Tania Castro. Foto: Reme García.

La exposición Jarque. La càmera i la vida (Museu Valencià d’Etnologia, hasta el 2 de febrero) es de esos acontecimientos culturales que marcan la agenda de una ciudad. La reivindicación (y revisión) de la obra del fotógrafo valenciano era necesaria. Y, sobre todo, hacerlo como se ha hecho en esta muestra (de la que ya os hablamos aquí), imprescindible catálogo incluido.

La también fotógrafa Tania Castro (que ya pasó por nuestras páginas para recordar su primera vez profesional), directora del PhotOn Festival, ha sido la encargada de comisariar la exposición. Una ardua labor, con muchas horas de trabajo y un resultado excelente. Por unos minutos, Tania deja de mirar por el objetivo de su cámara y se convierte en el de nuestras preguntas.

¿Cómo surge la exposición de Jarque y cómo llegas a ella como comisaria?

Como sabes, desde PhotOn Festival llevamos ya unos años reservando un espacio para rendir homenaje a fotógrafos que son iconos de la fotografía valenciana y creemos no se les otorga el reconocimiento que merecen. Nosotras, como una pequeña asociación sin ánimo de lucro, tratamos de hacer todo lo que podemos y es una labor que nos encanta acometer pero que sin duda alguna requeriría una propuesta más formal y comprometida por parte de las instituciones públicas.

Incluir a Jarque en nuestros homenajes era una idea que ya teníamos en la cabeza pero que se reafirmó al escuchar, en un coloquio en La Rambleta, a Eva Mañez solicitando visibilidad para la obra de Jarque. Ese año, 2017, estábamos trabajando con el archivo de Collado, otro grande, pero tomamos fiel nota de las palabras de Mañez para la siguiente edición.

Con esa intención en la cabeza solicitamos reunión con Paco Tamarit, director del Museu Valencià d’Etnologia, para proponerle volver a exponer en el museo y, además, haciendo un merecido homenaje a Jarque. Trabajar con Tamarit y su equipo es una delicia y apreciaron rápidamente la importancia de dicho homenaje.

Llegar al comisariado fue natural puesto que era una propuesta nuestra y además yo tenía un especial interés por hacerlo, Jarque fue mi profesor en la Escuela de Artes y Oficios y dejó una profunda huella en mi aprendizaje académico y personal.

España. Años 70. Foto: Francesc Jarque.

¿Qué ha significado para ti trabajar en este proyecto?

Como comentaba en la anterior pregunta, Jarque fue mi profesor. Y no puedo resistirme a contar una anécdota, para mí, más que significativa.

Yo tenía tres trabajos por aquel entonces para pagarme los estudios. Uno de ellos de camarera en un restaurante mexicano, como no. Muchas de las tardes en las que tenía clase con él no podía asistir debido a mis horarios de trabajo. La suerte quiso que dicho restaurante estuviera justo delante de su casa y al acabar las clases, camino de su casa, Jarque se detenía en el restaurante, se sentaba en la barra y me decía: » una cerveza y te cuento lo que he dicho hoy en clase».

¡Era una persona así de generosa!

Ha significado mucho para mí poder adentrarme en su archivo, que pasaran los meses sentada en la misma mesa en la que él se sentó viendo sus diapositivas y originales, sintiéndolo cerca, preguntándome qué pensaría si me viera revolviendo sus fotos y tomando decisiones sobre su obra. Muchas veces me reía sola al imaginarlo diciéndome «¡estas loca! ¡cómo vas a dejar fuera esa foto!».

¿Y lo mejor y lo peor de ese trabajo?

Lo mejor, volver a aprender de un maestro que me enseñó mucho en su momento y que, desde la distancia, lo volvía a hacer. Compartir horas y horas con sus hijas, Ana y Encarna, y con su hijo, Andrés. Son unos seres humanos increíbles y se ha creado un afecto mutuo que jamás podré agradecer lo suficiente.

No ha habido nada que pueda calificar de peor. He tenido la infinita suerte (y entiéndase en modo latino, profundo, pasional, desgarrador y totalmente entregado) de poder trabajar con el equipo del Museu Valencià d’Etnologia y descubrir al inmenso profesional Manel Flor, diseñador de la sala, que se han volcado en este proyecto y lo han convertido en un camino de aprendizaje y ternura.

