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Nombre: Gloria Román. Edad: 24 años. Lugar de nacimiento: Cartagena. Lugar de residencia: Valencia. ¿Cómo definirías tu actividad artística? Actriz empedernida.[/su_note]
La trayectoria de Gloria Román es corta, porque es joven, pero intensa. Se ha formado con pasión, consciente del bien que esto aporta a ella misma y a la profesión. Y seguirá haciéndolo en cualquier disciplina de la que beba el teatro. Una actriz que gestiona la técnica y la intuición con la seguridad del que tiene muy claro como manejarse, y a la vez, dejarse llevar. Método e intuición.
¿Por qué eres actriz?
En mi familia no hay actores, pero mi madre estudió Historia del Arte y siempre me ha inculcado el amor por la cultura, acercarme al arte… Quizás la vena artística venga por ahí. Aunque el hecho de ser actriz, igual viene más por mis tías que aunque no son, para mí tienen espíritu de artistas, y desde pequeñas con la más joven de ellas nos disfrazábamos, jugábamos juntas, imaginábamos historias… Pero el motivo concreto por el que soy actriz no lo sé, es como la pregunta de “¿qué es la vida?”. Creo que las inquietudes que te surgen como adulto tienen que ver con las cosas que te pasan en la infancia. En el colegio tuve una profesora muy creativa que, con apenas seis años, nos enseñaba a memorizar textos como un monólogo de “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, que me lo sé de memoria como si fuera mi padre nuestro. Son personas que dejan una huella en ti.
¿En que momento pensaste que ya eras actriz?
No fue un día exacto. Durante la etapa de formación en la escuela aparecen las dudas de si realmente es lo que quieres hacer. Esa sensación de ser actriz surge cuando estás trabajando un personaje de una obra y ocupa todo el tiempo de tu vida, no te lo puedes quitar de la cabeza porque llena todo tu cuerpo, tu alma, te acuestas y te levantas pensando en ello… es ahí cuando te percatas de que es eso lo que quieres hacer. Forma parte de tu vida.
¿Qué es para ti la interpretación?
Tenía una profesora que decía que interpretar es ponerte un vestido y unos zapatos de otra persona, y a partir de ahí aprender a andar con su cojera, con su risa, con sus cosquillas, … La interpretación tiene que ver con esto. En el ser humano existe desde la Antigüedad y tiene que ver con empatizar, con encontrar en ti lo que hay en otros, y en los otros cosas tuyas.
¿Qué importancia le das a la formación de un actor o una actriz?
Pienso que la formación es muy importante para un actor, porque parece que no se tome a veces, en serio esta profesión, y es una manera de hacerla seria. Igual que en todas las disciplinas artísticas hay una técnica: pintura, música, danza, escultura…, la técnica del actor existe y esto ha de estar formalizado. Aunque haya actores que nazcan con un don y ya llevan ese plus, pero para valorar la profesión es importante que exista la formación.
En tu caso, además es muy diversay no sólo centrada en la interpretación propiamente dicha. Has hecho cursos de clown, manipulación de objetos y materiales…
El teatro es la disciplina que más atrapa elementos o esencias de las otras artes. Nunca puedes llegar a trabajar libremente, si no erez capaz de gestionar un poco todas esas otras disciplinas. Aunque corres el peligro de saber un poco de todo y no estar especializado en nada, pero bueno…
Ya que hablamos de estudios, te titulaste en la Escuela Superior de Arte Dramático. ¿Crees que es necesario ese título para ser actor o actriz?
En la práctica, el título tal vez no sea necesario, a no ser que sea algo oficial o para una oposición. No es tanto el papel del título como tener una base o unos conocimientos que te hagan “sabio”, y es una palabra peligrosa, sobre tu profesión. Mejor tener una técnica a la que agarrarte por si algún día el don te falla. O por si un día la inspiración no viene.
¿Cómo es tu proceso creativo a la hora de preparar un personaje?
Empiezo a partir de un análisis biográfico, si ha existido en la vida real; si no, a través del texto, en el que siempre tiene unas notas biográficas sobre su personalidad, relación con los otros… Luego igual eso se queda en segundo plano, y es más un trabajo sensorial o intuitivo, en mi caso. A partir de emociones, olores, imágenes de cuadros, músicas… Parece místico pero no lo es, en el proceso de creación de un personaje siempre aparece algo de esto. Es bastante científico: esas imágenes que han llegado en una primera lectura libre de prejuicios, luego siempre aparecen. Parto de algo analítico pero luego funciono muy intuitivamente.
