Jotaká.

El ilustrador valenciano Juan Carlos Viñas, Jotaká, tenía 25 años cuando «estaba leyendo en el sofá (y) de pronto todo cambió en una milésima de segundo (…) comencé a ponerme nervioso y se disparó una alarma en mi cabeza que no podía controlar (…) comencé a sentir un calor por dentro que me ahogaba y a tener taquicardia». Así cuenta en Bajo el glaciar (Ediciones Hidroavión) su primera crisis de ansiedad importante. Lo hace a través del personaje de Oliver, un alter ego que le ha permitido ficcionar a partir de su experiencia real.

Jotaká / Oliver comenzó, entonces, a vivir un infierno personal, en el que buscaba la seguridad entre las cuatro paredes de su casa y rehuía del exterior. Ansiedad y agorafobia contra las que se enfrentó viajando con su hermana hasta Islandia. Un viaje doble, uno exterior y a muchos kilómetros de su ciudad, y otro a su interior para entender lo que pasaba. Los dos tuvieron un final muy feliz.

¿Cómo nace Bajo el glaciar?

Había pasado casi un año y medio desde que hice mi viaje a Islandia cuando recibí un mail de Ediciones Hidroavión preguntándome si estaría interesado en contar e ilustrar alguna historia que tuviera en mente. Al principio me quedé bastante bloqueado por la propuesta porque fue inesperada y no tenía nada pensado, pero luego pensé que tenía una historia, quería dibujarla y podría ayudar a otra gente.

¿Por qué decidiste recurrir a un alter ego, Oliver, cuando se trata de una historia que viviste (y vives en primera persona)?. ¿Fue una cuestión creativa que te permitía alguna licencia de ficción que de la otra forma no hubieras podido llevar a cabo?

Desde el principio tenía muy claro que no quería ser el protagonista (aunque en cierta manera lo soy). Quería contar algo que me había sucedido y que fuera “de verdad”, pero con Oliver me tomé la libertad de cambiar algunas escenas, personajes y situaciones para redondear el libro y hacerla más llamativa. Pero la historia es casi idéntica a la original.

¿Crees que la ansiedad sigue siendo un tema tabú?

Creo que lo sigue siendo, sin ninguna duda. Es verdad que cada vez se trata de forma más natural ya que mucha más gente la sufre, pero todavía queda trabajo por hacer.

¿Y por qué crees que es así?

Creo que tenemos miedo a sentirnos vulnerables, a notar que no somos capaces de hacer frente a algún problema o situación concreta que nos pone la vida por delante. Y lo peor de todo, no quieres que nadie de tu alrededor se entere, por lo tanto el temor crece. En mi caso, empecé a mejorar cuando me di cuenta de que a veces las cosas no salen o no pueden conseguirse y… pues no pasa nada, podemos seguir siendo felices igualmente. Asumir esto es muy importante.

No es un libro de autoayuda, pero sí que puede convertirse en ayuda para alguien que haya pasado o esté pasando por eso mismo.

Sentía que tenía que sacar algo bueno de lo que me había pasado años atrás. Era algo importante para mí y al final lo he conseguido a mi manera. Necesitaba contarlo en voz alta de alguna forma y normalizarlo. Las ilustraciones ayudan también a que sea muy sencillo y directo captar el mensaje de Bajo el glaciar.

¿Ha tenido algo de terapéutico o de exorcismo publicar la novela?

Totalmente. Como decía, necesitaba quitarme la espinita y cerrar el círculo que empecé con la ansiedad y la agorafobia. Ahora estoy mucho mejor, disfruto de lo que me rodea. Noto como que me he liberado y me he quitado un peso que, sin saberlo, seguía arrastrando conmigo.

¿Has conseguido, más allá del libro, sacar algún rédito creativo a la ansiedad y la agorafobia?

La ansiedad y la agorafobia me ayudaron a dedicar más tiempo a dibujar. Ya que no podía salir de casa y tener un trabajo como todo el mundo, dibujaba en casa. Quizás si esto no hubiera pasado, nunca hubiera llegado a trabajar como ilustrador.

Contrasta tu estilo luminoso y los lugares que visitas y describes, con las sombras de lo que en realidad estás contando. ¿Buscaste ese equilibrio entre forma y fondo?

Precisamente creo que ese es uno de los puntos fuertes del libro, necesitaba ofrecer algo nuevo. Creo que era importante destacar que las cosas pueden ser más bonitas a tu alrededor si lo miras todo desde otro punto de vista que no sea desde la negatividad que trae consigo la ansiedad o la depresión. Islandia era el lugar perfecto porque te ofrece naturaleza, fuerza y belleza. Es imposible no sentirse atraído por algo así. La gama cromática es muy potente también.

Oliver empieza a vivir como tal en el momento en el que toma decisiones que podrían escaparse de su control, igual que me pasó a mí. Ese punto de incertidumbre (y de locura muchas veces) es lo que nos mantiene vivos.