La compañía Yllana presenta su nuevo espectáculo Greenpiss. Un desmadre eco-ilógico (del 13 al 15 de mayo, La Rambleta) y os proponemos 6 razones para no perdérsela:
1.
Porque ante los problemas graves del mundo, y el calentamiento global es uno de ellos (si no, ¿de qué este clima cambiante que sufrimos últimamente?) la ironía y la sátira son un buen vehículo de reflexión para como ellos dicen, no dejar a nadie indiferente. La frase de “siempre nos quedará el humor” parece inventada por la compañía.
2.
Por sus cuatro actores, Fidel Fernández, Luis Cao, Juanfran Dorado y Jony Elías (además de Raul Cano en alternancia), que en esta obra se metamorfosean en activistas (aka Greta Thunberg), gallinas, árboles, especuladores, políticos o pingüinos, haciendo uso de un repertorio gestual hilarante que es seña de identidad de este teatro de la locura, porque al fin y al cabo, vivimos instalada en ella.
3.
Porque Yllana es teatro en estado puro y a la vez que productora, dirige un compendio de escuelas transmisoras del arte escénico para todas las edades, una actividad que desarrollan desde 2012, desde Madrid para el mundo, y que nos recuerda la importancia y eficacia del teatro en las nuevas concepciones educativas. Educar al futuro para proteger el futuro dado que nosotros no hemos podido hacerlo.
4.
Por su voz en off, la de un patrocinador llamado Nonsanto, alter ego de una multinacional tan conocida como odiada, diana de todas las protestas de los grupos ecologistas. Que trae también a la palestra las contradicciones de nuestro día a día, en el que consumimos productos de empresas que con un simple “greenwashing” (para entendernos, un lavado de imagen a lo verde) ocultan sus malas praxis, y nosotros tranquilos en la ignorancia.
5.
Porque se podrá reír y mucho en Greenpiss, pero también habrá silencios, los que provocan las interrupciones de nuestra inconsciencia ecológica, que nos impide por ejemplo que podamos contemplar la matanza de una animal en el matadero y a la vez que sigamos consumiendo carne de explotaciones intensivas, o por poner otro ejemplo, que nos afanemos por reciclar el vidrio, echando también en el contenedor verde la bolsa de plástico que contiene las botellas. Un lapsus para tranquilizar nuestras conciencias.
6.
Y por último pero no menos fundamental, porque en esta obra la quinta pared es la más importante: el público se convierte en arte y parte y destinatario del mensaje y es por eso que la compañía lo hace partícipe del desmadre ecológico que no ha venido por casualidad y entienden que el lema “juntos es posible” se puede aplicar desde las butacas sin perder la sonrisa.