1- Me tomo un café con leche descafeinado, por la tarde, con Alberto Haller, de Barlin Libros, en el bar Rincón Cordobés, que ahora lo regentan unos chinos. Me trae una de las dos novedades que publica precisamente hoy, No turista, con guión suyo e ilustraciones de Marta Torres (y del que ya hablaremos en Verlanga más adelante). El otro libro que llega a las librerías es Hombres (blancos) cabreados, de Michael Kimmel, editado en colaboración con Alfons el Magnànim. Con ellos ya suma quince referencias. Ha tenido un final de año apoteósico. «En tres meses he sacado cuatro libros». En septiembre salió Urbanas y modernas, una recopilación de crónicas de la argentina Alfonsina Storni («que estoy alucinando con lo bien que está funcionando») y en octubre el estupendo Tremendas, de Majo Siscar, periodismo en estado puro. El inicio de 2020 se presenta más tranquilo. De momento.
2- Horas antes del café se ha conocido que Cristina Durán, Miguel Ángel Giner y Laura Ballester
han ganado el Premio Nacional del Cómic por El día 3. El año pasado fue Ana Penyas la galardonada por Estamos todas bien. Un cómic que coincidió en las librerías con otro suyo, En transición, editado precisamente por Barlin. ¿Tuvo efecto expansivo el premio? Alberto dice que le favoreció en muchos aspectos esa coincidencia, al tiempo que también dio pie a una situación curiosa que se fue repitiendo. «Mucha gente se enteró, entonces, que existía En transición y creían que era nuevo. Me felicitaron por haberle publicado un libro a Ana después del premio, cuando ya llevaba un año en el mercado, salió una semana antes que Estamos todas bien«.
3-Alberto recogerá el próximo 20 de noviembre el Premio al Libro Mejor Editado en 2018, que otorga la Consellería de Educación, Cultura y Deporte, por Electroshock, las memorias de Laurent Garnier. Un galardón que significa «un espaldarazo muy grande a nivel de visibilidad y prestigio». Y que estaría bien que en un futuro cercano tuviera una dotación económica. Diseñado por el francés Rémi Pépin, Electroshock no para de darle alegrías, también, entre bastidores, como la del pasado fin de semana en un festival de música en Barcelona. «Conocí a la jefa de prensa de Laurent Garnier, que aunque habíamos hablado mucho vía mail, no nos habíamos visto nunca. Me dio la enhorabuena y me dijo que en Francia e Italia el libro no estaba funcionando bien, mientras que aquí sí. Eso significa, imagino, que estoy haciendo muy bien mi trabajo».