No ha habido obstáculo o dificultad que no se haya compartido y solucionado entre todos, con el plus de hacerlo de buen rollo y acabar pegándonos unas risas.

Casetas de veraneo. Playa de la Malva-rosa. Finales de los 70. Foto: Francesc Jarque.

¿Qué destacarías de Jarque como fotógrafo?

¡La mami que te dio vida! ¡qué pregunta, todo!

Su compromiso con la fotografía, con la sociedad, con la memoria. Su creatividad inagotable. La falta de miedo a la hora de crear y experimentar. Su generosidad a la hora de compartir, de educar, de transmitir sus conocimientos. ¡Y esto solo para empezar!

¿Su obra y su manera de trabajar han influido en fotógrafos posteriores?

A Jarque le llamaban el Pope sus compañeros de trabajo. He oído a muchos fotógrafos decir que cuando comenzaban en el mundo de la fotografía se acercaban a enseñarle sus trabajos, a pedirle opinión. Era una referencia en el mundo fotográfico, en el editorial y en el intelectual.

Fue una gran escuela trabajar con un profesor que no se acomodaba en el pupitre y veía su vida resuelta. Él era un fotógrafo que enseñaba, pero sobre todo un fotógrafo que creaba. Y siguió creando hasta el final. Eso es una escuela para todos, yo incluida, por supuesto.

¿Con esta exposición se hace justicia con Jarque en València o este debería ser solo el principio de algo más?

Este debería ser solo el principio, la llamada de atención, queda mucho que estudiar y escribir sobre su obra y su persona.

Jarque comenzó a trabajar a los quince años, eso es en 1965, y no dejó de hacerlo hasta pasados los 2000. Esta exposición hace un resumen, un esquema básico, de su archivo de los 60 a los 80.

Falta profundizar en cada tema incluido en la muestra y falta una exposición de todo su archivo posterior. Aunque lo que verdaderamente haría falta es una fundación, una institución, dedicada al estudio e investigación de su obra y, por supuesto, de la obra de grandes fotógrafos de la Comunidad Valenciana.

Es una vergüenza que no contemos con estudios en profundidad de autores que han registrado la memoria gráfica de esta comunidad. Un grave error que no se hayan tomado las medidas adecuadas para ponerlos en valor y darlos a conocer como se merecen.

Club de jubilados. Foto: Francesc Jarque.

¿Ha habido alguna colaboración con la exposición que se puede ver en el Ayuntamiento? ¿Crees que son complementarias?

¡Al inicio del proyecto se consiguió lo inimaginable! Paco Tamarit puso a todas las entidades que desarrollaban propuestas sobre Jarque a trabajar en común. Eso es, nada más y nada menos que, al Ayuntamiento de València, el Consorci de Museus y nosotros. Hicimos una reunión todos juntos para conocer las ideas de cada uno y poder llevarlas a cabo sin solaparnos.

El Ayuntamiento trabajaba ya sobre el tema de València y en principio nosotros no debíamos incluir ese tema. A pesar de ello, y debido que realizábamos un catálogo extenso, pensé que había que incluir una breve introducción de València. Intercambié varios mails con Ana Teresa Ortega y visité su exposición antes de terminar mi comisariado.

Por supuesto, creo que son complementarias.

¿Qué diría Jarque de la exposición que has comisariado?

(Ríe) ¡Prefiero no pensarlo! aunque lo he hecho mucho. Él decía, allá por los 70: “Había que tramar, urdir, ironizar, veníamos de largos años con la palabra apagada, limitaciones sin límite y criticas ahogadas». Creo que, lamentablemente, últimamente se han abierto caminos oscuros que nos devuelven a esa zona gris y él seguro que diría que habría que haber aprovechado la ocasión para ser más atrevidos, más guerreros, más polémicos, que habría que haber pintado, rayado, grafiteado las paredes y quemado fotos.

Eliseu Climent, Vicent Andrés Estellés, Fernando Martínez Castellano y Vicent Garcés. 1979. Foto: Francesc Jarque.