Foto: Tjerk van der Meulen.

Foto: Tjerk van der Meulen.

¿Qué sucede cuando alguien irrumpe en un espacio por primera vez? ¿Cómo nos transforma o nos consuela la presencia de los otros? ¿Qué queda de nosotros en los espacios donde hemos vivido? A esas tres preguntas se intenta responder en «Esquerdes», un montaje circense de la compañía Hotel Iocandi. Una escalera, tres artistas (Tomeu Amer, Griselda Juncà y Joana Gomila), música en directo y el sugerente maridaje entre las acrobacias y la danza.

¿Cuál fue el origen creativo de «Esquerdes»?

Griselda Juncà- El origen creativo son las relaciones entre personas que pasan por un momento difícil y qué tipo de relaciones desarrollan entre ellos. Qué hay de poético y humano en situaciones deshumanizadas. Ese fue el origen primigenio. Después, poco a poco, a medida que avanzaba la creación el concepto se desplazó hacia las «grietas» que hay entre las relaciones humanas. Aquello que no se dice, lo que escondemos, lo que nos separa para unirnos…

¿A qué hacen referencia las grietas del título?

Tomeu Amer- Una grieta es un espacio vacío entre dos piezas que no encajan, separadas o que un día encajaron. Para nosotros, este concepto nos brinda muchas metáforas para explicar la fragilidad y a la vez la fortaleza de las relaciones humanas.

«Esquerdes» se presenta como una obra sobre las relaciones de las personas con los espacios y con otras personas. El hecho de que pueda trasmitir (por algunos de los números que se desarrollan) cierta fragilidad, ¿hay que entenderlo como una definición de esas relaciones?

Griselda- Pues sí, nuestro lenguaje principal es el circo, y justamente la fragilidad, es una de las características de las disciplinas circenses. Enfrentarse con fortaleza a la fragilidad del momento, sea de una situación personal con otra persona o con uno mismo, o sea con la relación de un artista de circo con su objeto. Aceptar que fragilidad y fortaleza van juntos.

Se trata de un espectáculo de circo, pero en el que la música e, incluso, el teatro y la danza tienen presencia. ¿Fue intencionada esa aglutinación o realmente es que es imposible disociarlas?

Tomeu- La verdad es que no nos obsesionamos en definir qué género o qué manifestación artística tenía que ser la más importante, la mezcla fue surgiendo durante el proceso creativo de manera natural. Cada vez es más difícil disociar, ya que las artes escénicas se encuentran en un momento en que se alimentan mútuamente y esto nos parece muy interesante y enriquecedor para la cultura en general.

Hablando del circo, ¿tenéis la sensación de que es algo así como la hermana pequeña de las artes escénicas, que no tiene el reconocimiento o la difusión que merece?

Griselda- Si lo comparamos con las otras artes (teatro, danza, música o cine), está claro que no recibe el mismo apoyo económico ni de difusión. Sin embargo, sí que recibe el apoyo del público, que cada vez es mayor. Queda mucho camino por hacer, pero también es verdad que cada vez hay más teatros y programadores que empiezan a confiar en las producciones de circo para sus espacios. Aún así, nos gusta pedir a los programadores, que sean valientes, ¡que programen circo! y que sea normal poder ir a un teatro a ver un espectáculo de circo, que no sea una excepción, una programación de Navidades o sólo de domingo al mediodía. Hoy en día, hay circo para una gran variedad de público, y todo espectador o programador puede encontrar el espectáculo de circo que se adapte más a su gusto.

«Esquerdes» nace como una pieza pequeña, de la que después se realiza una versión larga (que es la que se representa actualmente), ¿Qué fue lo más difícil en ese proceso de transformación de la obra?

Tomeu- Para nosotros este fue un aspecto muy positivo del proceso creativo. El hecho de empezar poco a poco y poder ir mostrándolo en público, hizo que el espectáculo se cociera a fuego lento, sin prisas y con un contacto directo con la escena. En este sentido nos sentimos muy contentos, y es la manera como queremos seguir trabajando. Las creaciones de circo son procesos largos, necesitan de asimilación física y de mucha repetición para poder seguir una dramatúrgia, para que llegue a ser orgánico y para que no se quede en una exhibición de virtuosismo físico.

Más allá del paso que se produjo de pieza corta a larga, ¿»Esquerdes» es un espectáculo cerrado o varía según el entorno en el que se representa? ¿Hay lugar para la improvisación? ¿Se ha producido algún cambio a raíz de comprobar delante del público que unas cosas funcionan mejor que otras? En definitiva, ¿Va creciendo con cada nueva representación o ese crecimiento se produce precisamente por todo lo contrario, por tenerlo perfectamente todo controlado / guionizado / marcado?

Griselda- Muy buena pregunta. Partimos de la base que nunca, nada, está del todo controlado y ¡qué bien que sea así! Sin embargo, no es un espectáculo de improvisación, sino que lo consideramos cerrado. Esto no significa que no siga creciendo en cada representación y que no podamos abrirlo para incluir o cambiar cosas que se despiertan con la ayuda del público. Así que podemos decir que el espectáculo siempre es un diálogo a tres: entre público y artistas, entre los tres artistas y entre artistas y público. Está vivo y va creciendo en cada nueva representación. Nos gusta decir que es como tener un hijo, que nace, aprende a caminar, a hablar…y todo gracias a inputs externos.

Trabajar tan intensamente con un objeto (una escalera, en este caso), ¿provoca cierta obsesión hacia el mismo? ¿Se establece algún tipo de relación (sin caer en ninguna patología) con él que vaya más allá de su condición de objeto? 

Tomeu- (Risas) La verdad es que de obsesión hacia los objetos de circo…sí suele haber. Pero el vocabulario es peligroso… y si lo cambiamos por «gusto a la repetición», quizás se siente mejor (risas). Hay que tener en cuenta que cualquier disciplina circense tiene su carácter, en este caso la escalera de equilibrios pide mucho del artista porque a primera vista no es una disciplina súper espectacular, como sería un trapecio de vuelo por ejemplo. Pero sí que es una disciplina de precisión, metódica, que permite desarrollar una dramaturgia conjuntamente con la virtuosidad circense.

Foto: Dani Álvarez.

Foto: Dani Álvarez.

¿Qué importancia tiene la música en el montaje?

Griselda- La música es una pieza más, indisociable de «Esquerdes». Joana Gomila ha creado un espacio sonoro expresamente para el espectáculo y que también va creciendo y transformándose. Siempre quisimos que todo lo que apareciera tuviera un valor dramatúrgico, y en el caso de la música tiene un peso muy importante a nivel narrativo.

«Esquerdes» fue galardonada con el premio al Mejor Espectáculo de Circo 2015-Premio Zircolika. ¿Qué papel juegan estos reconocimientos? ¿Qué tiene mayor importancia, la visibilidad que otorgan o la remuneración ecónomica (en el caso de que exista) que conllevan?

Tomeu- En primer lugar, es un reconocimiento del sector a nuestro trabajo que nos puso muy contentos y que nos anima a continuar. Para nosotros lo que nos ha dado este premio es visibilidad y difusión, y llegar quizás a gente que sin este premio no nos hubiera conocido.