La sinopsis de Alexandria (Teatre Rialto, del 9 al 25 de noviembre) es de las que se hacen muchas preguntas: ¿Si Alejandría era la base de datos más grande del mundo antiguo, Google es la Alexandria moderna? ¿Quién soy yo según la nueva Alejandría? ¿Quién decide la información personalizada que me llega? ¿Se puede destrozar la vida de una persona en 280 caracteres? ¿Dejamos grabada en ceros y unos, para siempre, una imagen de nosotros que no controlamos? ¿Somos esclavos de la nueva Alejandría?

Alexandria es una producción del Institut Valencià de Cultura, escrita por Mertxe Aguilar y Guadalupe Saéz, dirigida por Juan Pablo Mendiola, e intepretada por la propia Aguilar y Victoria Salvador, Jaime Linares, Cristina Fernández Pintado y Victòria Mínguez.

Una obra a escrita a cuatro manos siempre es sinónimo de trabajo en equipo, de conexión, de ceder, de convivir, de complementar y de tachar. Ahora nos hacemos nosotros las preguntas sobre Alexandria, ¿ha sido así ese proceso? ¿han salidos indemnes las dos autoras? ¿qué diferencias hay entre escribir en solitario o teniendo que compartir el texto? ¿repetirían? Para responder o no a estas preguntas, pero sobre todo para conocer un poco mejor el montaje por dentro, le proponemos a las dos dramaturgas, Mertxe Aguilar y Guadalupe Saéz, que se entrevisten entre ellas.

Guadalupe Sáez en una entrevista con Verlanga hace cuatro años. Foto: Eva M. Rosúa.

Mertxe Aguilar pregunta, Guadalupe Saéz responde

Es la primera vez que escribimos juntas. Seguimos siendo amigas, pero, ¿lo volverías a hacer?

Sí, trabajaría otra vez contigo. Lo haría porque creo que pocas compañeras se vendrían a cuidarme al hospital con el ordenador bajo el brazo y la sonrisa en la cara a las 7 de la mañana. Creo que eres una muy buena autora, con mucha fuerza y un gran sentido del humor y de esas dos cosas he aprendido mucho. Este proceso me ha hecho tenerte mucha envidia muchas veces. ¿Tú sabes cómo escribes? ¿Lo fácil que lo haces? Trabajar con otra persona no es fácil, hay que ceder en muchas cosas. Pero si funciona, si llegas al final y sigues queriendo tomar café con tu compañera y contarle algo y saber su opinión sobre un texto, eso quiere decir algo. Así que, Mertxe Aguilar, claro que volvería a escribir contigo porque molas mucho. Ahora bien, ¿dejamos pasar unos meses?

¿Te ha influenciado en algo compartir este proceso conmigo?

Aparte de las discusiones sobre la bondad o no de los cuerpos de seguridad del estado me he dado cuenta de lo bonito y fácil que haces eso del humor. Tienes mucha facilidad para ver los personajes, tienes mucha facilidad para hacerlos hablar. Creo que tratar de juntar tu estilo y el mío, que son bastante diferentes, ha hecho que piense las cosas también desde otro lado. Si a eso le sumamos, la coordinación de Xavi (Puchades) y la dirección de Juan Pablo, la influencia ya se vuelve una locura. Pero está bien, está muy bien, dejarse tocar en este mundo de pantallas y conexiones wifi y creo que a partir de ahora te pensaré mucho cuando me siente a escribir.

Dime un bar del barrio de abastos del que no tengas la clave del wifi.

Mira, hay un horno, al lado de Abastos, que se llama Carmesina, creo, en el que he acabado muchas mañanas a primera hora, sobre las 8, cuando aún no había abierto el Ca Miri y que pusieron wifi hace poco y todavía no tengo la clave, pero te puedo decir lo que vale un café con leche y unas tostadas.

Diferencias entre escribir para La Familia Política (compañía teatral de Guadalupe Sáez) y un encargo para el teatro público. 

¿Cuántas quieres? Desde la sensación de responsabilidad hasta el tipo de propuesta, el equipo de trabajo y la relación en mi caso con el proyecto final. Es una sensación extraña desvincularse tanto del texto cuando entra el director, aunque es cierto que hemos hecho algunas lecturas, pero claro, no es lo mismo. Cuando tienes una compañía, siempre te enteras de todo, de cada paso, de cada idea que se propone. Aquí, es más la sensación de encargo, un proceso más parecido a la tele donde, cuando acabas de escribir y de revisar, el hijo ya no es tuyo y vuelves a verlo cuando ha cumplido los 18 años. Aquí, además, existe la presión añadida de ser honestas, de hacer un trabajo honesto, de no engañar a nadie porque el dinero es público y porque hay mucha gente que se merece estar ahí estrenando y por una cuestión de suerte nos ha tocado a nosotras. Creo que esa idea de responsabilidad es la peor, la sensación de que si te equivocas no habrá perdón. Siempre he creído que el teatro público debería ser ese lugar en el que poder equivocarnos y que el error no doliera tanto, al final crecer es eso, poder equivocarse. Ahora con Alexandria descubriremos cuánto hemos crecido.

¿Prefieres escribir en verano o en invierno?

En verano, en invierno llevas más capas y la movilidad se reduce así que no escribes igual sentada en la terraza.

Mertxe Aguilar en la obra «Azerbaijan». Foto: Sandra Sasera.

Guadalupe Sáez pregunta, Mertxe Aguilar responde

¿Qué es lo que se puede hacer en Ultramar que no se puede hacer en el teatro Rialto?

Bueno, así, a bote pronto, susurrar. Si susurras en el Rialto puede que te oigan en las cuatro primeras filas, pero en la sala Ultramar, como sólo tiene cuatro, tres filas, te oye todo el mundo. En cuanto a creación, hemos de ser capaces de enseñar y contar lo mismo independientemente del espacio que tengas, con más o menos espacio para escenografías y otros elementos. Claro que en las salas pequeñas tienes más limitaciones, pero para el tipo de creaciones que normalmente hacemos nosotras, son espacios perfectos por la intimidad que ofrecen.

Muchas veces hemos hecho la broma sobre lo que dirá la gente el día del estreno. Realmente, ¿estás preparada para lo que venga o es solo pose?

No estoy preparada porque es la primera vez que trabajo en un encargo para el teatro público. A unos gustará más, a otros menos y a otros no les gustará nada… Pero vamos, como el queso o la coliflor. Pero claro que me gustaría que a todo el mundo le provocara algo, para eso hacemos lo que hacemos. Si esto no lo conseguimos, por supuesto, habrá hacer autocrítica, pero más allá de eso me da bastante igual los gustos formales (queso o coliflor) y las críticas no constructivas que se puedan generar.

Has escrito un texto so re las rrss, internet, la vigilancia… después del trabajo, ¿sigues teniendo todo abierto o te has vuelto un poco adicta a controlar la información que compartes?

Creo que ya es tarde para eso y no me apetece volver a la edad de piedra. Lo que sí que creo es que además de ser conscientes de lo que estamos haciendo en el momento de regalar información, tenemos que aprender a gestionar la que recibimos y para eso necesitamos un pensamiento crítico que no llegará a través de las redes, sino a través de la vida en carne y hueso.

¿Crees que estábamos preparadas para este encargo?

No.

¿Crees que los teatros públicos tienen que ser un espacio donde poder equivocarte?

Por supuesto. Hasta que me muera pienso estar equivocándome, sino, vaya rollo.