Teruel existe. Y como en todas las ciudades hay jóvenes con ganas de enamorarse, practicar sexo, emborracharse, leer, soñar con otras vidas y cantar «La vida sigue igual» en un karaoke. «Solo si te mueves» (Xordica Editorial) de Aloma Rodríguez habla de ello y de muchas otras cosas más. Cuenta el verano, trabajando en Dinópolis, de una estudiante de Filología Hispánica que quiere (o quiso) ser actriz y sus relaciones con su novio, sus compañeros de trabajo, su familia y los distintos disfraces que tendrá que enfundarse. La novela es como una de esas canciones de tres minutos a las que resulta imposible desengancharse: rápida, pasional y adictiva.
Empecemos por el final, por el capítulo de agradecimeintos. Allí coinciden dos nombres a los que admiramos mucho en Verlanga y que ya no están: Sergio Algora y Félix Romeo. ¿Qué importancia tuvieron ambos en tu novela?
(Aloma) Sergio Algora y Félix Romeo son dos personas fundamentales en mi vida. Trabajé en el bar de Sergio, el Bacharach, en Zaragoza, durante un año y medio, hasta su muerte, y aprendí mucho de él: de su manera de ver el mundo, de disfrutar de la vida. Presentó mi primer libro, París tres (Xordica, 2007) junto a Ismael Grasa, y en la presentación dijo que en realidad lo que todos los lectores estaban deseando leer era “Dinópolis dos, la precuela”, que es un poco lo que es esta novela.
Félix Romeo ha estado en mi vida desde siempre, prácticamente. Su aliento, su ánimo y su generosidad me han marcado, también su exigencia consigo mismo. Su aportación concreta a esta novela fue el título: él me sugirió que utilizara algún verso de las canciones que cantábamos en los espectáculos de Dinópolis, que escribió Juanjo Javierre, de Los Mestizos, y elegimos “solo si te mueves”. Además, poco antes de morir leyó el manuscrito y me dio algunos consejos generales sobre la novela que espero haber aplicado.
«Solo si te mueves» recrea una estancia laboral tuya en Dinópolis. Cuándo estabas trabajando allí, ¿eras consciente del material que estabas acumulando, en tu interior, para una novela futura?
Creo que no, normalmente cuando las cosas te pasan, no eres del todo consciente de la importancia que tendrán para ti. Creo que estaba más preocupada por no quedarme dormida, saber llegar a Dinópolis, hacerme la comida y no caerme en los espectáculos que en cualquier otra cosa. Además, cuando estuve trabajando allí, no sabía que era escritora. Pero siempre me he fijado mucho en las cosas, aunque solo fuera para poder contarlas a mis amigos y mi familia.
¿Cuándo descubriste que detrás de aquella experiencia había una historia que contar?
Poco antes de publicar París tres, que escribí sin ser consciente de que me estaba convirtiendo en escritora, empecé a pensar en esta novela. Me puse a escribir y hay una primera versión en tercera persona y mucho más coral. En medio, casi para desatascarme, escribí un libro de cuentos que de alguna manera me acercaba al universo de Dinópolis: muchos de los cuentos hablan de trabajos precarios y de teatro amateur. Lo que me interesaba era contar ese mundo particular y frágil de los actores en un entorno atípico, el parque temático, en el que parece que el tiempo está detenido, y una historia de amor en diferido, porque el chico no está.
«Solo si te mueves» es una novela de aprendizaje en la que no falta de nada: amor, sexo, alcohol, dudas, … aunque, curiosamente, no es tu primer libro.
En realidad, creo que los tres libros son libros de aprendizaje. Me gustan mucho las novelas de aprendizaje, y es un género en el que me siento cómoda y que más o menos conozco: siempre estoy aprendiendo. Me gusta hablar de los primeros trabajos y las primeras veces y también de lo que cuesta decidir cómo queremos ser. Una de las razones por las que escribo es para tratar de entender el mundo y a mí misma un poco mejor, también para contar la vida, y en la vida hay amor, sexo, alcohol y dudas. Sobre todo, lo último.
¿Y qué relación guarda con tus dos libros anteriores?
Si tuviera que ponerlas en orden cronológico, Solo si te mueves sería la primera, después París tres y por último, Jóvenes y guapos (menos el primer cuento, que iría en primer lugar). Los tres libros comparten una protagonista, que es también la narradora y Barreiros, el personaje masculino, aparece en París tres. Comparten, además, un tono, un sentido del humor y un estilo similar: los tres están narrados en presente y en primera persona. Aunque son independientes, con esta novela tengo la sensación de cerrar un ciclo, tal vez el ciclo del aprendizaje. Creo que no hay que permanecer demasiado tiempo en posiciones cómodas para no apoltronarse.
