El fotógrafo valenciano Juan Terol lleva años retratando lo que le llama la atención en sus paseos diarios por las calles de València. Un magnífico trabajo que va publicando en su instagram. Series de imágenes que le toman el pulso a la ciudad al tiempo que documentan su día a día. Fotografía de calle en estado puro que alcanza otros sentidos más allá de la vista a quien las mira. Un inventario de seres humanos tan variado como adictivo o reconocible. Una realidad sin puesta en escena alguna, absolutamente fascinante.
¿Cómo empezó todo? ¿Qué es lo que pretendes con estas series de fotografías?
La verdad es que llevo muchos años recorriendo la ciudad y registrando con la cámara aquellas cosas que me llaman la atención. Revisando todo ese material me doy cuenta de que está lleno de abstracciones y detalles estéticos donde el color y las formas dominan casi por completo el conjunto de mis fotografías. Aparece alguna interacción de personas pero en menor medida.
En el invierno de 2020 con la llegada del Covid y el obligado encierro doméstico no podía seguir con mi rutina habitual de paseos y tuve que hacer algo muy distinto. La ventana del lugar donde trabajo en casa era el único sitio donde podía observar la calle en esos tiempos de tanta confusión. Al cabo de unos pocos días de observación me quedé bastante perplejo con la nueva realidad que la situación nos había traído repentinamente. Las personas que andaban por la calle empezaban a llevar disparatados atuendos cuando el uso de mascarillas aún no era generalizado. Pañuelos, pantallas de metacrilato, gafas de buzo… una vez pasó un tipo con una especie de máscara antigás, un auténtico delirio. Pensé que debía de coger la cámara y hacer algo con todo eso que estaba pasando pero no sabía muy bien cómo hacerlo. Justo enfrente de mi ventana había una persiana magenta de un negocio de esteticién, se me ocurrió que ese podría ser un buen marco de referencia para aislar a las personas del entorno. Y eso hice, con el uso de un objetivo de 200mm podía disparar justo en el momento en el que pasaran por el lugar que había elegido. A partir de ahí mis días de encierro dieron un giro importante, dediqué horas y horas a disparar desde mi ventana, por un momento pensé en el James Stewart de La ventana indiscreta y me sentí identificado también con un francotirador. Cuando pasaron los meses y ya pudimos salir a la calle también tuve que detener la serie que llamé PERSONA/PERSIANA.
Creo que a partir de esta serie mi interés en fotografiar a la gente creció de una manera exponencial y desde ese momento mis paseos con la cámara fueron muy distintos, ahora solo me fijaba en las personas y en cómo se comportan. De repente surgió esa energía inagotable, un cambio de obsesión de lo que captaba mi atención.
El hecho de que haya surgido esta energía inagotable y esta constancia para salir a la calle todos los días no tiene que ver con ninguna ambición ni con un proyecto cerrado. Quiero seguir haciéndolo mucho tiempo e ir mejorando el miedo o la torpeza que implica fotografiar a la gente sin permiso ya que a veces puede resultar algo violento. Y alguien se puede molestar, pero esto no se trata de fotografiar individuos sino más bien de captar la energía del lugar donde vivo. Me gusta mi existencia y me siento como un extraño mirando ahí afuera, pero para mí es importante encontrar evidencias de eso en otras personas.
En la mayoría de fotos aparecen seres humanos. ¿Por qué te has centrado en ello? ¿Cuánto hay de «estudio sociológico» en ello, de documentar la calle?
Mi trabajo consiste en salir a la calle y señalar las cosas que llaman mi atención, pienso: “esto es divertido, esto me parece bello, esto es extraño”… ese tipo de cosas. Me he dado cuenta que para tratar cualquier tema relacionado con la cultura es imposible hacerlo sin las personas, así que esa sobrecarga visual y emocional hace que quiera tener un registro.
No sé si puede ser un estudio sociológico, me doy cuenta de que el trabajo es inmenso antes de poder tener respuestas a preguntas como esta y a lo mejor no hay respuestas. Es difícil saber lo que es porque ni yo mismo sé lo que es. Sé que dedico mucho tiempo en hacerlas y mejorarlas, también en ver fotografías de otras personas…quiero hacer el trabajo, seguir mi instinto y ver a dónde me lleva. Por ahora tengo el ritual que consiste en salir todos los días, andar 10 ó 15 kilómetros, es importante invertir mucho tiempo en observar, así acabas encontrando cosas que no te esperabas. Salir todos los días y fallar una y otra vez, dejar escapar un montón de imágenes que no has podido atrapar y de vez en cuando traerte a casa alguna cosa que no está mal. Es como estar conforme con tu vulnerabilidad y renunciar al control. Supongo que lo que hago con mis fotos es mi respuesta natural a la cultura que me ha tocado vivir y al lugar y a la gente que vive en mi entorno.
¿Qué te aporta la calle como escenario y los viandantes como modelos desde el punto de vista fotográfico?
La calle tiene mucha energía, es difícil de explicar. Cada día es distinto aunque haga los mismos recorridos. Últimamente con la llegada masiva de turistas ando un poco más aturdido porque aunque es imposible no contar con ellos tampoco quiero que tengan demasiado protagonismo, pero a la vez tampoco puedo dejarlos fuera como si no estuvieran inundando la ciudad.
