Los mojigatos es el título de la obra de teatro que trae a Gabino Diego a València. Del 1 al 4 de julio en el Teatre Talia. Dirigida por Magüi Mira, a partir de un texto de Anthony Neilson, está cointerpretada por Carmen Barrantes, y nos presenta a una pareja que después de catorce meses de sequía sexual decide buscar una solcuión a su problema haciendo terapia con el público. El actor madrileño aprovecha un descanso en los ensayos y responde, por teléfono, nuestras preguntas.
¿Cómo llegas a la obra?
Llego por la directora, Magüi Mira, con la que hacía tiempo que queríamos trabajar juntos. Me trajo este proyecto que ella había visto en Londres. Además, conocía al autor personalmente. En cuanto lo leí le llamé y le dije que parecía que estaba muy bien y me apetecía mucho hacerlo.
¿Que la directora sea también actriz beneficia a los actores?
Es muy bueno. Cualquier director tiene que, por lo menos, saber qué siente un actor cuando se sube a un escenario. Es importante que haya sido actor, o que conozca bien el oficio. Magüi es una gran actriz y como directora es muy sensible, conoce muy bien a los actores. Y, por otro lado, me siento muy a gusto trabajando con ella, siempre me ha valorado mucho.
¿Los mojigatos es una comedia?
Es una comedia, sí, pero dramática. Hay un drama importante. Pero como en toda buena comedia. Siempre tienen un drama por debajo. La comedia está en que los personajes no puedan conseguir algo. En este caso, estos dos personajes citan al público en el teatro para contarles su problema de pareja. El punto de partida me parece original. Por un lado, te diriges al público, pero por otro discutimos nosotros con nuestros problemas, se hace la cuarta pared. Es una dramaturgia muy interesante. Me gusta mucho la comedia. En general, siempre he hecho tragicomedia, la gente se ríe de lo mal que lo está pasando el personaje.
En València compartes escenario con Carmen Barrantes, que sustituye a Cecilia Solaguren. ¿Cómo afecta este cambio a la obra?
A veces vienen bien cambios así, es interesante. Sobre todo porque Carmen es una actriz fantástica. Ya estuvimos a punto de trabajar juntos en una obra que dirigía La Zaranda, hicimos los ensayos, pero yo al final me tuve que ir a otro proyecto. En El apagón sí estuvimos juntos. Es una actriz que tiene una trayectoria importante, lo primero que produjo ganó el premio Max, ahora es candidata por su nuevo trabajo. Me alegro mucho de que esté aquí, donde, además, lo combina con otros trabajos. Cambiar la actriz permite que el personaje tenga otro punto de vista.
En Los mojigatos cantas.
Fue un invento de Magüi. En su versión hay un momento en el que hay una coreografía en el que los dos personajes bailan, el baile como una metáfora del sexo, si bailas bien haces bien el amor. Magüi dice que si un actor tiene una cualidad, tocar el piano, el saxo, cantar…, cualquier cosa musical que se pueda hacer en directo… eso es oro.
¿Te sientes más cercano al concepto de cómico que se tiene en Estados Unidos, donde interpreta, canta, hace de showman…?
Sí, bueno … (duda) empecé tocando la guitarra en el metro, me gustaba mucho cantar, hacer de Elvis, he estudiado canto. Los actores podemos bailar sin ser Baryshnikov. Y como cantantes no tenemos que ser Pavarotti. Lo importante es que lo que hagamos lo hagamos con dignidad y honestidad y no hacerlo mal. Cualquier persona puede cantar y bailar en cualquier momento. Pero sí es cierto que me gusta hacer de todo. Cuando hice Una noche con Gabino imitaba voces, cantaba, hacía varios personajes…
¿Crees que la cultura se ha vuelto mojigata?
La función plantea todos los problemas que puede haber en una pareja hoy en día. Hay momentos en que lo que propone el autor es a dónde hemos ido a parar, si nos estamos volviendo locos. Hace unos años todos querían ver era Instinto básico y a Sharon Stone y eso ahora es malo, es un pecado. Mi personaje está confundido porque quiere ser un hombre moderno que se comporte bien, no es un tío machista y lucha contra su machismo.
Has trabajado en algunos de los títulos más importantes del cine español (El viaje a ninguna parte, Amanece que no es poco, ¡Ay, Carmela!, Belle Époque…), pero desde hace uno años cuesta verte en la gran pantalla.
Lo último que hice fue Tiempo después, la última película de José Luis Cuerda, que es de 2018. El cine ha cambiado mucho, no solo me pasa a mí, le pasas a mucha gente en la profesión. El cine ha ido por otro camino en estos últimos años. Ahora es difícil encontrar películas como El rey pasmado. Conseguir hacer la última película de Cuerda fue durísimo, tuvieron que intervenir once productoras. Ha cambiado todo mucho.
