y otros rincones del teatro que representan lugares clave de la historia, como la carnicería familiar, la empresa o un gimnasio.

El reparto incluye a Sonia Almarcha, conocida por su carrera cinematográfica y su nominación al Goya por El buen patrón, junto a Laura Romero, Aurora García-Agud, Íñigo Rodríguez-Claro y Pablo Justo. La música en directo corre a cargo de Marcos Nadie, responsable del espacio sonoro.

Hacia pródigo invita a reflexionar sobre la necesidad de rescatar valores esenciales como el diálogo pausado y el encuentro genuino, y plantea una búsqueda común: «Un ‘padre’ que nos diga que todo está bien».