Los cumpleaños si son compartidos dan mucho más de sí. En este 2019, el IVAM sopla velas por su treinta aniversario, la Universitat de València suma 520 años de historia y La Nau dos décadas. Y en lugar de esperar regalos, entre todos ellos nos han hecho uno, la exposición Gent i llocs, Gabriel Cualladó en la colección del IVAM, que se puede visitar en La Nau hasta el 8 de diciembre.
Gabriel Cualladó (Massanassa, 1925 – Madrid, 2003) empezó a hacer fotografías cuando nació su primer hijo, con una cámara Capta que le había costado 90 pesetas. No tenía ningún afán artístico, sino simplemente quería hacer fotos familiares. Fue tal la decepción cuando fue a revelarlas que, tal y como cuenta en esta interesantísima entrevista, de 1997, en Nueva Revista, decidió comprarse otra máquina mejor y acabó, por consejo del dueño de la tienda, acercándose a la Real Sociedad Fotográfica. El resto es historia.
Una historia de la que esta exposición recoge cerca de doscientas fotografías (todas ellas gelatina de plata sobre papel) de lugares y personas, tal y como anticipa el título de la misma. Dice su comisario, Álvaro de los Ángeles, en el catálogo de la muestra, que Cualladó «no se planteó con sus fotografías algo más que hacer lo que hizo: intentar convertir su entorno próximo y su círculo de influencia, mayor cuanto más se fue consolidando su trabajo, en imágenes poéticas». El propio de los Ángeles, dijo en la rueda de prensa de presentación, que siempre hacía la misma foto, aunque el resultado fuera distinto.
Gabriel Cualladó, que fue el primer ganador del Premio Nacional de Fotografía (en 1994), nunca se consideró un fotógrafo profesional, de hecho nunca abandonó su trabajo por la cámara. Gran coleccionista, admiraba el trabajo de Eugene Smith, no intervenía en las fotos más allá de corregir la luz, alguna vez, durante el revelado y nunca pretendió intelectualizar su trabajo. Prueba de ello es la sencillez con que titulaba sus obras. Como si quisiera mantener el máximo grado de pureza tanto en su relación con su trabajo como el que pudiera tener la gente con sus imágenes.
En la exposición Gent i llocs, hay retratos de familiares, amigos y vecinos; visitamos el Rastro de Madrid o París; saludamos a habitantes de la Albufera o nos quedamos atrapados en la magia de la Cervecería Alemana. Gente y lugares, que muchos años después de ser inmortalizados siguen vivos. Como la obra del propio Gabriel Cualladó.