Foto: María Cárdenas.

Un motel de carretera entre Cuenca y Madrid. Allí, Rosi, una artista en horas bajas, está recluida en una habitación. Las paredes de la misma son como un muro. Un muro que le separa del mundo real. Ese muro bautiza la nueva producción de La Teta Calva, que se podrá ver en el Teatro Principal del 29 de marzo al 7 de abril.

El Muro está protagonizada por Merce Tienda, Leo de Bari, Carles Chiner y Xavo Giménez, quien además se encarga de la dirección y firma el texto a medias con María Cárdenas. Con ella intentamos desentrañar los entresijos de la obra.

En El Muro volvéis a dar voz a los personajes secundarios, al reverso menos glamouroso del mundo del espectáculo, al cuarto trastero del éxito. ¿Qué te atrae, creativamente hablando, de ello?

En realidad lo que nos atrae es hablar de perdedores, sea del lado que sea. Y creo que muchos tenemos una parte loser digna de ser contada. Obviamente algunas de esas historias resultan más interesantes que otras, pero sin duda son mucho más atractivas. Me siento más identificada con ese mundo de cotillón porque revela espacios ocultos, la lucha en silencio de lo enjaulado. También tiene un trasfondo psicológico, desde mi punto de vista, más rico. Y me gusta entrar en ese mundo de psicología y fritanga.

El Muro comparte título con un disco de Pink Floyd, ¿y algo más?

Partimos trabajando sobre las letras de las canciones de The Wall, pero a medida que pasaba el tiempo y el trabajo avanzaba, se fue alejando cada vez más, en cuanto a tono. Pero creo que ese trabajo permanece latente. Hablamos de lo mismo desde otro sitio, más cercano a nosotros. El Muro habla de aislamiento, de soledad y de los ladrillos que levantan nuestro muro personal. Familia, educación, elecciones de vida.

En vuestras obras, a partir de la universalidad del tema escogido os gusta buscar referencias cercanas. Por ejemplo, en esta ocasión la acción está situada en un motel entre Cuenca y Madrid. ¿Cuánto tiene de juego, cuánto de recurso de ficción, cuanto lo pide la historia,…?

Obviamente, detrás de la historia, hay una crítica. Esa crítica está dirigida a entre otras cosas, al inmovilismo, a aquellas personas que no dejan huella por no molestar. Nos resulta interesante contar esta historia desde un lugar de paso. Un lugar donde convergen personajes castizos y arraigados en lo inmutable. Está en el espectador hacer las conexiones, nosotros preferimos no imponerlas. Intentamos que todo en nuestro trabajo termine siendo necesario. Incluso lo que empieza siendo una ocurrencia, o una intuición: un lugar, una pieza de vestuario determinada, un sonido…Un motel de carretera comenzó siendo un espacio que nos permitía un lenguaje determinado, pero que luego condicionó la historia hasta hacer que ese espacio no pudiera ser otro.

¿Cómo surgió la idea de El Muro?

Surgió con un vino de por medio, como surgen todas las ideas ¿no? La música tiene un lugar fundamental en nuestro trabajo y The Wall, está en el inconsciente colectivo de millones de personas, seas de donde seas. Yo no tengo un pasado común con Xavo pero sí referentes que nos han marcado. The Wall es un disco sugerente, que cuenta una historia más sugerente, si cabe. Un atrape. Y con vino, más atrape aún. Empezamos analizando el mensaje de las canciones. La historia que contaban para luego trasladarla a nuestro mundo y a nuestro lenguaje. ¿Cuáles son nuestros ladrillos? ¿El Muro ya está terminado o todavía está en proceso de construcción? ¿Hablamos de un muro o de varios?

Escribes y convives con Xavo Giménez. ¿En qué medida eso beneficia y perjudica a vuestras obras? ¿Hay algo de obsesión durante el proceso creativo al convivir con el texto las 24 horas del día?

Claro que hay obsesión, pero no creo que de momento eso haya perjudicado ni a las obras, ni a nuestra pareja. Estamos acostumbrados a trabajar juntos desde hace años y nos conocemos mucho. Sabemos cuáles son nuestros momentos en solitario y cuáles aquellos por compartir. Esto se aplica tanto al trabajo como a la vida en general. Los momentos de obsesión compartidos son geniales porque hay una energía brutal. Los solitarios, son especiales. Me van los dos.