Cuando me preguntan qué prefiero, si cine, televisión o teatro, siempre digo que lo que quiero son buenos papeles, es el mejor premio para un actor. Y eso lo estoy haciendo ahora con el teatro. El teatro es mi vida. Soy un apasionado del teatro, siempre me ha gustado mucho. Soy feliz. Siempre que me llega un nuevo proyecto, saber que voy a viajar por varias ciudades, me siento afortunado. No veo hacer teatro como algo malo porque no hago cine. Ahora estoy haciendo teatro. Ya vendrá el cine. No soy el responsable de eso. No soy quien decide las cosas. Pero, como digo, es que han cambiado mucho las cosas. Hay directores importantes que no están trabajando y han tenido siete éxitos de taquilla impresionantes en el pasado. No sé quién es el responsable de ello.
Trabajaste en varias ocasiones con Fernando Fernán Gómez, de quien este 2021 se celebra el centenario de su nacimiento.
Me siento muy afortunado de haber trabajado con él. Contó conmigo en tres películas que dirigió y luego coincidimos en Belle Époque (Fernando Trueba, 1992) los dos como actores. Cuando hicimos El viaje a ninguna parte (Fernando Fernán Gómez, 1986) trató de inculcarme el oficio y por eso me trató con dureza. Yo estaba un poco asustado, él me decía “¡y esto lo haces así!». Con el tiempo entendí que me estaba enseñando la profesión y se lo agradezco mucho. Me enseñó muchas cosas, sobre todo era de una generación que vivió el cine de una manera más dura, conoció el oficio de verdad. Me inculcó el estar concentrado, el estar pendiente, el saberte tu texto respetando lo escrito por el autor.
Este año también es el centenario del nacimiento de Luis García Berlanga con quien nunca llegaste a trabajar.
No pude trabajar con él porque, precisamente, estaba haciendo teatro, mi primera obra, La fuerza de la costumbre. Me llamaron para hacer un papel en Moros y cristianos y no lo pude hacer. Con Berlanga, me acuerdo, coincidí en un programa de Canal 9 y yo le dije que quería ser director. Él me preguntó que para qué quería serlo, si era para mandar. Le dije que no, que quería trabajar en equipo. Y me dijo que entonces sí. Dirigir una película es como hacer una reforma en un piso, te tienes que dejar aconsejar y me dijo que así sí, pero que si era por mandar, no.
Antes has mencionado a Cuerda. Él solía decir que tu papel de americano en Amanece que no es poco es de los mejores de tu carrera.
Mi representante de entonces convenció a Cuerda de que yo podía interpretar muy bien el personaje del americano. Cuerda jamás me lo había visto hacer, me vio directamente en el rodaje, con la cámara preparada y me dijo “A ver cómo me lo vas a hacer”. Le gustó. Es un personaje muy trabajado, me lo curré bastante. Cuerda era muy especial dirigiendo, daba mucha libertad, un caso muy raro de director. Tengo muy buen recuerdo de aquel rodaje. Al cabo del tiempo me pusieron una calle en Socovos, fue muy bonito.
Esos consejos que te daban los actores más veteranos a ti, ¿los das tú a las generaciones más jóvenes?
Sí, claro, si puedo ayudar a alguien y dar un consejo que para mí ha sido útil lo doy. Pero, a veces, la gente no quiere que le den consejos. Uno va aprendiendo y va teniendo experiencia y es bueno. Pero ahora mismo a la gente joven los consejos les importan tres pepinos. Yo lo veo por mi hija. Parece que le quieres contar alguna cosa y me siento como el viejecito contándole batallas.
Con Tony Leblanc coincidiste en Torrente 2.
Fue un lujo tener al lado a Tony Leblanc y poder preguntarle cosas. Hemos perdido un poco la costumbre de escuchar a la gente mayor. No hay nada más maravilloso, me encanta, son enciclopedias andantes. También trabajé con Andrés Pajares y era un placer escucharle todo lo que había vivido, actuó con Pérez Prado, conoció a gente muy muy muy importante en esta profesión. Como digo, trabajar con ellos y escucharles es un lujo.
¿Seras director como le dijiste un día a Berlanga?
Tengo que tener muy clara la historia. Igual solo hago un día una película y ya está, no lo sé, pero tengo que estar muy seguro de lo que quiero contar, creer de verdad en ella. Si no, prefiero seguir siendo actor, donde también creo o participo en una película.