Foto: David Ruano.

Foto: David Ruano.

«Campanadas de boda» es el nuevo espectáculo (del 24 de abril hasta el 1 de junio en el Teatro Olympia) de La Cubana. Una compañía que tiene mucho del espíritu que guía a nuestra publicación. Como ellos mismos reconocen se trata de una parodia de la gran parodia que suponen las bodas. A partir de ahí, ya pueden imaginar: humor descocado, comedia gamberra, trazos costumbristas, aires de vodevil, una puesta en escena deslumbrante, un texto muy trabajado, actores que bordan los papeles, mucha diversión y entretenimiento y, por supuesto, alguna sorpresa inesperada.

Son ya 34 años los que lleva La Cubana apostando por una manera distinta de hacer teatro. Muchos montajes, muchas anécdotas, muchos momentos inolvidables. Por eso, le hemos pedido a Jordi Milán, actual director de la compañía y uno de sus creadores, que eligiera los 5 momentos más importantes, o decisivos, de su historia. Se abre el telón y aquí los tenéis:


Cinco momentos que recordamos con gran satisfacción tanto a nivel emocional como sentimental en La Cubana, por Jordi Milán

Foto: David Ruano.

Foto: David Ruano.

Me ha costado escoger cinco momentos importantes en la vida de La Cubana y no sé por qué; quizás porque nadie me lo había pedido hasta ahora, o quizás porque cuando me preguntan qué espectáculo de todos los que ha hecho la compañía hasta el momento es el mejor, a mi entender también me cuesta, siempre termino respondiendo lo mismo: “Yo no he sido padre de familia, pero observo que cuando a un padre le preguntan a qué hijo quiere más, oigo responder en general que a todos por igual». En esta ocasión con “mis momentos” me ocurre lo mismo. Después de darle cuatro vueltas he decidido que en lugar de cinco momentos importantes, voy a escoger los cinco momentos de gran satisfacción que han representado algo a nivel emocional y sentimental para La Cubana.


Octubre 1983 – Una semana después de haber estrenado Cubana´s Delikatessen

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Foto de la web de la compañía.

Festival de Teatro de Sitges del año 1983. Siendo todavía una compañía de teatro amateur, aquel verano fuimos al Festival de Avignon como espectadores. Nos dimos cuenta que el festival de teatro se vivía de otro modo en la ciudad. Allí, les conté una idea que yo tenía de hacer teatro en los escaparates de las tiendas, en los mercados, en la calle, etc. Después de lo que estuvimos viendo en Avignon, aquella idea, no era tan disparatada de llevar a cabo. Allí mismo en el camping donde dormíamos empezamos a desarrollar ideas. Volvimos a Sitges con el tiempo justo y con la idea fija de hacer algo para el festival. La propuesta era sencilla: Conseguir que la gente de la calle se enterara de que durante el mes de octubre en Sitges se celebraba un Festival de Teatro. Le presentamos el proyecto al director del Festival, Ricard Salvat, al que le pareció muy bien la idea, pero estábamos ya en septiembre y los presupuestos estaban cerrados. Le dijimos que daba igual, ya asumiríamos nosotros el coste a cambio que él nos incluyera en la programación del Festival.

Así fue. Lo preparamos todo en un mes con las cuatro cosas que teníamos a mano y el vestuario que nos dejaron madres, parientes, amigos, etc. Tuvimos mucha suerte. Aquel juego, aquella gamberrada hecha en un “plis plas” quedó muy bien, la vio todo el mundo y fue un éxito rotundo. Resultó ser una de las propuestas más comentadas del festival. Se publicaron críticas y escritos en revistas especializadas, desmenuzando y analizando nuestro espectáculo casi que con fórmulas de álgebra. Quedamos perplejos con todos aquellos comentarios que casi nos colocaban en los altares. Realmente nosotros habíamos hecho todo aquello, pero lo habíamos construido como un juego, de una forma muy intuitiva… Nunca pensamos en todas aquellas teorías sociológicas de la comunicación que los entendidos en la materia decían habíamos hecho. Nos salieron propuestas para representar las “Cubana´s Delikatessen” en Barcelona, Zaragoza, Valencia, Granada, Madrid… y en muchas más ciudades de España. ¿Cómo lo íbamos a hacer? No teníamos nada… Nos juntamos todos e hicimos el siguiente planteamiento: Hemos llegado hasta aquí… Ha sido un éxito. Los periódicos han hablado de nosotros y se ha cumplido el objetivo. ¿Qué hacemos ahora? ¿Nos quedamos con el recuerdo del éxito y nos encuadernamos todos aquellas alabanzas y escritos en un álbum? ¿O continuamos?… Todos al unísono, respondimos sin pensarlo: “¡Continuamos!”… La ama de casa dejó a los hijos con el marido, la maestra dejó de dar clases en una escuela, yo dejé de hacer de interiorista, el peluquero dejó la peluquería, el estudiante dejó los estudios… en fin: nos profesionalizamos. A partir de ese momento fue cuando realmente aprendimos. Nada hubiera sido igual si, en aquel momento, la cordura hubiera ganado a la locura. Si llegamos a pensar en lo que luego han sido estos 34 años, no hubiésemos hecho nada. Si nos hubiéramos “cagado en los pantalones”, La Cubana no existiría.


