1- València tiene, a veces, algo de Britney Spears. En su cara, aunque restaurada y arreglada, luce las secuelas de los años locos. En el 95, el bus no el año, camino de La Marina, se vislumbra algún tramo abandonado de lo que fue el circuito de la Fórmula 1. Por suerte, las ruinas que dejó la Copa América ya no son tales. La ciudad megalómana que algunos idearon en su cabeza, aquella que por ejemplo quería albergar los Grammy Latinos, comienza a ser historia. Y es cuando parecerse a Britney Spears alegra, pensando en que podíamos haber acabado como Lindsay Lohan.
2- En La Base de La Marina, precisamente, se presentó esta semana la candidatura de València a Capital Mundial del Diseño en 2022. Una iniciativa privada apoyada por la administración pública y con el consenso de las distintas fuerzas políticas. Ya no se trata de grandes eventos, sino de eventos grandes. Dejar de ser el amigo millonario que invita a todo para ganarse el falso cariño ajeno, el pagafantas de turno, y ser el amigo que quiere poner en valor lo suyo. Mirar hacia fuera desde dentro. Y, por eso, lo mediterráneo será el eje sobre el que basculará la candidatura. Lo que el resto no puede ofrecer.
3- Aún queda mucho camino (hasta marzo del año que viene se pueden presentar candidaturas y hasta octubre no se sabrá la ciudad escogida), pero el otro día se respiraba optimismo. Y también cierto orgullo. Orgullo profesional. En la comida posterior que hubo, tanto los impulsores, como diseñadores, como los representantes de las entidades privadas promotoras coincidían en transmitir buenas vibraciones. Que en la presentación se antepusieran los beneficios sociales y culturales que tendría para la ciudad conseguirlo frente a los económicos (que también llegarían) es una clara señal de que las cosas se están haciendo bien. Porque los fuegos artificiales siempre se deberían dejar para las celebraciones.