Foto: Rosa Borredá.

Federico García Lorca y José Antonio Primo de Rivera fallecieron el mismo año, 1936. Los dos fueron asesinados. No son estas las únicas cosas que les unen, porque según se cuenta en la obra José Antonio y Federico (Carme Teatre, del 6 al 9 de febrero) se habían conocido un año antes en Madrid y «mantuvieron una cierta intimidad durante un tiempo. Como no podían ser vistos juntos en público, su relación se limitaba a dar vueltas en taxi por la capital, siempre con las cortinillas bajadas por precaución».

Jacobo J. Roger firma el texto y dirige este montaje que fue seleccionado en las «Residències de creació de la Carme Teatre 2018/19». Un proyecto que nació «a partir de un artículo que leí en el que se contaba la supuesta amistad que habían tenido. Hablaba de Rosas de plomo, ensayo de Jesús Cotta que ganó el Premio Stella Maris de Biografía Histórica. Este fue el principio. Luego seguí investigando: Ian Gibson, la obra completa de Lorca y los discursos de José Antonio…», explica el propio autor.

Una relación que dadas sus insalvables diferencias ideológicas obliga a preguntar qué parte de ficción tiene la obra. «Por lo visto, Lorca le contó a Gabriel Celaya que se reunían los viernes, el taxi, las cortinillas bajadas», afirma J. Roger, «pero tal vez no fue ni cierto, y era una “mentira de cante chico”, tan de Federico. Todo lo que pudo ocurrir entre ambos es pura especulación. Pero no engañamos a nadie, lo planteamos desde el principio de la obra como una posibilidad, como un “Y si…”. Desde luego la relación de José Antonio con el fantasma de su madre sí que es inventada»(ríe).

De lo que no hay duda es que desde el punto de vista creativo los atractivos son muchos. «La amistad entre dos personajes tan emblemáticos con una meridiana oposición política, la supuesta afinidad (o no) de orientación sexual. Y, sobre todo, que tuvieran que mantener su amistad en la clandestinidad», enumera el dramaturgo. «Ya no hablo de roce erótico, sino de mera amistad y amor a la poesía. Que tuvieran que esconderse para poder verse y hablar de letras».

José Antonio y Federico es un coproducción entre Produccions La Tia Lola y Francachela Teatro, interpretada por Rafa Segura, Vicent Pastor, Isabel Caballero e Isabel Martí, con una puesta en escena que se presume muy pontente. «La idea del taxi es que sea como un limbo particular. España entera cayéndose a pedazos, y ellos se inventan una nube y nada de lo que les rodea existe. Corren paralelas varias realidades: José Antonio y su mamá muerta, Federico ensayando con la Xirgu, el juicio de los mártires y una aparición mariana… No cuento más por no desvelar demasiado».

También la música juega un papel importante en el desarrollo de la obra. Para ello se ha contado con dos asesores de tango, Paco Pizarro y Magda Valles, y el acordeón de Isabel Latorre. «Era un momento en que estaba de moda el tango y la cocaína, por eso una de las piezas centrales es El tango de la cocaína. Los paseos en taxi acaban en lecciones de tango. También está salpicada de alguna frivolidad de Boris Vian que encajaba como anillo al dedo, algún chotis, ya que buena parte de la historia transcurre en Madrid, y Recuerdos de la Alhambra sobrevuela algunos momentos íntimos de la función.

Aunque la obra refleja unos hechos anteriores a la Guerra Civil, la polarización política de la sociedad actual y el clima de crispación que vivimos (incluso el peligro de retroceder a todos los niveles) confieren al montaje de cierta actualidad. «Sí, no descartamos que aparezca cualquier día una cuadrilla de descerebrados neofascistas a reventar alguna función. ¡Esperemos que no, crucemos los dedos! Precisamente de lo que habla el espectáculo es de la posibilidad de amistad entre las dos Españas, y es justo esto lo que pienso que merece la pena contar en este preciso momento de crispación total que vivimos».