Xavo nos contó cuando le entrevistamos por el estreno de Qué pasó con Michael Jackson, que en aquella ocasión tirasteis la primera versión del texto y la tuvisteis que volver a escribir. ¿Con El Muro ha sido todo más fácil?

Sí. Empezamos a trabajar con todo el equipo desde un primer momento. Muchas horas de charlas y risas. Estuvieron presentes en todo el proceso creativo. Cuando nos sentamos a escribir estaba todo bastante claro y todas las decisiones las compartimos con gente en quien confiamos muchísimo como son Merce (Tienda), Leo (de Bari) y Carles (Chiner). Cuando Joanmi Reig nos trajo el vestuario fue un antes y un después. Todo hizo el click que estábamos esperando y las luces de Marc Gonzalo captan a la perfección la atmósfera en la que se mueve la obra. Todo ha sido fácil gracias a la gente con la que hemos trabajado en este proyecto.

¿Qué ventajas tiene escribir sabiendo quién interpretará cada papel?

Como te dije antes, ellos estuvieron en todo el proceso, así que obviamente esos personajes tienen mucho de ellos mismos. Al pensar en The Wall, la primera persona en quien pensamos fue en Carles Chiner, un músico al que admiramos profundamente y una persona maravillosa con la que ya habíamos tenido el placer de trabajar en Las Aventuras de T. Sawyer y Amelia. Nos gustan los personajes al límite, con piel de animal herido. Así que Merce y Leo fueron una elección natural. Tres artistas que se tiran a la piscina y que derrumban muros. Sin miedo a desnudar sus miserias.

Vuestras obras suelen moverse entre la comedia y el drama, e incluso en ocasiones en situaciones en las que (salvando algunas distancias) se puede reconocer el propio espectador. ¿Qué os permiten ambas posibilidades? ¿Por qué os interesa esa convivencia de géneros?

Nos interesa contar historias duras, de personajes oscuros pero con una buena dosis de comedia. Por un lado porque es un espacio donde tanto el espectador se relaja. Se siente confortable. Y es ahí, donde puedes dar el estacazo. La risa incómoda muestra las contradicciones propias del ser humano sin tener que llegar al discurso fatalista. La obra esconde también una crítica al mundo de los escenarios y las programaciones. Los escenarios se pueblan de propuestas “chistosas”, fáciles de digerir, incluso ajenas al propio lenguaje teatral. Esto hace que el muro entre el espectador y el espectáculo sea cada vea más grueso. Los teatros cada vez más, optan por la sala llena y el alma vacía. La risotada en lugar del puñal. Así que utilizamos esa risa como arma. Uno de los personajes de El Muro dice que España necesita reír por no llorar. Pues eso.

¿Cuál es tu relación con la obra una vez se cierra el texto como definitivo?

Hago la ayudantía de dirección, así que estoy en todos los ensayos. No podría perderme la transformación que se produce una vez se ponen de pie los actores y se comienza a montarse las escenas. Ese momento es el más importante para mí como autora. Cuando puedo abstraerme de la obra y simplemente maravillarme con el trabajo de los actores y el director. Cuando siento que ya nada es mío. Es liberador y hermoso.

¿Comporta algún tipo de responsabilidad extra representar la obra en el Teatro Principal?

Si te digo la verdad, no siento una responsabilidad mayor que la que sentiría si la representara en una sala alternativa. El vínculo con la obra y las ganas son las mismas. Queremos que salga bien y que la gente disfrute. Cuando estamos en salas como la Ultramar obviamente sentimos que jugamos en casa. Ahora el desafío es mayor, pero el compromiso es el mismo.

Con la perspectiva que da el tiempo, ¿para qué sirvió que ganaras un MAX en 2017 por Síndrhomo?

Esta pregunta me la hago bastante y todavía no sé si puedo contestarla. A nivel personal, me dio confianza en lo que hacía ya que me sentía una intrusa en este mundo de la dramaturgia. También me posicionó dentro de mi propia compañía ya que Xavo es claramente la cara visible. Pero creo que lo que más ha cambiado es la mirada exterior. Para bien y para mal. Para bien en cuanto que hay cierta confianza a priori en mi trabajo. Para mal en cuanto al nivel de las expectativas. Mi inseguridad como dramaturga sigue en plena forma.