Junio 1989 – El estreno de “Cómeme el Coco, Negro” en el Mercat de les Flors de Barcelona

Foto de la web de la compañía.

Foto de la web de la compañía.

En el montaje del “Coco” pasaron tantas cosas y pasamos tantas penurias y desgracias, que cuando llegó el día del estreno y al final de la función vimos al público de pié aplaudiendo se nos pusieron a todos los pelos de punta.  A pesar de que ya llevábamos unos años funcionando, era todo muy precario y de ayuda poca… Tuvimos la mala suerte de ser una eterna promesa. Continuábamos haciéndonoslo todo nosotros sin cobrar un duro. Pero hemos quedado que íbamos a hablar de satisfacciones, y no de penurias.

El estreno de “Cómeme el Coco, Negro” se hizo en el Mercat de las Flors, pero no dentro del teatro, sino en la calle. Quisimos hacerlo en un entoldado desmontable que se alquiló y se instaló en el acceso principal del Mercat, aprovechando un arco de obra que hay en la entrada principal y que hacía las veces de portalón del entoldado. La gracia del guión consistía en desmontar el espectáculo con el público dentro. Al hacerlo en un entoldado se logró un efecto único. Durante la función, el público estaba sentado en sillas plegables de madera, al quitarle las paredes y los cortinajes del entoldado, que escenográficamente formaban parte del espectáculo, se quedaba literalmente sentado en la calle viendo como a su alrededor, además de las cosas que nosotros les explicábamos desde el escenario, podía ver al camión de la basura o a cualquier persona que en aquellos momentos deambulaba por allí.

Ese día durante la función cayó un chaparrón, por lo que los espectadores no se mojaron porque el techo era de uralita, pero sí que tuvieron que poner los pies en alto para no mojarse del agua que circulaba por el suelo, debido a la pendiente que hacia la calle…. Un caos. Pero fue un gran éxito.

Recordaré toda mi vida el titular de una crítica que salió al día siguiente en El País firmada por Joan de Sagarra que decía “Tonto el que se lo pierda”. Nos emocionamos… Es una de las grandes satisfacciones que aun recuerdo. En un abrir y cerrar de ojos habíamos olvidado todas las penurias que habíamos pasado. “Cómeme el Coco, Negro” es sin duda un punto de inflexión en La Cubana.


Marzo 1997 – El día que Estrellita Verdiales, un personaje de ficción y protagonista de “Cegada de Amor”, fue proclamada fallera de honor infantil de Na Jordana

Foto de la web de la compañía.

Foto de la web de la compañía.

“Cegada de Amor” se estrenó a principios de 1994. Fue otro rotundo éxito de público. El espectáculo fue visto por 1.150.000 espectadores y su explotación duró cinco años. El personaje de Estrellita se hizo muy popular. Una sesentona actriz que se hacía pasar por niña prodigio hizo que en muchas ocasiones se crearan malos entendidos y el personaje de ficción llegara a ocupar lugares que corresponden a la realidad.

Una de estas ocasiones ocurrió en Valencia. Habíamos hecho temporada en Barcelona y Madrid y como es de costumbre íbamos a hacer temporada en la ciudad, durante las fallas del 97 en el Teatro Principal. No me acuerdo bien de cómo fue la cosa, pero se nos propuso desde la Falla Na Jordana proclamar a Estrellita Verdiales fallera de honor infantil. Nosotros, que en aquella época éramos bastante consumidores de revistas del corazón, sabíamos que se hacía falleras de honor a personas con cierta fama, y que después salía la foto de esta vestida de fallera, pero siempre se hacía con personajes reales, nunca se había hecho con personajes de ficción. Todo lo más podía ser la actriz que interpretaba el personaje de ficción a la que se hacía fallera. En este caso era distinto. Era proclamar fallera de Honor Infantil a un personaje de ficción. No nos lo pensamos. Dijimos que sí enseguida. Solo con una condición: No queríamos que Estrellita, o en este caso La Cubana, fuera solo una fallera “florero”, ¡No! Queríamos jugar todas las cartas boca arriba. Si se la hacía fallera, tenía que ser con todas las consecuencias….participando en todo. Por descontado sin hacer sombra a las falleras oficiales de la falla, pero sí que queríamos estar en todos los “fregaos”. Los de Na Jordana, como son gente de mente abierta y además “teatreros de toda la vida”, tampoco se lo pensaron demasiado y dijeron que sí. ¡Vamos a jugar, pues! Desde ese momento, a Estrellita le construimos su correspondiente vestido de fallera, nos hicimos trajes de falleros para todos, hicimos la entronización de Estrellita como fallera en una Fiesta de proclamación, cantamos todos los himnos, participamos en todos los actos, barrimos la falla, comimos, bailamos, y ¡cómo no! fuimos a la ofrenda.

