Shaday Larios.

La melancolía del turista (Teatre El Musical, 29 y 30 de noviembre) es el nuevo artefacto teatral de Oligor y Microscopía, la suma artística entre Shaday Larios y Jomi Oligor. Un tándem creativo que dirige e interpreta obras dentro del llamado “teatro de los objetos documentales”, un término con el que acuñan las historias que subyacen en los objetos cotidianos. Ya lo hicieron con las cartas, en la magnética La máquina de la soledad, y ahora se centran en la figura del turista y su ensoñaciones, en ese vaivén que agita al viajero. 

Hablamos con ambos, vía mail, para que nos detallen en qué estado de nostalgia nos situará su obra.

Una vez más, las pertenencias de personas anónimas suscitan historias ¿qué se va a encontrar el espectador esta vez?

Encontrarán el resultado de un pequeño trabajo de campo por ciudades que en su momento fueron emblemáticas para el mercado turístico. Exploraciones sobre el objeto postal y el objeto fotografía y cómo la fragilidad, el cuestionamiento hacia estos, nos permite entrar desde otra mirada a estos lugares que tienen un imaginario tan construido en el tiempo.

Y en el centro, la figura del turista en busca de paraísos perdidos, una figura que puede ser a la vez trágica y romántica, de evasión y de sufrimiento ¿Por qué la habéis elegido?

Este proyecto tiene su raíz en La máquina de la soledad, nuestra obra anterior, en la que hubo una escena que se quedó fuera porque era una pieza en sí misma. Partía de una enorme colección de postales. Era una serie de melancolías del turista. Por otro lado, nosotros, por el trabajo que hacemos, llevamos muchos años durmiendo en hoteles, comiendo en restaurantes, y aunque quisiéramos ser viajeros, nos llaman la mayoría de las veces, turistas. Y hay algo de ese trasfondo en esta figura elegida. Nos atrajo también para poder sondear por medio de los objetos, lo que desprende la siguiente pregunta: ¿qué imágenes sueña nuestro cansancio?

La melancolía según la R.A.E. es «un estado de tristeza vaga, sosegada que hace que quién la padece no encuentre gusto ni diversión en nada». ¿Cuál sería vuestra propia definición y cómo está presente en la obra?

La melancolía es en este campo de juego, de pensamiento, un estado de reflexión activa que te lleva a adentrarte en la fractura de un cierto estado de las cosas. Y que en este caso, se acrecienta cuando tu vida se pone en cierta suspensión. El estado melancólico, se pregunta por la propia idea de diversión, de gusto, en esos lugares que elegimos para investigar. Una imagen que ha sido fabricada y vendida, al servicio de una idea sobre el concepto, de cara el mundo, cuando dichos lugares, hoy, se encuentran en una evidente decadencia.

Jomi Oligor.

La obra está recomendada a partir de los 13 años, ¿qué experiencias habéis tenido sobre la recepción y percepción por parte del público más joven?

Es algo que no podemos responder aún porque acabamos de estrenar la semana pasada, pero nos gustaría que la viera mucho público joven, porque en el fondo, esta obra además de ser una duda continua sobre las imágenes que producimos durante ese lapso que llamamos “vacaciones”, lo es también sobre nuestra “ansiosa necesidad” de producir imágenes en sí. De volvernos un escaparate de nosotros por nosotros. Esta desmesura de la imagen, el enajenamiento que produce, quizá nos haga convertirnos en turistas de nuestra propia existencia.

Vuestros espectáculo remueven, el espectador sale en cierta manera, «modificado», ¿por qué creéis que se produce esto? ¿Ayuda las sugerentes puestas en escena?

¿Si? ¡Gracias por pensar eso! En todo caso, pensamos que se trata por un sentido de proximidad, de mucha cercanía, de intimidad buscada. No sólo por el espacio reducido en donde casi se nos puede escuchar susurrar, sino también por cómo se hace visible la misma intimidad en la mirada que aborda un objeto, aparentemente insignificante. Para escuchar el ruido que hay detrás de todo objeto, hace falta detenerse, desacelerarse, concederle un tiempo íntimo, que es lo que intentamos hacer con cada obra.

Entre obra y obra, ¿cómo transcurre el proceso en el que os nutrís, documentais y además vivís? Queremos saber sobre Shaday y Jomi, alter egos de Microscopía y Oligor.

Aprendemos mucho de escuchar las historias de la gente. Escuchamos mucho, observamos con atención minuciosa la manera en la que las personas se relacionan con su entorno material. Los pequeños gestos envueltos en la inercia. Es ya un hábito o si quieres, un vicio. Una forma de estar por la vida. Sin querer nos convertimos en “objetólogos” cotidianos, ya no lo buscamos, sólo ocurre, acontece y lo aceptamos con todo el placer.