La Universitat de València acoge una exposición inmersiva que rescata la memoria de un enclave único dedicado al cuidado de personas con lepra.
«Fontilles fue una ciudad escondida, que siempre necesitó ser mostrada». Con estas palabras, los comisarios de la exposición Fontilles, la ciudad escondida invitan al público a adentrarse en la historia de un enclave singular, que abre sus puertas en el Palau de Cerveró de la Universitat de València.
La exposición, que puede verse hasta el 22 de junio de 2025, propone un recorrido inmersivo por este espacio oculto en la Marina Alta alicantina, fundado a principios del siglo XX para acoger a personas afectadas por la lepra.
A través de una selección de objetos, documentos, fotografías y testimonios, la muestra explora el legado material e inmaterial de Fontilles, un lugar que, aunque concebido para ser invisible, necesitó constantemente ser mostrado para conseguir los recursos y apoyos necesarios para su supervivencia. «Había sido construida para ser invisible, pero necesitó mostrarse para garantizar su existencia», explican los comisarios de la exposición, los historiadores Antonio García Belmar, Inés Antón Dayas e Imma Mengual.
La ciudad de Fontilles, cuyo nombre proviene del valle en el que se ubica, nació como un proyecto de aislamiento para personas afectadas por la lepra, una enfermedad entonces estigmatizada y asociada al rechazo social. Sin embargo, su historia fue más compleja que la de un simple refugio: fue un lugar de vida, trabajo y cuidado, que a lo largo de más de un siglo acogió a más de 2.000 personas, entre enfermos y cuidadores, que vivieron allí aislados del resto del mundo. Durante todo este tiempo, la ciudad atravesó periodos de gran dificultad, incluidos cambios políticos, guerras y dictaduras, pero siempre se mantuvo viva gracias a la colaboración de instituciones, organizaciones religiosas y la comunidad local.
«Fontilles fue un lugar en el que los habitantes vivían separados por barreras físicas y sociales, pero al mismo tiempo compartían una vida común», destacan los comisarios. A lo largo de los años, el aislamiento se convirtió en una forma de vida, pero también en una paradoja, ya que, aunque la ciudad estaba construida para mantenerse alejada del mundo, era necesario mostrar su existencia para atraer la atención y los recursos que garantizaban su funcionamiento.
La arquitectura de Fontilles
La exposición también hace un recorrido por la arquitectura de Fontilles, que fue diseñada para reforzar ese aislamiento. «El diseño de los edificios, la separación de los espacios entre los sanos y los enfermos, y la construcción de una muralla que rodeaba el valle, tenían como objetivo garantizar que las personas afectadas por la lepra no se encontraran con el resto de la población», explica Inés Antón Dayas. Los planos y mapas originales conservados de la ciudad muestran cómo los espacios comunitarios, como la iglesia, el teatro y los lugares de trabajo y ocio, estaban dispuestos para permitir la convivencia sin contacto físico entre los diferentes grupos.
Este proyecto ha sido posible gracias a la colaboración de la Universidad de Alicante, la Universitat de València, la Universidad Miguel Hernández y la Fundación Fontilles, junto con el apoyo económico de la Sasakawa Health Foundation. La exposición se complementa con un catálogo que aborda la historia de Fontilles y el impacto de la lepra en la sociedad, así como la transformación del lugar en la actualidad.
Fontilles no solo representa una parte de la historia de la lepra en la Comunitat Valenciana, sino que también es un ejemplo de cómo una comunidad puede surgir y sobrevivir en circunstancias extremas, unida por la solidaridad y el deseo de garantizar una vida digna para sus habitantes.