
Juan Carlos Garés, David Campillos y Chema Cardeña
Conversamos con Juan Carlos Garés, socio fundador de esta compañía, sobre su travesía, sus aprendizajes y lo que les motiva a seguir ofreciendo un teatro que importa.
Arden celebra 30 años de historia en la escena valenciana. Fundada en 1995 por Juan Carlos Garés y Chema Cardeña, junto a David Campillos, esta compañía ha estrenado 45 obras y ha creado un espacio fundamental para las artes escénicas: Sala Russafa. A lo largo de tres décadas, han navegado por altibajos económicos y sociales, pero su pasión por el teatro comprometido nunca ha flaqueado.

Creación de Arden en Londres, 1995

La Estancia, 1995
Su enfoque ha sido claro: crear un arte que invite a la reflexión sobre nuestra realidad, tocando temas actuales a través de la risa, el drama y todo lo que hay en medio. Hoy, mientras celebran su legado, miran hacia el futuro con entusiasmo, agradecidos por el apoyo del público y del sector.
Conversamos con Juan Carlos Garés, socio fundador, productor e intérprete de Arden Producciones, además de director de Sala Russafa, sobre su travesía, sus aprendizajes y lo que les motiva a seguir ofreciendo un teatro que importa.

Las rameras de Shakespeare, 2012
¿Qué ha cambiado para vosotros en estos 30 años desde que fundasteis Arden y cómo veis la compañía hoy, comparado con sus primeros días?
El cambio es muy grande, ¡no hay que olvidar que el teatro es constante evolución! Pero es cierto que hemos querido mantenernos fieles a unas líneas temáticas y a un estilo de hacer teatro: de autor y de equipo. Nos propusimos en 1995 hablar de nuestro presente a través de personajes o situaciones históricas; el hoy desde el pasado. Y hemos seguido esta pauta hasta nuestros días.
Han cambiado mucho las coyunturas políticas, la precarización de los medios de creación, hasta los valores sociales han cambiado en estas tres décadas. Y nuestra misión como ‘obreros de la escena’ es seguir reflejando esas realidades, ayudar a visualizarlas y entenderlas, incitar a la reflexión sin olvidar la emoción, la diversión o el entretenimiento. Es cierto que en los años ’90 había mucho por hacer. No había casi estructuras y la profesionalización del sector estaba en proceso. Después de 30 años, se ha cuadruplicado el volumen de la profesión porque se han ido poniendo los medios para que nacieran nuevas iniciativas, profesionales y compañías. Que ahora nos digan que somos uno de los referentes para las nuevas generaciones, es muy gratificante.

Shakespeare en Berlin, 2016
El centro de creación Sala Russafa ha sido fundamental para Arden y la escena valenciana. ¿Qué significa para vosotros haber gestionado este espacio y cómo percibís su impacto en la comunidad cultural de la ciudad?
Abrir un teatro en una ciudad como Valencia tiene un componente de locura… ¡que ni don Quijote! Estos casi quince años de Sala Russafa han sido realmente duros por la exigencia extrema de entrega que ha supuesto. Pero el balance siempre será positivo. El riesgo enorme de ser devorados por la intensidad del trabajo, lo hemos ido supliendo con una vocación que sigue intacta. Desde antes de su inauguración nos empeñamos en involucrar a los vecinos del barrio de Ruzafa, que los destinatarios fueran ellos y, poco a poco, el resto de la ciudad. Creemos que se ha ido consiguiendo, paulatinamente. Y estamos felices porque actualmente llegamos también a toda el área metropolitana de la ciudad.
Sin los consumidores de artes escénicas, este proyecto no hubiera tenido sentido. Tenía que servir para movilizar al público (resucitarlo tras décadas de ningún teatro en el barrio y muy pocos en la ciudad). Al tiempo que fuera nuestro centro de producción y un escaparate para otros profesionales, valencianos y no valencianos. ¡En esos empeños seguimos!
¿Cuáles serían los momentos más memorables o las experiencias más significativas que habéis vivido con Arden?
Innumerables. Ganan por goleada los buenos momentos, porque los malos —que los ha habido y muchos—, tiendes a olvidarlos lo antes posible.
La construcción del teatro (en medio de la crisis inmobiliaria de 2009) fue dificilísima y su inauguración en 2011 fue una de las grandes satisfacciones. Pero, desde que creamos la compañía, hemos tenido la enorme fortuna de contar con muchísimos grandes profesionales y amigos que nos han hecho crecer, que nos han hecho ser mejores. Sin duda, todos ellos y ellas han sido los que nos han hecho vivir momentos increíbles. Haciendo el recuento, nos han salido 85 intérpretes y unos 60 creativos los que han participado en nuestros proyectos escénicos, todo un lujo. Cada uno ha dejado una pequeña o gran huella en nuestro bagaje. Y seguro que podríamos escribir un ‘anecdotario’ muy entretenido de las mil situaciones curiosas que hemos vivido en estos 30 años. Quizás algún día lo hagamos.
València atraviesa un momento muy complicado en cuanto a cultura, especialmente por la gestión pública. ¿Cómo veis el papel de Arden en este contexto y qué desafíos creéis que enfrenta la escena teatral?
No es la primera situación difícil que atraviesan las artes escénicas en nuestra ciudad y Comunitat. El viaje en este sector siempre va en vagones de una montaña rusa. Es cierto que, si los que tienen la obligación de diseñar la hoja de ruta de nuestra política cultural no tienen querencia por la cultura, o están llenos de prejuicios, o simplemente desconocen ‘dónde han caído’, todo es mucho más complicado. Pero para eso están las asociaciones profesionales y las compañías de teatro, danza, circo o artes de calle, para recordarles y enseñarles la enorme importancia que la cultura tiene en la sociedad.
Si les importa el bienestar de los valencianos, deben asegurar la continuidad de los agentes activos culturales regionales. Y en ello estamos, una vez más. Arden y Sala Russafa, el centro de producción y exhibición que hemos creado, tienen una responsabilidad muy grande para con la sociedad y para con el resto de los profesionales. Somos una pieza puente entre las administraciones y ese bienestar social al que debemos contribuir. Simplemente, exigimos que nos permitan seguir siéndolo y que pongan los medios necesarios.
La pasada semana se celebró la gala ‘Arden, 30 años de teatro y vida’. ¿Qué ha significado este acto para la compañía?
La gala en la que celebramos nuestro aniversario fue una velada irrepetible e inolvidable. Reunirnos de amigos, compañeros de profesión y del público fiel a Sala Russafa nos permitió hacer un repaso de estas tres décadas de creación de una forma entrañable, emocionante. Llenamos el escenario con 20 ‘allegados’ a la compañía entre actores, actrices, regidoras, etc. que nos ayudaron a rememorar y saborear los momentos más destacados de nuestra historia. Contar con todos ellos y ellas, recibir su cariño y su talento, ha sido un regalo impagable. Nuestro mayor logro como compañía teatral, seguramente, ha sido contar con sus contribuciones, con sus incondicionales entregas artísticas. Y, como sentimos que aún tenemos mucho que contar y ofrecer, saber que están ahí es un aval para continuar en esta difícil, pero apasionante profesión.