Sofía Rhei tiene casi (o sin casi, podría ser) más libros publicados que años cumplidos. Cuentos, libros infantiles, juveniles, poesía,… Todo confluye en perfecta armonía en su cabeza y sus post-its. Novelar las aventuras de un joven James Moriarty (sí, el rival de Sherlock Holmes) es uno de sus grandes hallazgos. «El joven Moriarty y la planta carnívora» (Ediciones Nevsky) es la segunda entrega de estas peripecias, pero no será la última. En esta ocasión, la acción se traslada a Londres, donde el protagonista volverá a cruzarse con algún que otro personaje popular (de no ficción) y con un enigma que resolver.
En este nuevo libro, Moriarty conoce a Sherlock Holmes. ¿Está por venir lo mejor de la saga de «El joven Moriarty»?
Espero que sí, que queden bastantes entregas por delante. Me encantaría poder llegar hasta el punto en el que empiezan las narraciones de Conan Doyle, quizá haciendo una novela más larga, para adolescentes, como transición entre los libros infantiles y los del canon.
¿Cómo surge la idea de novelar los primeros años de James Moriarty?
La editora de Fábulas de Albión, Marian Womack, quería un libro infantil que fuera un homenaje a la cultura británica, y que pudiera gustar tanto a niños como a adultos. Pensamos que no había nada más británico que una novela policiaca, que no había nada más policíaco que un personaje de Doyle, y que el humor de ese país quedaría bien reflejado con esta historia de un niño egoísta, frustrado y con ideas de bombero que aún no sabe todo lo malo que llegará a ser.
¿Y lo de combinar su protagonismo con otros personajes reconocibles (Bram Stoker, Julio Verne,…) pero de no ficción?
Situar una historia en 1862, en Inglaterra, es una oportunidad dorada para hacer que se paseen por allí personajes profundamente fascinantes, que han dado forma a la cultura occidental tal y como la conocemos. En cada libro aparecen un personaje real del mundo de la ciencia y otro del universo literario, el punto de encuentro entre ambos es la idea central del libro (el dodo, en el primero, y la planta carnívora, en el segundo). En realidad, es un pequeño ejercicio de “escoger a tus antepasados”.
¿Tienes constancia de cómo reaccionan los lectores más jóvenes cuando descubren a esos personajes?
Los niños de 8 o 9 años que lo han leído solos, sin que nadie les explicara nada, se reían en lugares diferentes que los adultos que sí participan de otras referencia, algunos niños se han mostrado interesados por saber más de algunos personajes. Me he esforzado por que existan esos dos niveles de lectura, y espero que estos libros puedan servir de comunicación entre padres e hijos, ya que a menudo los formatos preferidos de una generación son inaccesibles para la otra.
Colocar personajes reconocibles, en una edad en la que aún no han hecho lo que les dará celebridad, fomenta mucho la imaginación mientras se va leyendo. ¿Era tu intención?
Siempre me ha interesado mucho la idea de lo potencial, lo que podría llegar a ser, la semilla, tanto para bien como para mal. Creo que la exploración de posibilidades, el abanico de consecuencias posibles, es un concepto muy importante en la literatura, especialmente en el siglo XX; es una de las cinco ideas que Italo Calvino quiso conservar para el milenio que estamos empezando.
¿Esa doble lectura que ofreces la has tenido que reprimir alguna vez para que no se te fuera de las manos?
Un poco. A veces quiero meter demasiadas cosas, y si no caben, las dejo para la sinopsis de otro libro (ya tengo bastante esbozadas las de los tres siguientes). Vivo en un mar de papelillos, servilletas, post-its y carpetas.
El libro tiene el aroma de esas aventuras clásicas con las que uno se inicia en la lectura.
Supongo que es inevitable que, al escribir, queden reflejadas de alguna manera las cosas que una ha leído. En mi caso, a los 10 años me regalaron las obras completas de Julio Verne, y otros maravillosos libros clásicos de aventuras marítimas, porque mi padre era capitán de barco, y esas lecturas fueron un antes y un después de mi percepción de lo que podía ofrecerme la lectura.
