Hay pasos que parecen escritos en alguna pizarra invisible y antes o después se producen. El salto del digital al papel de la revista de diseño valenciana Gràffica era uno de ellos. Las visitas que manejan, su repercusión en redes sociales y en la vida real, sus cuidadas y pensadas aventuras editoriales previas, la necesidad de tratar determinados temas con la calma que a veces resulta imposible en el ambito online, ese anhelo romántico de tocar lo que se produce,… todo empujaba en una misma dirección. Con periodicidad trimestral y dos números a la venta está claro que la espera ha valido mucho la pena.
«La revista surge por pura necesidad vital», explica Víctor Palau (editor y director junto a Ana Gea), «para nosotros la revista de papel es un lugar de mayor reflexión, un espacio donde podemos parar de la locura digital, de las estadísticas, de la viralidad de las redes sociales, de las impresiones publicitarias… y mirar los temas con otra perspectiva. También es un soporte que permite una mayor calidad y tamaño. Una foto a pantalla completa en un movil no deja de ser algo ridículo, mientras que a doble página es un placer. Por otro lado, en el mundo de la edición tener una cabecera sin algo tangible parece como un medio menor. Si te fijas en los medios, a los periódicos que solo tienen web se les llama «digitales» como rebajándolos de nivel frente a las cabeceras que sí editan papel. A nosotros nos pasaba esto y la etiqueta de «blog» todavía nos cuesta quitárnosla de encima».
Esa mayor reflexión a la que hace mención Palau está muy presente en la versión en papel que, por eso mismo, acaba convirtiéndose en el complemento perfecto de la web para estar al día de lo que se cuece en el mundo del diseño. «La relación con el canal digital es sencilla. Para nosotros es un todo. De hecho en las reuniones de redacción estamos todos sin distinción, incluso los que hacen papel también escriben para digital. Lo mismo ocurre con las personas que llevan las redes, es otro canal que también publicamos cosas diferentes a las que salen en la web o en el papel. En estos momentos para nosotros es un todo con lo que nuestros lectores se conectan a nosotros. Gràffica es un medio y como tal tiene diferentes canales y diferentes niveles de comunicación con sus lectores, y todos son válidos. Ahora mismo hay que estar en todas partes… Es lo mismo que hace un medio televisivo. Está el canal de televisión, pero también la web, la app, las redes sociales… nadie diferencia entre soportes, la marca lo aglutina todo».
Uno de los grandes aciertos de Gràffica es la importancia que se le da tanto al diseño de la misma como a sus contenidos. Muy cuidado el primero y muy trabajados los segundos. En ocasiones parece que a algunas publicaciones se les olvida la importancia del texto escrito. No es el caso. Numerosas entrevistas, artículos de opinión, reportajes, … y al mismo tiempo gráficos, infografías, espacio para las tipografías,… Una apuesta editorial en la que se intuye una dedicación similar a los contenidos y a cómo van a ser presentados estos. «Igual o más. Es una pasión por hacer una pieza que valga lo que se paga por ella. De momento podemos permitirnos el lujo de usar diferentes papeles, tintas especiales, técnicas raras… eso le aporta valor al objeto y lo diferencia claramente del digital y de las revistas de kiosco. Y de momento es una de las cosas que más valoran los lectores».
Cada número de Gràffica tiene un tema central sobre el que se vertebran la mayoría de páginas en su interior. En el primero fue el futuro del diseño y en su segunda entrega ha sido el siempre peliagudo asunto del dinero, de lo que se cobra, de las tarifas, del negocio en sí. Las opiniones y testimonios de contrastados profesionales (Paul Smith, Josep Maria Mir, Toni Sellés o Annie Atkins, entre otros, en la más reciente) permiten al lector hacerse su propia composición y sacar sus conclusiones. Algo que no sucede casualmente. «Nosotros lo llamamos revista documental. Es como cuando ves un documental de entrevistas donde aparecen los diferentes entrevistados y van desgranando los temas y se van interpelando unos a otros. Es una manera de tratar un tema con aquellos actores que consideramos relevantes. Es también una manera de no posicionarnos con el tema sino que cada uno aporta su visión, en ocasiones contrapuestas, y que sea el lector el que conforme su opinión».
En una disciplina tan ombliguista (en realidad, ¿cuál no lo es?) como el diseño resulta imprescindible la lectura oxigenante, el descubrir otros puntos de vista, otras experiencias, en definitiva otras realidades. Así como aprender a reírse de (y con) la profesión, tal y como hacen las viñetas finales del ilustrador Luis Demano. Conseguir que todo ello quede imbricado y no parezcan satélites aislados dentro de un todo, es fruto (y nunca hay que cansarse de repetirlo) de un concienzudo trabajo de edición. «Tuvimos un par de intentos antes de que saliera la primera. De ahí que tardaramos tanto (7 años). Pero cada vez que teníamos una maqueta entre las manos veíamos que aquello no tenia sentido. De los errores se aprende mucho. Al final la revista que teníamos en mente se ha ido construyendo poco a poco. Lo que queríamos era una herramienta que ayudara a comprender y mejorar la profesión, eso lo teniamos claro desde el principio. Si ademas conseguimos extender nuestros lectores más allá de los diseñadores mejor que mejor. Socializar la creatividad creo que será el reto de los próximos años».
El recorrido de Gràffica no se queda solo en el papel y en su versión digital, sino que tiene una prolongación audiovisual. Imagen y sonido para unos contenidos que se expanden abriendo un nuevo cimiento sobre el que asentar la publicación. Para haceros con el soporte palpable basta con acercaros a una de las dos librerías Dadá de la ciudad.
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