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Cuatro mujeres que, por una noche, se liberan de sus responsabilidades, delegando (después de no pocas indicaciones) su día a día en alguien de confianza, con la intención de compartir sus experiencias y miedos en torno a la maternidad. Es el punto de partida de «Femenino singular» (del 21 de enero al 1 de febrero en el Teatre Talia). Las cuatro protagonistas son María Vázquez, Carolina Solas, Lucía Jimenez y la valenciana Marta Belenguer. Con ella hablamos de la obra, de ser madre y del futuro de esta ciudad, entre otras cosas.

¿Tienes algún tipo de sensación especial por volver a Valencia por trabajo?
Mucho nervio. Aquí tengo familia, amigos, compañeros de profesión. Para mí va a ser como un examen, gratificante, pero un examen. Es una gran responsabilidad, la verdad.

¿Cómo surge «Femenino singular»?
Creo que es algo que hay que valorar en su justa medida porque nosotras somos, también, las autoras de los textos. Coincidió que María Vázquez, Carolina Solas, Rosa Manteiga y yo, vivíamos en el mismo barrio, por Carabanchel, las cuatro éramos actrices y de fuera de Madrid y habíamos sido madres recientemente. Coincidíamos en el parque con nuestros hijos y hablábamos de lo que nos estaba pasando. Porque ser madre tiene sus cosas buenas, pero también da miedo. Y esas inquietudes e inseguridades son el origen de la obra. Pero no sólo referidas a la maternidad como tal, sino a cómo afectaba o iba a afectar a nuestro trabajo profesional. Los primeros años son duros por muchos motivos, incluidos los cambios físicos que se producen.

Ahora, Lucía Jiménez ha sustituido a Rosa Manteiga.
Sí, pero Lucía también venía al parque (risas). Teníamos un grupo de whatsapp que se llamaba «Madres parquesas» (risas). Lo que pasa es que Lucía se fue del barrio antes de que pusiéramos en marcha el proyecto. Así que ahora ha sido genial que se pudiera incorporar porque ella estuvo presente en muchas de aquellas conversaciones. Somos muy amigas, nos conocemos desde hace 17 años que llegué a Madrid. Y nunca habíamos trabajado juntas.

Aunque cada texto e historia de la obra pertenece a una de vosotras, a la hora de representarlas las habéis intercambiado.
Sí. Era necesario cierto desapego con el texto porque son cosas muy íntimas las que contamos en algunos momentos. También de esta manera se acaba universalizando una experiencia personal y gana mucho. Además, así acaba convirtiéndose en una ficción que interpretar como actriz. Esta es una obra del destape (risas), del destape emocional, pero no físico. Y tiene mucho humor, ¿eh?, nos reímos de nosotras mismas.

¿Cuál crees que es la principal virtud de la obra?
Su honestidad. Se habla de cosas que dan mucho pudor, pero que cualquier mujer que haya sido madre reconocerá. No es para nada una obra pretenciosa ni epatante.

femeninosingular_verlanga¿Vuestras parejas han asistido a alguna representación?
(Risas) No es para nada una obra de enfrentamiento con el sexo contrario. De hecho, había tan pocas referencias masculinas, que Emilio del Valle, el director, se vio en la obligación de introducir una voz masculina. Hablamos, sobre todo, de nosotras, del vínculo fuerte que se establece con el bebé y de que todo depende de ti.

No es la primera vez que coincides en un montaje con un reparto principalmente femenino («Monólogos de la vagina», «Lastres»,…), ¿A qué se puede deber?
A que afortunadamente se están normalizando las cosas. Las mujeres hemos vivido muchos siglos de oscuridad. El género femenino ha estado aplastado. Y de eso te dabas cuenta en algunos pasajes de «Monólogos de la vagina» en los que había señoras que se escandalizaban de lo que decíamos. Aquí puede que vuelva a ocurrir, pero es lo que hay. Yo soy feminista y femenina. Defiendo los derechos de la mujer, pero no en oposición al hombre.

Aunque has hecho trabajos dramáticos, se te recuerda especialmente por tus papeles cómicos. ¿Es más difícil hacer reír?
Hay gente que dice que sí, pero es que a mí me sale sin esfuerzo alguno (risas). Y me encanta. No voy a negar que me gusta mucho hacer comedia, pero sin desmerecer el drama. E igual que yo puedo tener esa facilidad para este género, hay otros actores que tampoco necesitan ponerse en situación cuando van a interpretar un papel dramático.

Hablando de comedia, pasan los años y se sigue recordando «Camera Café». Incluso se ha intentado repetir la fórmula con otras tramas y no ha funcionado, ¿cómo recuerdas aquella experiencia?
Muy bien, estuvo genial. No sabría decirte el motivo de que funcionara tan bien, imagino que sería una suma de todo, actores, guiones, Luis (Guridi, director de la serie) hacía un trabajo fantástico… También es cierto que refleja un momento en la vida de este país muy concreto. Eran otros tiempos en los que nos hacían creer que todo iba bien. Nosotros nos reíamos de esa jeta de no trabajar y estar tomando café media hora. Ahora no tendría sentido una serie así, porque la situación laboral de la gente es otra. De todas formas, yo no soy de las que piensan que «cualquier tiempo pasado fue mejor» y me gusta mirar hacia el futuro, sin olvidar el pasado, por supuesto, pero sin nostalgia. Lo que no creo que es que esté agotada la estructura de «Camera café», igual lo que tienen que encontrar las cadenas es una temática con la que se identifiquen los espectadores.

No será Canal 9 quien lo busque, ¿cómo viviste su cierre?
Con mucha pena. Por lo que significaba, por cómo se hizo, por lo que se hizo y porque tengo muy buenos compañeros y amigos que trabajaban para Canal 9.

¿Cómo ves Valencia desde la distancia?
Con un potencial creativo muy grande. Hay gente muy válida como Juli Disla y Jaume Pérez, Toni Agustí, Rafa Calatayud,… Mucha gente con iniciativas y ganas de hacer cosas y que la cosa cambie. Yo soy optimista en ese sentido y creo que se va a producir. Es necesario. Ya son muchos años.