«El proyecto nace de esa imposibilidad de hacer lo que uno quiere», cuenta Néstor Mir unas líneas más adelante. El proyecto es Un inmens i infinit continent. Un disco, un libro y una propuesta escénica. Todo surge de la necesidad vital que Mir tenía de escapar de su ciudad (València) y de su país rumbo a Canadá, para quedarse a vivir allí un par de años. Un viaje que acabaría a ninguna parte, pero que creativamente ha acabado multiplicado por tres.
El proyecto (disco y libro) Un inmens i infinit continent parte de tu deseo de irte a vivir a Canadá, pero en ambos hay un poso muy marcado del lugar donde vives. El disco tiene un aire muy mediterráneo, posiblemente el que más de tu carrera; y en el libro la ciudad de València (calles, lugares, músicos, escritores…) baña todo el relato.
No sabría qué decirte, utilizo la palabra Mediterrani en el tema Amic Meu, pero no tengo esa sensación, para mí un aire mediterráneo me remite a Joan Manuel Serrat o María del Mar Bonet o Mara Aranda, el Mediterráneo es Grecia, Chipre, Nápoles, Túnez, Argelia, Marruecos. Bustamante, con Maderita, se acercó a una propuesta más pop, a lo Joan Manuel Serrat, creo, pero el Mediterráneo es muy diverso, es un mar alimentado por miles y miles de cadáveres que se han ido posando en su fondo a lo largo de, al menos, dos milenios. No, no es un disco con aire mediterráneo, es un disco de pop con guitarras eléctricas y letras que remiten a otro continente, precisamente un continente por explorar, sin el peso de la ya antigua historia del Mediterráneo.
La historia del libro, que en parte se desarrolla en València, otra parte se desarrolla en el imaginario del protagonista, es así por que València es el marco referencial, pero no es más que el lugar desde el que, como narrador, pretendo contar lo que quiero contar. Podría haber estado en Gijón y haber contado lo mismo, no es la ciudad de València, ni lo que pasa en esta ciudad durante la novela, lo que determina el devenir de la novela, la geografía es circunstancial, eso sí, para que la historia que quería contar existiera necesitaba que la ciudad estuviera dentro del estado español. España sí que es importante en la novela, ese pequeño país dentro de un gran continente europeo del que los españoles no sabemos casi nada. Y la sensación de ahogo de batalla nacional que hemos vivido en los últimos años.
En la novela es importante dar a entender lo pequeña que España respecto al resto del mundo, lo localistas que somos, lo poco que levantamos la cabeza para mirar más allá de nuestros propios pies. Hay que defender lo local pero no podemos permitir que la dictadura de lo local se imponga a la universalización de la civilización, el mestizaje, la multiculturalidad etc.
A mí, me iba a estallar la cabeza con tanto localismo, y finalmente, pensar en un inmenso e infinito continente me liberó, e hizo que naciese el protagonista de la novela, Ramón. Fue una forma de revelarme frente a todo aquello que estaba mermando mi libertad, la libertad de pensamiento por la cual siempre he transitado. Es demasiado tarde para ponerme a estas alturas a defender una patria, cualquier patria, prefiero irme a otro país, como Ramón, donde el concepto país tenga otra connotación, si eso es posible. Que es algo que quedará para siempre en el tintero y por investigar, o no, tanto para mí como autor, como para Ramón como personaje.
Ese mensaje «escapista» de esquivar quedarse atrapado el tiempo y en el espacio se ha topado de cara con el coronavirus que impide ambas cosas.
El coronavirus es un impasse, un aplazamiento, un tiempo muerto, de momento está sirviendo para apaciguar las aguas, el nuevo gobierno de España también ha ayudado, si Trump deja de estar en el poder también ayudará. Yo soy humanista, y hemos vivido cuatro años, y esto no tiene que ver con el coronavirus, de un intenso ataque al humanismo. Ha habido una voluntad firme de querer dar pasos hacia el caos, un caos auspiciado por parte de una parte de la clase dominante, con una malsana voluntad de querer destruir las libertades conseguidas por el ser humano. De esto también hablo en mi novela, las noticias que aparecen son un plus, una amenaza más que también explica lo que está pasando en nuestro propio país, del por qué de las luchas internas de nuestro país. A alguien le conviene sembrar el caos y la división entre los pueblos, y ese alguien que está detrás no persigue nada bueno.
