A lo largo de la historia de la cultura, la figura del “alter ego” ha servido para expresar los conflictos de identidades de diferentes personajes, reales o inventados, cuya catarsis se producía al enfrentarse y enriquecerse de su otra personalidad, como si de un perverso juego de espejos se tratara. En literatura, Robert Louis Stevenson le dio un sentido trágico y siniestro a través del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, mientras José Saramago proponía un encuentro fortuito entre dos individuos idénticos en «El hombre duplicado». En el cine, Groucho era el nombre (y el atuendo) con el que Julius Marx desplegaba todo su ingenio, y décadas más tarde Brad Pitt y Edward Norton personificaron dos caras de la misma moneda en la magistral «Fight Club», de David Fincher. En el apartado musical, David Bowie construyó su carrera a base de múltiples identidades como Ziggy Stardust o El Duque Blanco, mientras en el cómic el verdadero poder de los superhéroes residía en los conflictos internos de sus “yo” humanos. En todos los casos, la interacción entre ambas personalidades provocaba una disputa, primero, y una revelación, después.
El prestigioso coreógrafo británico, afincado en Barcelona, Thomas Noone continúa en After the Party (7 y 8 de mayo, 20h, La Mutant) con esta estela de duplicidad artística, y lo hace junto a una marioneta con sus mismos rasgos, de asombroso parecido. Durante todo el espectáculo, Noone y su títere bailan juntos al ritmo de la música de Jim Pinchen, discuten y conversan sobre el pasado con un diálogo intenso y absurdo, cuyo fin es distinguir lo más valioso de la vida a partir de las experiencias -buenas y malas- del pasado.
«Decidí abordar esta creación trabajando durante semanas en el estudio, para así poder centrarme en mi labor sin distracciones. Mi alter ego me permite hablar conmigo mismo y plantear alguno de mis temas recurrentes y otros nuevos”, señala el artista sobre la obra con la que fue finalista al Premio Max 2019 como mejor intérprete masculino de danza. “La música se adapta a los diferentes estados que evoco durante la pieza, de escenas más divertidas a otras más paradójicas o dramáticas. Es un punto de inflexión en mi trayectoria creativa”, concluye para definir el que, probablemente, será su último solo sobre el escenario.