El verano de 2012 daba sus últimos coletazos cuando la abuela de Pedro Mecinas se trasladó a casa de su familia a vivir. La mujer tenía 86 años y una delicada salud de hierro. Mecinas, por entonces, buscaba un tema para su proyecto final de máster. Quería que fuera algo muy personal, así que decidió documentar con su cámara la última etapa de la vida de una de las personas que más quería. Nacía así «Mi abuela en casa». «Mi objetivo principal era mostrar una realidad que muchos no conocen, o que conocen pero realmente no saben cómo es. Me refiero a la situación de nuestros mayores en el actual período de crisis social, económica y moral en Occidente, concretamente en España, ya que es lo que nos afecta. Al mismo tiempo pretendía hacer una pequeña reflexión de la vejez y de cómo ven las personas mayores nuestra contemporaneidad. Y, por último, es un homenaje a la figura de mi abuela, que, como cualquier otra, ha marcado mi niñez y también mi madurez», explica el fotógrafo.
En las instantáneas se puede ver a la mujer en la cama, fregando, sentada a la fresca, haciendo un puzzle, bañándose o en la cama de un hospital. Siempre con la mejor cara posible. «Mi abuela era encantadora, la mejor modelo que he tenido nunca (risas), siempre dispuesta a hacerme caras divertidas, a estarse quieta sin que yo le pidiera nada … e incluso ¡a ponerse una camiseta de Iron Maiden!». Se trata de un proyecto con varios años de recorrido, pero su vigencia sigue siendo absoluta. «Creo que éste es un proyecto atemporal, porque siempre existirán las abuelas (risas). No, en serio, creo que es así porque es una situación muy común en los hogares de nuestro país. Una situación que no es nueva y con la que muchas personas ajenas a mí han empatizado».
El fotógrafo encontró inspiración en el trabajo «Days with my father”, del artista Phillip Toledano. Por algunas de las imágenes se intuye que el proyecto «Mi abuela en casa» pudo resultar especialmente duro al tener que conseguir que prevaleciera el profesional sobre el nieto. «Lo que fue duro no era hacer el proyecto, las fotos salían solas y siempre se producían situaciones “fotográficas”. Lo difícil era tener a una persona mayor en casa como mi abuela, con múltiples dolencias y discapacidades. Las fotos son muy sencillas, cualquiera podría haberlas realizado. Lo difícil era la situación».
Pedro Mecinas tiene una especial atracción por lo cercano como motor de su obra, no sólo por este trabajo en torno a su abuela, sino también por el resto de sus proyectos. «Es uno de mis principios que la fotografía hable de lo cotidiano, de aquello que nos toca de cerca. Muchas veces el fotógrafo busca lo exótico, hasta yo mismo lo busqué y me fui lejos buscando nuevos motivos. Pero la verdad, y tras múltiples experiencias, es que lo que más gusta es lo que tienes cerca». Esa fue una de las premisas que guió «Operación Churro», llevada a cabo estas últimas Fallas junto a Jorge Isla. «Personalmente, siempre he renegado mucho de las Fallas. Creo que cuando se pertenece a una ciudad o a un pueblo y en estos se celebran unas fiestas, las personas que vivimos en ellos adoptamos dos posturas diametralmente opuestas: o las odiamos o las amamos. Yo decidí posicionarme, tratar de sacar un provecho de ello, y mi amigo Jorge, que viene del Norte, me inspiró con la genialidad que lo caracteriza y me dijo que por qué no hacíamos algo más allá de beber ron por las noches. La verdad es que nos atraía mucho ese mundo de churros, lucecitas de neón y olor a fritanga, y fue bastante divertido realizar este proyecto. Tan sólo quedábamos, dábamos un paseo mientras tomábamos unas latas de cerveza e íbamos hablando con los churreros que nos parecían más retratables. Todos los dijeron que sí y fueron encantadores, ¡menos uno!».
El resultado es una adictiva galería alrededor de esos puestos que parecen mutar en naves extraterrestres cuando encienden sus llamativas luces y expulsan humos como si fueran a despegar. Un proyecto que cuesta imaginar en otro soporte distinto a la fotografía. Una disciplina que Pedro tiene muy claro porqué la escogió. «La fotografía es única, se rige por unos principios distintos a los de cualquier otra disciplina. Los fotógrafos no son artistas, son sólamente “fotógrafos”, y la fotografía es una forma de ver el mundo única y personal y de contar historias del mismo. Es una presentación del mundo, no una representación, como podría serlo la pintura».
Momento, pues, para la cuestión del millón: ¿Fotografía analógica o digital? Mecinas empieza respondiendo con una irónica pregunta: «¿Existe la fotografía digital? (risas). Me explico, la Fotografía, como tal, ha sido, es y siempre será analógica. Otra cosa es que ahora se dispare con cámaras digitales y se emule al análogico. Me hace mucha gracia cuando la gente obvia esto y considera al mismo nivel una cosa que la otra. Por poner un ejemplo, para mí, entre una fotografía de retrato a un sujeto, tomada una con una cámara analógica y otra digital -usando los mismos valores a la hora de disparar- tendrá siempre más valor la analógica, por el mero hecho del medio. Quién quiera obviar la importancia del medio sólo se engaña a él mismo. Personalmente estoy harto de debatir sobre estas cuestiones, y que cada uno trabaje en el medio que quiera, pero siempre admiraré y valoraré más a aquellos que siguen revelando sus propias fotografías en un cuarto oscuro. Poder tirar 300 fotos hasta sacar una buena ha hecho que cualquiera pueda ser fotógrafo, pero no cualquiera puede coger un carrete de 36 fotos y sacar 5 buenas».
¿Y qué debe transmitir una fotografía para ser una de esas cinco buenas? «Pregunta compleja… Creo que la fotografía debe de enseñar, que no debe de ser simplemente un planteamiento estético de color, plano y enfoque/desenfoque. Veo proyectos con una carga estética impresionante, muy bonitos y que dan ganas de imprimírselos para poner las fotos en la pared, pero que después de eso no hay nada. Creo que una fotografía necesita de una cualidad básica por parte del fotógrafo: la implicación. A partir de esa actitud que cada uno decida sobre qué quiere que verse su trabajo».
A Mecinas se le acumulan los proyectos. «Actualmente estoy trabajando sobre mi reciente viaje a la India, en el que estuve recorriendo el Norte del país en tren. Por otro lado, tengo un encargo de contenido social para una revista y estoy trabajando sobre el pueblo rumano afincado en España». Pero por encima de todo tiene un deseo de futuro: «¡Viajar! ¡El fotógrafo tiene que viajar! «, porque la cotidianeidad de las cosas se puede encontrar en cualquier lado. Y la camiseta de Iron Maiden le sienta bien a todo el mundo, aunque será difícil que encuentre mejor modelo que su abuela.