Ese es sin duda el mejor recuerdo que guardamos. Aparte de haberlo pasado en grande, fue una satisfacción enorme haber conseguido unir realidad y ficción de una forma tan natural, sin que nadie se rasgara las vestiduras. Recuerdo que cuando entramos en la plaza de la Mare de Déu, una voz muy ceremoniosa y rimbombante, dijo por megafonía: “Desde el profundo respeto, aquí está Estrellita Verdiales junto a sus compañeros de La Cubana, ofreciendo sus ramos de Flores a la Virgen de los Desamparados”. Conseguimos juntar realidad y ficción y una amistad verdadera con Na Jordana que aún hoy todavía perdura.


Enero 2006 – La Fiesta que se hizo en Barcelona en el Teatro Novedades para celebrar los 25 años de La Cubana

Foto de la web de la compañía.

Foto de la web de la compañía.

Los veinticinco años debíamos celebrarlos en el 2005, pero durante ese año estuvimos de gira con “Mamá, quiero ser famoso”, y no quedó más remedio que postergarlo. “Mamá, quiero ser famoso” se estrenó en octubre del 2003 e hicimos giras y temporadas por toda España hasta finales del 2006. Entre Enero del 2005 y Abril del 2006 hicimos temporada en Barcelona en el Teatro Novedades. Era la oportunidad ideal para hacer la celebración.

La fecha escogida fue el 26 de Noviembre del 2006. Un año después de lo que correspondía y cuando ya habíamos cumplido los 26 años de existencia.
Montamos una tremenda fiesta especial de un solo día, con el objetivo de reunir a todas aquellas personas que habían tenido que ver y habían pasado por La Cubana durante esos años, (actores, técnicos, amigos, familiares, colaboradores, etc.) hasta un total de 1.600 personas.

Aprovechando la escenografía de “Mamá, quiero ser famoso” montamos un espectáculo que con ayuda de imágenes y vídeos se hacía repaso de una manera muy esquemática y rápida a esos 25 años… Interviniendo en directo todas aquellas persona y actores que las habían interpretado. Fue una locura, que funcionó precisa como la maquinaria de un reloj. Encima del escenario 150 personas de todas las épocas que volvieron a vestirse y desvestirse para interpretar los personajes que en su día habían interpretado, tanto de teatro como de televisión. Fue un trabajo muy complejo, sobretodo organizativamente, ¡pero salió! ¡Funcionó de maravilla!. Todo el mundo colaboró, ensayó, participó y ,a su vez, se emocionó.

Al final en un inmenso garaje que hay en el mismo edificio, montamos una gran cena-baile, ambientado y decorado con todas las escenografías y utillerías que se habían utilizado para todos los espectáculos durante estos 25 años. Este tipo de fiesta se pudo hacer gracias a que, desde nuestros orígenes, padecemos el síndrome de Diógenes y almacenamos y guardamos todo lo que hemos usado. En fin, que somos unos basureros… organizados, pero basureros.

Esta fiesta es, sin duda, uno de los momentos que con más satisfacción recuerdo de estos 34 años… El poder estar, junto (aunque solo fuera una en sola noche), a toda la gente con la que hemos trabajado durante estos años, alrededor de un espectáculo “revival” o compartiendo una copa. La Cubana no sería La Cubana sin el grano de arena aportado por cada una de esas personas.


Mayo 2008 – Homenaje al Maestro Juan de La Prada y a la revista del Paralelo de Barcelona

Foto de la web de la compañía.

Foto de la web de la compañía.

Cuando nos inspiramos en 1989 para hacer “Cómeme el Coco, Negro”, aun existía el Paralelo barcelonés y algunos de sus locales más característicos: El Molino, El Arnau, El Teatro Apolo, La Bodega Apolo, la Bodega Bohemia, La alegres chicas de Colsada, etc. Cuando repusimos “Cómeme el Coco, Negro” en 2oo8 en el Teatro Coliseum ya nada de todo eso existía… nuestra fuente de inspiración había desaparecido. Creímos que era de ley ofrecer un gran homenaje a toda esa gran cantidad de artistas que hicieron del Music-Hall y la revista un punto de referencia, sobretodo en Barcelona. Aprovechamos la oportunidad para hacer también un homenaje al Maestro de La Prada, desaparecido hacía poco tiempo y autor de la mayoría de las músicas de “Cómeme el Coco, Negro”.

Nos pusimos manos a la obra: Se trataba de crear un espectáculo en donde se mezclara en un solo espectáculo, y a un rimo endiablado, Ficción y realidad.
Aprovechando la escenografía de la primera parte del “Coco”, fueron pasando por el pequeño escenario actores de La Cubana junto a estrellas del Music Hall de todas la épocas: Lita Claver “La Maña”, Pirondello, Merche Mar, Israel, Pastora Reyes, Amparo Moreno, Toni Torres, Pierrot, Lidia Moreno, Núria Feliu, Eva Sorel, Ondina, Christine, Carmen de Mairena, Regina do Santos y la gran Sara Montiel.

Fue otra de las ocasiones que te da placer poder recordarlas. La satisfacción de haber juntado en una sola noche a tantas figuras y haberlo realizado de una forma ágil, amena y entrañable. Toda la complejidad organizativa quedó olvidada una vez más por la satisfacción de haber realizado una cosa única.