Pero este momento que estamos viviendo no es más que el inicio de la lucha, de una gran batalla, como digo el coronavirus no es más que una pausa dentro de un proceso de redefinición del paradigma vital de la humanidad, cuando el coronavirus pase, tendremos que seguir librando la misma batalla. Vamos a ver si vamos a ser capaces de frenar a todas esas semi dictaduras que se van asentando a lo largo y ancho del planeta y si, paralelamente, conseguiremos que el paradigma humanista se modernice y afiance nuestro futuro como humanidad frente a la amenaza de los autoritarismos, populismos y nacionalismos.
¿El proyecto ya nace sabiendo que habrá un disco, un libro y después una representación escénica? ¿Qué fue primero?
El proyecto nace de la nada, de la desesperación, de una necesidad de encontrar alguna excusa para seguir tirando adelante, de un momento laboral crítico y de un viaje real a Canadá en el verano del 2018, realizado, precisamente, a causa de esa situación laboral crítica.
En el origen está el deseo de irme lo más lejos posible de esta de esta ciudad, de sus mentes estrechas, de sus instituciones arcaicas y de su imposibilidad por mirar más allá de su ombligo. Vivir en València, cansa, vivir en España cansa, y Europa no es más que una miríada de pequeños países que como España son prisioneros de su historia, de la Edad Media, de los reinos de taifas, de las casas señoriales, de las castas, de los reinos, de la división, de la parcelación, de las fronteras etc.
Estaba en un momento personal en el que irme lo más lejos posible de València, de España, era lo mejor que me podía pasar. De ahí nace el proyecto, de querer salir de aquí a toda costa y de la imposibilidad de salir de aquí a toda costa. Todo lo demás son recursos profesionales y artísticos para aplacar la imposibilidad del objetivo final: salir de aquí, irme por unos años, volver con las pilas recargadas, con nuevas ideas, nuevas experiencias, nuevas ilusiones. Somos esclavos de nuestro entorno y a mí me gusta sentirme libre, sentir que puedo hacer lo que quiera.
El proyecto nace de esa imposibilidad de hacer lo que uno quiere. A partir de ahí no hay más que una lucha vital que retroalimenta mi creatividad artística, ser músico me hace escribir una primera canción, Vestit d’estiu. Muchas de las otras cosas que tengo que hacer para conseguir mi objetivo de escapar las cuento, exageradas, si no no sería una novela, en la novela. Una de las cosas que tengo que hacer, esta no la cuento en la novela, es presentar una solicitud para asistir a un master de dramaturgia en la universidad de Teatro de Quebec; para entrar en ese máster me piden que presente una obra inédita, la escribo entre enero y mayo, que es cuando hay que presentarla, esa obra, que fue rechazada, es el germen de la novela. Mientras tanto ya me había puesto a escribir canciones, una especie de petición encubierta a mi pareja de que teníamos que irnos a vivir a Canadá. Todo esto acaba formando parte de todos los proyectos, tanto los más individuales, la novela, como los más colectivos, la obra de teatro o el disco, porque esta es la materia sobre la que se gesta la historia que alimenta cada uno de los resultados. Me gusta pensar que para experimentar el proyecto en su totalidad hay que leer el libro, escuchar el disco y asistir a la representación teatral. Quedarse solo con una de las partes puede ser una opción, que espero que también funcione autónomamente, pero lo mejor sería experimentar la sensación total, siendo cada una de las partes eslabones de una misma cadena.
El protagonista del libro dice: «Y no he podido dejar de escribir porque en última instancia, en el último momento de desesperación, siempre he tenido algo que contar. Y te juro que he intentado por activa y por pasiva darle esquinazo a este impulso y quedarme por siempre callado». ¿Es este uno de esos momentos en los que un autor habla a través de uno de sus personajes?