El humor está muy presente en la novela, ¿trabajaste intencionadamente o la propia historia te pidió ese tono?
El humor es muy importante para mí y creo que es el prisma a través del que miro todo. Si no tuviera sentido del humor y no tratara de entender la vida desde ese prisma, habría cosas que no habría podido asumir. Por otro lado, siempre he pensado en esa novela como una comedia (Miguel Mena la llamó “comedia romántica paleontológica”). Creo que desde el humor se puede hablar de muchas cosas y no me gusta nada la solemnidad. Las personas más inteligentes que conozco tienen un gran sentido del humor y yo trato de cultivarlo cada día.
Una de las cosas que más destacan en «Solo si te mueves» es su galería de personajes y lo bien desarrollados que están. Nunca llegas a echar de menos a ninguno porque el que aparece en ese momento es igual de interesante. ¿Te llevó mucho tiempo definirlos?
Sí, la mayor parte del trabajo de esta novela han sido los personajes. En las primeras versiones había muchos más y tenían más protagonismo. Pero quise reducir su presencia, que aparecieran casi como fogonazos, y que se tuviera la sensación de que los podríamos seguir, pero se ha decidido no hacerlo. Quería que cayeran bien sin ser necesariamente buenos o perfectos, que fueran humanos. En el fondo, la narradora es más observadora que exhibicionista, por eso mira a los demás más que a sí misma. Y mucho de lo que sabemos de ella, lo sabemos la relación que tiene con los demás: por oposición a los otros o por identificación. Creo que los tres grandes personajes de la novela son Barrreiros, Adrián y Julia. Aunque les tengo mucho cariño a todos.
Otro de los logros de la novela es como en unos entornos como Dinópolis o Teruel consigues un aire tan urbano sin que chirríe, pudiendo trasladarse lo que ocurre a una ciudad más cosmopolita como Nueva York o Londres.
Esa es una de las cosas que aprendí de Félix Romeo y de Sergio Algora: se puede ser moderno y cosmopolita desde Zaragoza, Teruel o donde sea. Y se pueden hacer buenos libros que sucedan en cualquier parte y hablar de cosas universales. En ese “desacomplejamiento” han sido fundamentales escritores como José María Conget o Igancio Martínez de Pisón, que han sido espoleta para que otros escritores como Eva Puyó, Rodolfo Notivol, etc. escribieran libros zaragozanos y universales. Me preocupaba mucho el tratamiento del espacio, de la disposición de la ciudad y el interior del parque. Al principio, cuando contaba que pasaba en Teruel, había una reacción que era mezcla entre rechazo y sorpresa. Es una de las cosas que llama la atención de los lectores y, sin embargo, Teruel es una ciudad bastante literaria.
El libro tiene un aire muy cinematográfico, tanto en estructura, tramas, personajes,… ¿Crees que se puede percibir la influencia de alguna película concreta en él?
El libro está lleno de citas, a veces encubiertas, a veces declaradas, de películas. Aparece La princesa prometida, Indiana Jones, Parque Jurásico… Mientras estaba trabajando en esta novela, apareció Adventureland, una película que me encanta y que sucede en un verano en un parque de atracciones. La novela comparte muchas cosas con la película: la sensación de campamento, estar en un sitio en el que no quieres estar, la relación con los compañeros, etc. También pensaba en Cuento de verano de Éric Rohmer, una de mis películas favoritas, que cuenta una historia de amor fallido. Y pensaba en las películas de Sofia Coppola.
Una vez terminada de leer, poder ver este vídeo es todo un detalle y un regalo para los lectores. ¿Qué es en realidad? ¿Cuál era la intención al grabarlo?
Es una pieza sin pretensiones que hice con ayuda de grandes amigos: Lorena Hernández Tudela y Eduardo García Castro y con los sabios consejos de Jonás Trueba. La idea me surgió después de ver el maravilloso corto A story for the Moddlins, de Segio Oksman. Es una cosa muy sencilla: grabé las fotos reales de mi paso por Dinópolis con fragmentos de la novela en los que se habla de unas fotos que se hacen de recuerdo. En general, la descripción que da el texto no coincide con lo que hay en la foto. Es una manera sutil de explicar la diferencia entre la ficción y la realidad. Me alegro de que te haya gustado.
La ilustración de portada de Clara León es magnífica. ¿Le diste alguna indicación? ¿Pudo leer la novela antes de dibujarla?
Clara León es una de mis pintoras favoritas. Tiene, además de un gran talento, un gran sentido del humor y hace muchas cosas, además de pintar. Hizo la portada en medio de un rodaje en Buenos Aires y una exposición en Madrid. Leyó la novela, una versión no definitiva, antes de hacer la portada. La idea de que fuera una chica desnuda con la cabeza tapada siempre me sedujo, pero el resultado supera con creces mis mejores sueños.
