Ni estaba muerto ni estaba de parranda. El Festival de Poesía Vociferio tuvo que tomarse un año sabático obligado en el 2015 por las inclemencias que sufrió el Carme Teatre, uno de sus impulsores junto a la Asociación Cultural El Dorado. Ahora está de vuelta y del 8 al 12 de junio celebrará su quinta edición. Codirigida por Raúl Lago y David Trashumante, se trata del «único Festival existente dedicado a la Poesía Oral y Escénica con la vocación de contestar a una poesía académica, institucionalizada y elitista, que se había escindido, en cierta medida, del público en general».
Más de sesenta participantes compartirán su manera personal de entender la poesía. Sin límites estilísticos, escénicos, gestuales o geográficos. Ni siquiera de edad. En la programación conviven el jóven Miguel Ángel Fernández, de 22 años y de Puertollano (Ciudad Real), adicto a los versos de intensidad emocional con el tremendismo que solo pueden dar ciertas edades; con Pedro Toledano, al que la jubilación le hizo ahondar en su pasión poética y conocer y defender a ultranza a los jóvenes poetas (a los que dedicó una de sus obras) frente a esos otros a los que les falta «ritmo, armonía, cadencia, emoción y talento».
De estas cinco cosas sabe mucho el valenciano Enrique Falcón, tan comprometido social y políticamente como alejado de cualquier dogmatismo o atisbo panfletario. Y aunque haya dejado escrito «Mi poesía dice cosas cada vez más raras» («España y poesía, viejita y regañada», del libro «Porción del enemigo»), sus textos son contundentes, certeros, claros y vivos, muy vivos. Adjetivos que encajarían a la perfección en cualquier definición que hubiera que hacer del triplete que forman encima de un escenario Cavallo (Elies Fuster y Pep Ahuir), Hugo Mas y el trompetista Alan Welch. Una especie de free punk jazz no apto para indolentes.
El vigor de la voz, la fuerza de la palabra y el poder escénico confluyen en algunos de los autores más interesantes del Vociferio. Es el caso de Antonio Díez, capaz de lanzar misiles con ironía; Pablo Cortina, un malabarista de los vocablos que escupe nervio y comicidad a partes iguales; Ana Elena Pena, nadie escribe mejor que ella sobre la fragilidad adictiva del amor; Juan Leyva, maestro en el difícil arte de tejer un fondo lírico a la realidad gris (o no) del día a día; Mr. Perfumme o la hilarante verborrea del cronista de los mundos paralelos; Núria Martínez-Vernis, con sus versos angustiosos, pero liberadores de tensiones acumuladas; David Sarrión Galdón y sus puñetazos con olor a tabaco, licores y viejos discos de Nick Drake; Dani Orviz, expandiendo el concepto escénico del género hacia el infinito y más allá; o el menú completo que ofrecen Cafè de fel (Letícia Marrades + Key Dey + Kontxi Lorente) en el que los límites entre la poesía y el jazz se evaporan.
Más nombres que no hay que pasar por alto: Mar Benegas (cuentos y poesías con la sensatez de tratar a adultos y niños con respeto y cariño), Chiwaka (o la mezcla imposible entre sonar contemporáneo y clásico a la vez), Luci Romero (Federico García Lorca con un colt en la mano), Francisco Benedito (carnalidad y ternura caminando juntas), David Barberá (cuando lean este nombre acudan siempre, nunca defrauda), María Eloy- García (el costumbrismo metafórico de sus textos elimina la palabra «antónimo» del diccionario), Dani Modro («Si esperáis poesía que hable de amor seguid a otros», dice en su twitter), David Vid (cierren los ojos y disfruten), Ha venido un ciego (Luis J. Lambas + Paul Itfish o la poesía en 3D) o Éncar Reig (inspiradora unión entre versos, danza y música).
Precisamente, la relación entre música y poesía está muy presente en esta edición del Vociferio. Desde las invisibles fronteras entre el rapeo y el recitado que establece Le Fay hasta el hip hop – swing de Río Muten y los Frescos de Altamira, pasando por el encuentro refrescante entre electrónica y tradición de Malvares de Moscoso; el rock and roll, blues, rockabilly o punk con tupé de Tumba Swing y las imprescindibles presentaciones de Don Rogelio J entre canción y canción o la alucinante (y necesaria) anomalía sonora de Mansilla y los Espías.
Hay más. Programación completa, horarios y entradas en la web del festival.