El hombre que quiso conocer a la luna de Elena Hormiga, editado por Edelvives, es uno de esos libros que por su argumento, dibujos e, incluso, por su tamaño, te atrapan entre sus páginas y no te sueltan hasta que aparece la palabra Fin. Para los indecisos, allá van 5 razones para leerlo:
1.- Elena Hormiga.
En sus ilustraciones parece que siempre ocurra algo o vaya a pasar en un instante. Combina los colores de manera acertadísima; huye (voluntariamente y con éxito total) de los volúmenes perfectos y nunca renuncia al sentido del humor. Un pack ante el que resulta imposible no caer seducido. A todo eso, en este libro hay que añadirle un texto que seduce e hipnotiza por partes iguales.
2.- La historia.
Los que busquen una historia corriente ya pueden irse a tomar un refresco porque este libro no les va a saciar. Un pescador y un comerciante pelean sobre si la luna y el sol son dos seres distintos o uno. A partir de ahí, el primero de ellos se lanza a la aventura de confirmar su teoría. Una tortuga y un erizo tienen mucho que decir al respecto. Basada en una leyenda maorí.
3.- El tono.
Me gustan los libros que mantienen un aire infantil, esten dirigidos a un público menudo o adulto. Pero eso no significa que me refiera a papillas trituradas. Creo que no siempre hay que darlo todo masticado y que cualquier idea que tome el camino contrario siempre repercute en la imaginación de los mocosos. El libro de Elena Hormiga ha optado por ello.
4.- La edición.
Edelevives se ha sacado de la manga una edición bien chula de El hombre que quiso conocer a la luna. El papel, el tamaño, la calidad visual, … Leer, tocar, oler,… placeres que ni el libro electrónico, ni la 3D podrán transmitir nunca.
5.- El premio.
Opiniones hay tantas como chicles. De todos los tamaños, formas y sabores, así que para los que mis palabras les produzcan la misma atracción que un pepino para mí, añadir que el libro de Elena Hormiga ganó el I Premio Internacional Álbum Ilustrado Edelvives con un jurado lleno de gentes con criterio.