Digamos que el personaje coge del autor las reflexiones que necesita, que necesita para contar esta historia, como autor podría decir que eso, en mi vida real es mentira, que lo que realmente me ha salvado la vida en los últimos años, mientras escribía la novela, era jugar al FIFA 18 y 19, pero eso, que no sabrás nunca si es verdad o no, no sería tan interesante para entender al personaje, el discurso del personaje. Digamos que los autores somos tan complejos como los personajes y que es difÍcil que hablemos a través de nuestros personajes porque, para qué, qué interés tiene, si lo hacemos será en favor de la historia, porque es necesario que el personaje tenga esa opinión para entender mejor qué le está pasando, qué le va a pasar, y pensemos, ah, ha hecho esto porque piensa así.
También te digo que ahora, que he leído la frase varias veces, pienso que es una idea con la cual, no ya como autor, sino como lector, me siento muy identificado, ya que en el fondo, de lo que está hablando el personaje y lo que caracteriza al personaje, es que él se siente identificado con las personas, con los creadores, que no tienen una vocación. Si el mundo está dividido entre los creadores que tienen y los que no tienen una vocación, el personaje y el autor comparten este segundo punto de vista, y yo como lector los entiendo perfectamente. Por lo tanto todo aquel que tenga una vocación se sentirá muy poco interesado por este libro, porque habla de la creación desde la casualidad y no desde la causalidad.
Un inmens i infinit continent parte de una necesidad tuya y tiene mucho de personal y biográfico. En ese sentido, desde el punto de vista creativo, ¿qué facilidades y que dificultades conlleva ser tú mismo, tu vida, la materia prima sobre la que crear/ficcionar?
Bueno, la realidad es una cosa, y la ficción es otra. Yo soy de los que piensa que todo lo que se traslada al papel o a una canción o a una obra de teatro se convierte en ficción, no importa que el origen sea la realidad.
La realidad, y eso lo sabe uno cuando se pone a escribir, no existe en el papel. No podemos narrar la realidad, narrar la realidad sería tan aburrida como es la realidad. Nos dedicamos a sintetizar la realidad, a seleccionar situaciones, a reinventarlas para ponerlas al servicio de la historia. Los problemas en la realidad se solucionan, o no, a tiempo real, sin embargo, el tiempo real no existe en la ficción, esto ya lo condiciona todo. Tenemos que ir al grano, tenemos que ir directos al conflicto, tenemos que poder ser selectivos con las situaciones, no podemos contar cualquier cosa, en cualquier momento, necesitamos llevar las riendas, esto significa que lo que menos nos importa es ser fiel a la realidad, lo que queremos es que la historia funcione y si para eso nos tenemos que inventar algo que complemente el sopor de la vida cotidiana, pues lo hacemos.
Un narrador debe saber dónde y cuándo utilizar y camuflar sus experiencias en momentos que narrativamente se necesitan, quiero decir que la mayoría de las veces no hay una correspondencia en tiempo y forma entre la experiencia del narrador y la situación que se está planteando en la novela, es posible que la situación en la novela se alimente de experiencias que no tienen una correspondencia con el tiempo histórico en que las experimentó el autor.
Con todo esto quiero decir que creo que una persona que no me conociese, o que no conociese mi entorno, si leyera mi libro, no me haría esta pregunta, creo que es importante pensar, como lector, sin tener en mente al autor; si podemos así visualizar la problemática que la historia nos está presentando. Hay una gran diferencia entre inspirarse de la realidad y transcribir la realidad; no estaba en mi pretensión hacer un Karl Ove Knausgård, escritor que me gusta y he leído mucho, sino más bien transformar la realidad en algo que me permitiera contar algo concreto: la imposibilidad de la escapada vital.
En el libro hay muchas referencias musicales, literarias, incluso esos informativos distópicos recuerdan a la serie Years & Years. ¿Tienen alguna función más allá que ayudar a construir el perfil de su protagonista?
