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Una de las cosas que siempre hemos tenido claras en Verlanga es que la cultura no caduca. Puede que los intereses editoriales o del mercado reduzcan la vida de muchos trabajos a un corto espacio de tiempo, pero esas prisas nos son ajenas. La vida de un libro o de un disco no viene marcada por los tres meses que se supone permanecerá en el cajón o la estantería de novedades, sino por el interés o no de su contenido. Así, en este artículo pueden convivir un álbum publicado el año pasado, otro de principios de este y un tercero que apenas tiene un mes. Y sin necesidad de un hilo melódico común que los una.

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«A l’Ovidi» se publicó en 2015, dentro del marco de celebraciones de lo que se conoció como año Ovidi, coincidiendo con el veinte aniversario de su muerte. Un disco que nace de la iniciativa conjunta de la productora audiovisual L’Esclat y del cantautor Feliu Ventura, y que contó con el apoyo del Centre Cultural que lleva el nombre del homenajeado en Alcoi, de Escola Valenciana, de Mésdemil y de Juan Cascant del Celler La Muntanya de Muro d’Alcoi. Un álbum que se complementa con los vídeos de las tomas acústicas de los participantes.

Un total de quince grupos rinden homenaje a Montllor, siendo, como suele ocurrir en estos casos, más interesantes, aquellos que se llevan la recreación a su territorio. Como por ejemplo, la fantástica versión que Júlia hacen de «Homenatge a Teresa», los aires africanos que salpican la «Montserrat» de Gent del Desert; Gener mezclando el blues, el cant de batre y el folk atmosférico en una «Canço de llaurador» que no tiene nada que envidiar en emotividad a la original; o Talps solventando con nota muy alta la dificultad de convertir el recitado de «Dona’m la mà» en una brillante canción pop. Pero hay más. Están Arthur Caravan, Hugo Mas, El Diluvi, ESIR, Novembre Elèctric o Senior, entre otros, como garantía de un homenaje que hubiera despertado la media sonrisa de Ovidi.

L’Home Brut fueron finalistas a la mejor maqueta en la última edición de los Premis Ovidi (galardones que reconocen los mejores trabajos musicales en valenciano) y han debutado este 2016 con «Cants de balena» (Mésdemil). Once canciones entre el musculoso rock de guitarras de Arctic Monkeys y las tonadas indies más bailables, en la línea de The Killers o The Kooks. Alumnos aventajados, también, de Tardor, han contado con dos de sus miembros (Àlex Martínez y Tono Hurtado) en la producción del disco.

Robustas y contudentes, sus composiciones aún tienen que limar ciertas herencias recibidas de esos referentes (por ejemplo en «El triangle de les Bermudes» o «Buscarem camins») y apostar por desarrollos en los que esas enseñanzas, la ampulosidad o los bucles melódicos sean simples puntos de partida, porque Franz Ferdinand o Muse ya existen. Cuando eso ocurre («Silenci abissal», la casi planetaria «Quietud», la virulencia bien encauzada de «Bifaç» o la épica de brazo en alto de «Brutícia») el disco avanza a grandes zancadas. Lo más complicado para un grupo que empieza es tener buenas canciones. L’Home Brut las tiene. Ahora, está en sus manos elegir crecer verticalmente como Belako o de manera horizontal como Supersubmarina.

«La música entra en ti», canta Isabel Fernández, Aries, en «La fuerza del sonido», como si quisiera avisar del peligro que conlleva escuchar su tercer disco «Adieu or die» (La Castanya / K Records). Un título (tomado prestado de una canción de The Beach Boys) que podría llevar a equívocos sobre su contenido, porque si bien es cierto que rezuma algo de tristeza, está lleno de iluminadas canciones que con estrofas que se repiten a modo de mantra alcanzan la espiritualidad, del modo que lo conseguían las divas del soul años ha, pero con sintetizadores.

¿Se podría hablar de psicodelia? Sí, pero no como Animal Collective o Panda Bear la han estado propagando estos últimos años. Es muy tentador establecer conexiones con Aries, porque las canciones muchas veces giran circularmente sobre ellas mismas a base de repeticiones, pero sus composiciones tienen un factor expansivo que las conectan con los Broadcast de «Tender buttons», El Guincho más descocado y por supuesto el cerebro infinito de Brian Wilson. Pop sin corsés que tan pronto reivindica a la pintora Maruja Mallo como espía a Aphex Twin.