Detrás de determinadas situaciones del libro hay una labor de documentación detrás. ¿Disfrutas con ese proceso?
Claro. Siempre se descubren casualidades muy curiosas, como que uno de los científicos de la época se llamara igual que las cataratas en las que Moriarty encuentra su final. De pequeña no me gustaba mucho la historia, y creo que es, precisamente, porque no se enseñaba historia de la ciencia ni del arte, ni de la vida cotidiana, solo nos hablaban de listas de reyes, de cambios de sitios de fronteras, de guerras, batallas, y de los mecanismos de poder, que no me interesaban demasiado. Me gustaría transmitir a los lectores una visión de la historia más dinámica que la que yo tuve la mala suerte de recibir en el colegio.
¿Qué crees que aportan a la historia las estupendas ilustraciones de Alfonso Rodríguez Barrera?
He tenido una suerte increíble al poder contar con su imaginación y su talento. La primera vez que vi la cara de James pensé que era exactamente así como tenía que ser, no podía tener ni otros ojos ni otra expresión. Son dibujos que hacen reír, que hacen pensar, y que educan visualmente. Las ilustraciones de la serie “Krippys” (serie de humor infantil que firma como Cornelius Krippa) de Jordi Villaverde, también reflejan muy bien al protagonista de la serie y a sus amigos, y aportan un humor y una frescura únicos. Es una maravilla ver cómo los personajes que has imaginado cobran un nuevo tipo de vida gracias a los dibujantes.
Tienes una carrera literaria muy prolífica. ¿Has perdido la cuenta de todo lo que has publicado? ¿Cómo consigues no mezclar proyectos, personajes, tramas,…?
1: Intento guardar copias de todo, pero la verdad es que siempre tengo la cabeza más en el futuro que en el pasado.
2: No lo consigo. Se mezclan solas. Si alguien se leyera todo lo que hago en un mismo momento se reiría mucho.
Has trabajado para diversas editoriales como lectora, traductora, redactando informes,… ¿En qué crees que estar en ese otro lado te ha beneficiado como escritora?
La lectura editorial proporción un panorama muy completo de determinados géneros literarios, ayuda a comprender las modas y los gustos de los lectores. Por otra parte, trabajar en el mundo escrito proporciona habilidades técnicas que son muy útiles a la hora de estructurar y redactar. Este trabajo tiene una importante parte de artesanía, de encajar unas piezas con otras, de dosificar ritmos, tensar curiosidades, y organizar todas esas materias primas que se pretende incluir en un determinado proyecto.
¿Qué papel juega la poesía en tu obra? ¿Qué te ofrece que no encuentras en la prosa?
La poesía me ofrece toda esa libertad y visceralidad que a menudo es necesario contener, sobre todo en los libros para niños. Para mí es un espacio absolutamente necesario, en el que vuelco imágenes, ideas y asociaciones sin preocuparme por todos esos tipos de orden de los que hablaba antes. En todos los casos, la estructura de mis libros de poemas se genera orgánicamente, a partir de una serie de inquietudes que se van revelando al ser expresadas. En breve aparecerá mi siguiente libro, “La simiente de la luz”, con la editorial Lapsus Calami.
¿Qué importancia tienen para ti, como escritora, las redes sociales?
Como escritora, no sé si las uso todo lo que debería, pero como lectora, creo que se trata de un privilegio absoluto poder seguir en Facebook a todos esos escritores a los que admiro, y, de vez en cuando, poder tener la suerte de interactuar con ellos. Este principio de siglo está siendo un poco duro para los autores, a causa de la piratería, pero es un lujo para los lectores que quieran estar en contacto con ellos.
¿Qué estas escribiendo en estos momentos?
Una novela de fantasía cómica para lectores adultos, una colección de microrrelatos de fantasía oscura y terror, una “novella” de ciencia ficción, etc… Siempre tengo empezados varios proyectos a la vez.