Amparo Vayá aprovechó el tiempo libre del confinamiento para escribir. La actriz, dramaturga, directora, escritora y docente descubrió en internet un concurso de teatro breve en Alicante y decidió participar. Ganó con sus Històries amb minúscules. Se trataba del XXI Premi de Teatre Breu en Valencià Evarist Garcia. Era la primera mujer que lo conseguía. Entonces, la obra eran cuatro escenas cortas. Ahora, el montaje consta de nueve y llega a la Sala L’Horta (sábado, 30 de abril) poco más de dos años después de aquel encierro domiciliario que vivimos.
El premio, dotación económica aparte, implicaba una lectura dramatizada de la obra ganadora. «La hicimos en Alicante y conté con tres actrices maravillosas amigas mías, nos gustó mucho como quedó», recuerda por teléfono Amparo. «Desde el Ayuntamiento de Sagunto, es la suerte de tener un pueblo, me dijeron que si quería montarla, ellos la producían. Fue entonces cuando alargué su extensión hasta las nueve historias minúsculas actuales».
Aquel cuarteto inicial lo componían la muerte de Franco, el 23F, la visita del Papa a València y la victoria de España en el Mundial de Sudáfrica. A ellas se unieron la llegada del hombre a la Luna, la pantanà, el accidente nuclear de Chernóbil, la clonación de la oveja Dolly y el 11S. Historias grandes, de primera plana, a las que Vayá se acerca desde las experiencias personales de sus protagonistas, a las que dan vida Miryam Garcés, Pepa Juan y Laura Useleti. «Algunas de las historias sí que afectan totalmente a los personajes. Por ejemplo, en la del Mundial, porque son dos sintecho que están esperando que no gane España porque tienen miedo de que salga la marabunta a celebrarlo. O en la de la visita del Papa van a visitarlo, están en el río. Pero otras, como la del 23F, es más ¿Qué pasaba en ese momento?. La de la Luna es como una ensoñación de ellas sobre si fuesen astronautas».
Para elegir esas nueve historias, Amparo Vayá hizo caso a su intuición, sin importar si tenían algún hilo de conexión con ella o no. «Hay muchas cosas que están basadas en gente a mi alrededor. Por ejemplo, en la pantanà no es que sean ellas, pero sí hay mucho de mis abuelas y mis tías cosiendo. Me interesaba mucho cómo se cuenta la Historia a través de las pequeñas historias, saber qué hacías y dónde estabas tú el 23F. Hacer historias pequeñas a partir de grandes historias, porque además la historia pequeña casi siempre la escribe la mujer. Son las cosas íntimas que nunca se escriben. Es como un recorrido de toda la Historia, de los grandes momentos históricos, que es a la vez qué les pasa entonces a las mujeres de a pie».
Por experiencia propia o por referencias, las nueve historias están muy presentes en el imaginario popular. Son reconocibles para un público que en muchas ocasiones las habrán vivido o compartido su contemporaneidad· «Creo que eso juega a favor porque hay un punto de reconocimiento y de «yo esto lo he vivido o lo he escuchado». Luego ya a la gente de una edad le llegan unas y a la gente joven les sorprenden otras. Por ejemplo, hay una escena en la historia de la muerte de Franco, en la que una sirvienta está arrodillada fregando, cuando lo vieron mis sobrinas me preguntaban ¿pero eso lo hacíais? Cada escena llega de una manera».
En Històries amb minúscules, Amparo Vayá renuncia a su faceta de actriz («Últimamente estoy disfrutando mucho de escribir y de dirigir. Todo no puedo hacerlo y estoy muy cómoda en esto también») para centrarse en el texto y la dirección. Ninguna de las dos facetas son nuevas para ella. De hecho, aunque las primeras piezas de la obra las escribió durante el confinamiento, la extensión breve no es una recién llegada en su vida. Lleva once años llevando la FET (Foios Escola de Teatre) donde «hacemos muchísimos montajes. Entre ellos, la inauguración y clausura del festival Escènia». Además, por la diversidad del alumnado que acude a las clases «estoy muy acostumbrada a montar y a escribir sketches, esta obra me ha salido de una forma natural».