Chema Madoz, Ramón Gómez de la Serna, Oliver Sacks o la familia Thierree (con conexión sanguínea directa con Charles Chaplin) son algunos de los referentes que asoman por el dossier de la obra «Habitación 801». Reflexiones o aforismos en torno a lo que vemos, a la mirada hacia los objetos o la realidad. No es casualidad que uno de los libros de referencia del montaje (del mencionado Sacks) lleve por título «El hombre que confundió a su mujer con un sombrero». Y es que no por muy manido hay que rechazar eso de que las apariencias engañan.
Vicente, que vivió como artista las mieles del éxito hace muchos años, recolecta todo lo que encuentra en la calle y lo guarda en su desordenada casa. A primera vista se podría pensar en alguna patología, el famoso Síndrome de Diógenes. Pero, ¿y si la realidad fuera otra? «Habitación 801» (del 19 al 22 de mayo en la Sala Ultramar) es un montaje dirigido y protagonizado por el alicantino Lucas Escobedo, en el que se mezcla la potencia visual y ensoñadora del circo con la fuerza dramática del teatro.
Un espectáculo de la compañía Lucas Locus que nace con la intención de «acercar el mundo de la salud mental al público». Casualmente, las representanciones de «Habitación 801» coinciden con los primeros días del Festival 10 Sentidos centralizado este año en la locura. Una palabra, que los responsables de la obra que nos ocupa, consideran que se utiliza muchas veces con connotaciones negativas hacia los enfermos que la padecen, asociando la misma a comportamientos violentos o actitudes de inutilidad. Cambiar esa percepción o al menos descubrir otra cara de la misma es lo que pretenden invitándonos a entrar en casa de Vicente. Un hombre que se define como «alto, majete y fuerte como un tigre», que está convencido que gusta mucho a las chicas y cuya comida preferida son las olivas.