Ser un notario de nuestro tiempo. Este libro tiene sentido en un contexto vital personal y geopolítico mundial concreto, de hecho es un libro al que le hubiese ido mucho mejor ser presentado antes de la pandemia, o una vez sea superada. Es un libro que describe un periodo concreto de nuestro tiempo, una situación personal y mundial que ya está pasando, esperemos que Biden se confirme como presidente de los EE. UU.
En este sentido es un libro muy teatral, en el teatro se trabaja mucho con el presente, con la narración de la actualidad, a diferencia de la narrativa que muchas veces pretende ir más allá de la actualidad, perdurar en el tiempo, dar claves de supervivencia existencial; bueno, esto último también lo pretende el teatro.
Había amigos que me decían que debía madurar más la escritura del libro, pero yo sabía que si dejaba madurar la narrativa del libro, el libro dejaría de tener interés. Es un libro escrito en poco tiempo, nacido por una circunstancia concreta, en cuanto esa circunstancia sea superada, el libro perderá fuerza, inicialmente, más tarde, con perspectiva, adquirirá la dimensión antes mencionada de ser una especie de acta notarial de un tiempo concreto, del inicio de un nuevo tiempo.
¿El disco es más continuista de tu proyecto Home Gran que de tu disco anterior, La batalla vital?
Así es y así lo explico en los créditos: este disco no existiría si no hubiese existido Home Gran. La batalla vital quedó atrás. Se sumergió en las tinieblas del olvido, formó parte de mi aprendizaje, un eslabón más.
¿Qué importancia y qué papel han tenido en el mismo Miquel Àngel Landete y Luis Martínez?
Fundamental, son los artífices del sonido del disco, que es lo que ha hecho que sea más accesible a más personas, así que de ellos es el mérito de que este disco le guste a más gente y que muchas personas me digan que es mi mejor disco. Yo tiendo al caos sónico y ellos me han ayudado a poner orden y modernidad a mi sonido. También es verdad que cuando maqueté en mi casa los nueve temas del disco, antes de enviárselo a Landete y a Luis, me di cuenta de que eran 9 temarros que funcionaban muy bien incluso mal grabados… jejejeje.
¿Tienes la sensación de que aunque el viaje deseado no lo hayas hecho, sobre todo con el disco sí has emprendido un camino que va mucho más allá de una nueva etapa y que precisamente en ese no saber qué ocurrirá está la base inspiradora de lo que tenga que venir?
De lo que tengo la sensación es de que no haber realizado el viaje deseado me ha llevado a emprender un camino que yo hubiese preferido dejar como cierre de una etapa vital. Es decir, preferiría no estar aquí ahora. Preferiría haber dejado un disco grabado y estar contestando a tus preguntas desde Montreal.
Por eso, si todo hubiese ido como soñaba en mis pensamientos más trasnochados, en el verano del 2019 me hubiese ido de España para vivir en Canadá durante al menos dos años, antes de irme hubiese dejado grabado un disco, no se hubieses llamado Un immens i infinit continent, seguramente se hubiese llamado Conquerir el teu cor. No hubiese habido libro, ni hubiese habido obra de teatro, por lo menos, no en València. Pero, como nada de esto pasó, ha pasado todo lo demás. Que pasara todo esto y no pasara lo que realmente quería que pasase ha supuesto que ante mí se ha abierto un camino que como dices, va mucho más allá de una nueva etapa, es como haber dado con un nuevo estilo de vida, como haber llegado a tierra, no es el continente americano, como tenía pensado, pero sí que es haber llegado a algún lugar, concreto, real, tangible, ya no es una nebulosa. Todo esta experiencia me ha ayudado a llegar a una cierta certidumbre vital, a un tener más claro por fin lo que quiero ser, y cómo y por qué quiero serlo, escritor, músico, dramaturgo, bibliotecario, jugador del Fortnite, del FIFA. Pero también como dices, aún así, aún no sé qué ocurrirá mañana, dentro un año, estoy a punto de hacer o de no hacer nada, a punto de cambiarlo todo o de no cambiar nada, de irme para no volver nunca más o de quedarme para no volver a pensar en moverme jammás. Así de indefinido y de cierto es mi futuro.