Fotografiar a la gente sin llevarme la cámara a la cara me ha costado bastante tiempo de dominar, hacerlo desde la cintura y en vertical hace que pierda muchos encuadres, pero para mí es muy importante que la gente no se sienta observada ni violentada por un menda que pasea con una cámara pegada a la cadera. Por otro lado, me interesa que las imágenes sean 100% espontáneas y huyo de los retratos conscientes, aunque a veces es imposible porque no soy invisible. La gente me aporta todo lo que necesito en cuanto a mi nivel de atención, siempre te sorprende una cosa u otra de lo que hacen. ¿Qué más se puede pedir?
¿En estas fotos se prima la inmediatez, el captar lo que está ocurriendo frente a otras prioridades fotográficas como el encuadre o estas también se tiene en cuenta pero adaptadas a las necesidades de estas instantáneas de fotografía de calle?
Para mí el encuadre es importante, pero a veces dependiendo de la acción puede llegar a ser secundario. Siempre me fijo en la luz disponible y, si puedo, espero a disparar cuando todo cuadra, la luz, la persona o el fondo. Sin embargo todo sucede muy rápido y lo normal, como he dicho antes, es renunciar al control y dejarte llevar por los acontecimientos.
Voy tropezando en la oscuridad como todos los demás, solo que yo tengo todas estas pruebas que parece que sigan un hilo y donde parece que hay alguna intención. Pero se parece más a un deporte porque tienes una ciudad más o menos grande y tú no puedes estar en todas partes, así que hago lo que puedo.
No localizas el lugar donde están hechas las fotos. ¿Es intencionado? ¿Qué zonas de València sueles visitar?
El lugar es lo de menos, podría ser cualquier ciudad más o menos concurrida, no pierdo el tiempo en localizarlas. Antes de fotografiar personas obsesivamente, recorría la ciudad sin destino y casi siempre huyendo del centro y recorriendo los barrios más periféricos. Ahora es completamente al revés. El centro me proporciona toda la energía que necesito, toda la gente que necesito. Así que ahora me muevo por las calles más céntricas, busco donde haya más bullicio, donde la gente vaya a su rollo de arriba para abajo y de abajo para arriba, igual que yo.
¿Tenías algún trabajo fotográfico como referente a la hora de hacer estas series?
Referentes hay muchos para mí. No es necesario etiquetarlos como fotógrafos de calle porque ni siquiera pienso que yo lo sea, pero la lista de autores y autoras sería inmensa. Se me ocurren algunos nombres como Saul Leiter, Ernst Haas, Gianni Berengo Gardin, Bruce Gilden, Robert Frank… tengo las estanterías llenas de libros de referentes, sin ellos nada tendría sentido. Ellos tiraron de un hilo sacando a la luz imágenes que a mí me atraen y amo y yo intento hacer lo mismo.
¿Las fotos las haces con cámara o móvil?
Siempre con cámara y una óptica fija de 40mm. Es una focal que me permite tener un plano más o menos acorde al de la vista humana y me da un poco mas de ángulo que un 50mm y no tanto campo de visión como sería la focal típica de calle que es el 35mm.
¿La gente se suele dar cuenta de que son fotografiados?
La interacción con las personas que fotografío es nula e inexistente, pero a veces es difícil que no me sorprendan haciendo la foto. No me gustaría tener la sensación de ser percibido como una amenaza y mi intención nunca es la de arruinar el día a nadie, pero prefiero hacer la foto que no hacerla y luego ya veremos lo que sucede. No estoy contando la historia de nadie en particular de forma que tergiverse su individualidad, aunque es posible que alguien se moleste al aparecer en una historia que no va con ella y que no es su experiencia. Por ahora no me he encontrado con nadie que quiera partirme la cara o que me pida demasiadas explicaciones. A medida que este inmenso trabajo avance supongo que iré encontrándome con diferentes situaciones. Puedo entender que alguien se moleste porque le haya hecho una foto sin su permiso pero todo se puede hablar y lo que sucede en la calle es público.
¿Ha surgido, durante este tiempo, alguna anécdota tanto haciendo alguna de las fotografías como después al publicarlas?
Como digo no me han pasado demasiadas cosas en ese sentido, también soy consciente de que soy un desconocido absoluto, me falta mucho por aprender y mi interacción en redes sociales es muy baja, prefiero perder el tiempo haciendo las fotos y mejorando cada día.
Una señora sí que me paró un día y me preguntó si le había hecho una foto a su marido cuando pasé a su lado. Le dije que sí y me exigió que la borrara y eso hice sin más explicaciones. De repente, me entraron ganas de volver a sacar mi cámara de película.
¿Hasta cuándo se prolongarán las series? ¿Hay intención de que tengan una posterior vida en formato exposición o libro?
Como he dicho antes, el trabajo por ahora es inmenso y lo que más me preocupa es conseguir mejores imágenes cada día. Aprender de los maestros y llevarlo a mi propia experiencia. Supongo que algún día me sentaré en el ordenador e intentaré poner algo de sentido a todo esto, pero por ahora no tengo ninguna intención de cerrarlo en un libro ni en una exposición, solo en seguir con mi ritual, ver a dónde me lleva todo esto, pensar en que toda esta constancia me lleve a responder preguntas que ahora mismo ni me planteo.
Lo único que sé es que mucha gente antes que yo, tremendamente talentosa, han dejado su semilla documentando la realidad de su tiempo de mil y una maneras. Si hay algún valor en poner mis esfuerzos en la documentación más o menos creativa de mi existencia y que alguien pueda seguirla igual que hice yo ya sería suficiente. Seguir y seguir con este trabajo interminable. Es la mejor excusa que encuentro para no parar.