Rocío Molina derriba con sus coreografías cualquier prejuicio o barrera para la creación. En sus trabajos, la danza emerge como una fuerza bruta que canaliza a través de sus movimientos, de sus conocimientos y de sus sensaciones. El flamenco es un ingrediente más, pero su manera de entenderlo no es exclusiva. Es como si lo sacara a pasear para que se impregnará de lo que le rodea, para que curiosee e investigue, para que desde la tradición abrace la experimentación y la improvisación, siempre con base.
Impulso (Teatre El Musical, 23 de noviembre) es su última pieza, una suerte de work in progress que no para de crecer, de mutar, de atrapar al espectador y no dejarle ni pestañear, en la que le acompañan Dani de Móron, Eduardo Trassierra y Yerai Cortés. Aunque nadie mejor que la propia Rocío Molina para contarnos lo que es y lo que no es Impulso:
Impulso es:
➡️ Una performance que nunca más se repetirá de la misma forma.
➡️ Un estado de intensa escucha.
➡️ Una performance donde el temblor, el miedo y la inseguridad tienen su lugar.
➡️ Un trabajo de humildad y compromiso con tu arte y tu persona.
➡️ Un espacio para la sorpresa donde no existe el error.
Impulso no es:
➡️ Un espectáculo.
➡️ Una performance terminada.
➡️ Una muestra de las habilidades del artista.
➡️ Un lugar de control.
➡️ Una performance donde ocurre lo que tienes en mente.