Abrimos nuevo espacio en Verlanga para acercarnos a los montajes escénicos desde otra mirada, una que no suele tener mucha voz en los medios, centrados como estamos (casi siempre) en hablar con quienes firman la intepretación, dirección o autoría. Ponemos el foco en aquellos y aquellas profesionales que aparecen en la ficha técnica de una obra. Arrancamos con La capilla de los niños y Ximo Rojo, responsable de su escenografía (y que también se encarga de la iluminación).
La capilla de los niños (La Mutant, 14 y 15 de diciembre), es una producción de la compañía Perros Daneses, escrita y dirigida por Javier Sahuquillo, y con Laura Sanchis y Roberto Hoyo en el escenario. Un trabajo en el que se mezcla la autoficción, la literatura, la Italia más inspiradora, el crimen de las niñas de Alcàsser, el amor, la pasión e, incluso, una investigación detectivesca. Una obra a la que, como decíamos, nos acercamos hoy a través de su espacio escénico.
¿Cómo definirías la escenografía de La capilla de los niños?
Ximo Rojo: Es una propuesta de espacio flexible.
¿Qué querías conseguir con ella?
La idea era crear un espacio versàtil que pudiera acompañar la evolución de la historia y no implicara complicados movímientos escénicos, y que respondiese a las posibilidades reales de una producción que después debe poder salir de gira. El espacio de La capilla de los niños, al igual que la coreografia de movimient,o surge de una residencia en una casa donde se estrenó, en el festival de Cabanyal Íntim, allí se consiguió algo muy bello y evocador, descubrimos que la cercanía del público, el espacio doméstico y reducido jugaba a nuestro favor. Lo verdaderamente fascinante del montaje es que después, y gracias al tesón de Mara Bonilla en la distribución, se ha podido representar en espacios más grandes como el Rialto o, recientemente, en el inmenso escenario del Palacio de Festivales de Santander y esa belleza y poesía que se alcanzaron en el Cabanyal no sólo se han mantenido, sino que han crecido, cual golem gigante, adaptándose a espacios de dimensiones casi operisticas.
¿Cómo fue el trabajo? ¿Tuviste mucha libertad, muchas indicaciones, algunas referencias/influencias de otras obras (o de cualquier tipo)?
Trabajar con Javier Sahuquillo es un auténtico lujo, porque entiende perfectamente el concepto de trabajo en equipo, deja libertad al equipo de creativos para que las propuestas fluyan en una dirección concreta. Cuando escuchas un texto como La capilla de los niños no hace falta buscar referencias, están todas ahí, en las palabras, todas las pistas están presentes, solo tienes que leerlas, estar atento, escuchar lo que te dicen. Con esas palabras ,Javier nos enseña ese Palermo canalla bajo esas luces de bohemia, esa transición española que apesta a sangre reseca y Ducados y, por supuesto, nos enseña cómo cocinar un buen plato de pasta Davide di Pascuale, todo un libro abierto eso es Javier. Estar a su lado en una producción es como hacer un máster en artes escénicas.
¿Qué crees que aporta (narrativamente, visualmente, …) la escenografía a la obra?
La escenografía es una dimensión más del texto, el espacio está fragmentado para dar respuesta a un texto que funciona como un rompecabezas, los elementos tienen un por qué y son necesarios para que avance la narración. Todo ello bajo la atenta mirada de 4 monjes capuchinos, encarnados en 4 autores universales, 4 referentes que estan presentes en todo momento, velando por nosotros y guiando los pasos de Laura y Rober por las catacumbas de La Capilla.
¿Qué es La capilla de los niños?
Un thriller maravillosamente escrito, dirigido e interpretado, una auténtica joya.