Doce canciones. Un motivo. Dos pasiones juntas. Con todos ustedes, la pintora y dibujante Paula Bonet y 12 canciones para pintar:
A mí me hubiera aliviado hablar en tercera persona de mí misma, no solo por las ventajas que ofrece (especialmente si uno habla de sí mismo en esa tercera-primera persona que son tan a menudo las novelas y cuentos), sino porque me siento, por momentos tan lejos de cierta mí misma como lo puedo estar del pelo que me han cortado y barren en la peluquería, o de la uña que me limo y vuela al aire hecha polvo. Yo no soy «aquello», lo perecedero que formó parte de mí y ya nada tiene que ver conmigo. Soy lo otro. Pero ¿qué? (Victoria Ocampo. «Darse»)
Todas las canciones que he agrupado en este listado me golpean con fuerza las escuche las veces que las escuche. A veces son puñetazos duros y directos que me sacan del letargo y me dicen que estoy viva, que me deje de tonterías y no desaproveche ni un segundo, que esto va en serio. Otras me acarician y hacen que me sienta en casa, estén mis pies en Belice o en Santiago de Chile. Otras veces me hacen llorar. Las llevo aquí dentro y aparecen de vez en cuando en mis dibujos y pinturas. A veces me apropio de las letras sin darme cuenta y las escucho saliendo de mi boca. Confundidas entre mis palabras.