¿Cuál ha sido tu mejor experiencia teatral como actriz?
De las últimas, ha sido con «Cyrano de Bergerac». He sentido un ambiente súper professional pero a la vez un compañerismo muy fuerte. Mientras trabajaba sentía que aprendía de ellos. He tenido algunas experiencias fascinantes con Eva Zapico porque como creadora, conecta mucho con mi imaginario. Me gusta su surrealismo, su visión, su punto de vista, a veces, feminista… Y eso me encanta de ella.
¿Prefieres textos clásicos o contemporáneos?
Es interesante ser capaz de afrontar cualquier texto porque cada uno te enseña cosas diferentes. Tal vez, y es peligroso decirlo, a mí me interesan más los textos contemporáneos porque me puedo identificar más con ellos, ya que sus motivos son más cercanos a la época que vivo. Pero un texto clásico, tiene como unas pasiones y unos conflictos que aunque son lejanos son muy emocionantes, conectas con aspectos que quieres despertar. Está bien trabajar ambos. Me identifico más con los textos contemporáneos, pero me muero de ganas por hacer clásicos.
¿Qué es lo mejor y lo peor de tu profesión?
Lo mejor es poder vivir de ella. Puedes quejarte por mil cosas, enfadarte por mil motivos, pero cuando estás trabajando es un placer inmenso incomparable con cualquier cosa. Una amiga dice “me da la vida”, y realmente, es eso.
Lo peor es cuando estás empezando, acceder a un circuito que te dé seguridad, poder involucrarte tanto como te gustaría porque tienes que combinarlo con otros trabajos, o porque tienes que estar preocupada de llegar a final de mes… Eso es lo peor, el acceso. Aún así cuando estás trabajando todo compensa, es tan placentero que se te olvidan los males.
Has hecho alguna incursión en la dirección («National Modern Gallery», «Sobre la tumba de Tin Hinan»,… ), ¿lo haces para crecer como actriz o por necesidad creativa?
A mí me gustaría no cerrarme puertas. Me siento actriz hoy por hoy, pero hay otras ramas dentro de esta profesión que me parecen igualmente interesantes. Como director, no estás subido a un escenario, pero tienes toda la responsabilidad de lo que está sucediendo. Incluso últimamente, me siento muy interesada por el trabajo del regidor que está escondido, pero que está en el escenario y de él depende toda la función, sin que nadie lo sepa. Él participa de la magia del teatro. En mi caso, la coodirección viene más por gusto, “vamos a hacerlo nosotros, a ver que nos sale”, por experimentar, que porque quiera dedicarme a ser directora. Suelen ser casos con amigos, por divertirnos.
¿Qué actores son tus referentes?
Mis mayores referentes suelen ser mis compañeros. Son de los que más aprendo: de lo que me dan en escena, de lo que me ofrecen, de los riesgos en los que me ponen… Pero si quieres nombres concretos de actores que me fascinen, en Valencia hay muchísimos. Eva Zapico es una de las personas que más me ha influido, me enamora ver a Mercè Tienda actuar, Àngel Fígols me parece una bestia… Si te digo nombres me quedo corta. Internacionales, últimamente estoy muy interesada por Denis Lavant, un actor francés que he visto en teatro y que es muy camaleónico y transformista. Tiene eso de lo bello en lo monstruoso.
¿Es difícil ser actriz en Valencia?
Realmente no. Si quieres trabajar o crear en Valencia tienes espacio y posibilidades de hacerlo.
¿Es difícil vivir de ser actriz en Valencia?
Eso es bastante más difícil. Pero pienso que lo es, también, en Madrid, Barcelona o donde vivas. Ahora mismo la profesión está en una situación bastante precaria. Es como que el círculo de los actores que trabajan no está cerrado, pero está bastante redondito. Lo difícil es entrar dentro de ese círculo. Sería interesante que de vez en cuando, abrieran grietas para que los actores jóvenes pudierámos trabajar con los más experimentados. Es como se aprendía antes en el teatro, y es muy enriquecedor. Vivir de esto es complicado tanto para el que empieza, como para el que ya lleva años.