Hace cuatro años, en la Fundación Bancaja, se pudo ver una de esas exposiciones que exprimen el verbo deleitar. Bajo el título de València Jazz. Perdido Club i altres veus d’una eclosió musical, se trazaba un recorrido por el jazz en València durante dos décadas (años 70-90). En Verlanga, dimos buena cuenta de ella en un artículo en el que destácabamos que «hay una fotografía que resume, perfectamente, el sentir de la muestra. La firma Jose Aleixandre, es de 1981 y encuadra la entrada al Perdido Club, con protagonismo absoluto para su cartel de neón. Allí está todo, lo local y lo universal. La cercanía de una sala de Ruzafa y el sueño de creerse al otro lado del mundo. El magnetismo de unas luces hacia una realidad con un índice de seducción bastante peligroso. La música, la noche, el humo, las copas, las melodías, … la posibilidad de arrancarse de un tirón la pesadilla rancia del pasado. Y con la mejor banda sonora imaginable».
Tanto el contenido como el continente de la muestra empujaban al visitante hacia un universo que desaparecía al abandonar la sala, al clausurarse la exposición, refugiándose en la memoria de los más privilegiados. Ahora, es posible recuperar esos ecos del pasado, porque en la web de la Fundación Bancaja han puesto a disposición de todo el mundo su catálogo, para leer y consultar de manera gratuita. Casi 120 páginas de una parte importante de la historia de la ciudad.