Has sido elegida nuevo talento Fnac por este libro. ¿En qué crees que puede beneficiar a tu carrera? ¿En qué consiste la elección?
No me gusta hablar de carrera, porque hace que esto parezca algo calculado y creo que escribir tiene que ver con otra cosa. Ser Nuevo Talento Fnac, además de ofrecerme material para bromas (como llamarme Miss Fnac), supone una mayor visibilidad en las tiendas Fnac y, por tanto, la posibilidad de que el libro llegue a más lectores, que es lo importante.
Durante la novela hay referencias a escritores, series de televisión, músicos,… pero ¿cuales son los gustos personales de Aloma Rodríguez?
Soy muy agradecida, me gustan muchas cosas muy distintas. Entre mis directores favoritos están François Truffaut, Éric Rohmer, Billy Wilder, Blake Edwards o Woody Allen. Me encantan las dos películas de Valérie Donzelli, me gustó mucho Diamond Flash, de Carlos Vermut, El muerto y ser feliz, de Javier Rebollo, y Los ilusos, de Jonás Trueba. Una de mis películas favoritas es La princesa prometida, de Rob Reiner; entre los clásicos, Ser o no ser, de Ernst Lubitsch y La fiera de mi niña, de Howard Hawks. También me gusta mucho Bande à part, de Jean-Luc Godard, Harold and Maude, de Hal Ashby. Hace poco vi El graduado y me gustó mucho.
Algunos escritores que me gustan mucho: Philip Roth, Martin Amis, Valérie Mrèjen, Natalia Ginzburg, Marguerite Duras, A.M. Homes, Georges Perec, Félix Romeo, Ignacio Martínez de Pisón, Enrique Vila-Matas, Patrick Modiano, Gabriela Wiener, Cristina Grande. Me gustó mucho Papeles falsos, de Valeria Luiselli; Casi tan salvaje, de Isabel González, o Las poseídas, de Elif Batuman. Soy muy fan de Fortunata y Jacinta, de Galdós, y le tengo mucho cariño a La Regenta, de Clarín, gracias a uno de los mejores profesores que he tenido nunca: Leonardo Romero Tobar.
Mis series favoritas: Freaks and Geeks, The Wire, Treme, Girls, Curb your entusiasm. Me gustaba mucho Friends y Seinfeld y durante una época estuve absolutamente enganchada a Alias. ¿Qué fue de Jorge Sanz?, la serie de David Trueba, me gusta mucho.
Creo que los gustos musicales tienen que ver mucho con épocas y estados de ánimo. Hay un grupo que siempre me apetece escuchar: The Wave Pictures, me encantan. The Beatles, Dylan, Cohen, Herman Düne, Pulp, Franco Battiato, El niño gusano, Amaral, Rafael Berrio, Christina Rosenvinge, Remate, Abraham Boba, The dø, Babasónicos, Beach House, Philippe Katerine, Poney Express, Françoiz Breut, The Raveonettes, La Bien Querida, Regina Spektor, Refree, Hidrogenesse, Los Punsetes, Vainica Doble… Y luego tengo cierto gusto por lo hortera y el pop: Marisol, Raphael, Alain Souchon, las canciones que escribía Serge Gainsbourg para France Gall o Brigitte Bardot, la etapa de Vicky Larraz con Olé Olé…
Escribes una columna en el Heraldo de Aragón. ¿En qué medida crees que te puede ayudar a crecer como escritora? A la hora de escribirla, ¿cómo te la planteas?
Me gusta mucho escribir esa columna por dos razones, además de los lectores: en primer lugar, porque era la columna que escribía Félix Romeo y conserva el nombre que él le puso. Las Naturales. Además, me obliga a escribir una semana sin otra sobre un tema de actualidad desde un punto de vista personal. Me da mucha libertad y es un ejercicio maravilloso para fortalecer el músculo.
En tu página web se puede leer que tuviste un grupo y que has salido en Museo Coconut.
Todos tenemos un pasado y yo me rio de él y trato de sacarle partido. En El mito de Bourne el malo de la CIA le dice a Jason Bourne que nadie puede escapar de su pasado, así que antes de que me persiga, lo uso yo. Durante una temporada me juntaba con una amiga, que tiene un gran talento para muchas cosas, y hacíamos canciones. Grabamos tres o cuatro en mi casa usando el palo de la escoba como pie de micro, a una llegamos a ponerle un videoclip. Nos lo pasábamos muy bien, era muy divertido. Lo de Museo Coconut es por amistad: una de las chicas del equipo de dirección es amiga mía, así que nos invitó a mi novio y a mí a salir en un capítulo, con frase. Ahora mi novio se ha convertido en uno de los actores más solicitados para figuración especial.
Foto portada: David Barreiros.