Ahora que algunos partidos políticos y determinados medios de comunicación se esfuerzan en presentar una versión edulcorada de lo que fue el franquismo, exposiciones como Prieta las filas (Museu Valencià d’Etnologia, hasta el 8 de septiembre de 2019) son más necesarias que nunca. Frente al tendencioso e interesado revisionismo histórico, nada mejor que la bofetada que supone pasear por la pequeña sala que acoge la muestra. Una clase magistral de memoria histórica.
Con el subtítulo de Vida cotidiana y franquismo, tiene como objetivo «analizar a través de los objetos de la época, la influencia del régimen y la asunción de sus valores por parte de la sociedad española». Cómo la propaganda y el control paranoico de la vida pública y privada se asentó en España durante la Dictadura de Franco, alcanzando incluso a los juegos de mesa infantiles.
Visitar Prieta las filas es como viajar a una realidad paralela, un mundo distópico, que por desgracia existió, en el que la represión, el miedo, la exaltación panoli al líder panoli, mantuvieron encadenado a un país a lo largo de cuatro décadas, como consecuencia de un golpe de estado, de los de verdad. Solo ciertos guiños pop involuntarios, como un refresco, una diminuta lavadora o un televisor Emerson de los sesenta, suavizan un discurso que no puede ser otro, por más que los sellos, algunas ilustraciones o los resultados de una jornada futbolística despierten cierta curiosidad despolitizada.
La exposición traza un recorrido cronológico siguiendo la implantación del nuevo y tétrico régimen, pasando del revanchismo y odio inicial hacia los derrotados, a la construcción de una nueva realidad obsesionada de manera enfermiza por honrar a Franco. Sigue con el asfixiante adoctrinamiento político y religioso hacia los más pequeños, la eliminación social de la mujer y la sonrojante complicidad y colaboración de las autoridades eclesiásticas. El maquillaje final del franquismo (sigue siendo chanante que alguien hable de apertura) continua oliendo a rancio años después y no hace olvidar todo lo contemplado antes, desde las cartillas de racionamiento hasta los certificados de libertad condicional.