Ricardo Penella Arias. Parecía que con él en el campo, nada malo podía pasarle al Valencia. El jefe de la defensa, el hombre que avanzaba con clase hacia el campo contrario. Con orgullo de barrio y pinta de rock and roll star. Un hombre de club que no necesitaba besarse el escudo de cara a la galería. Temperamento dentro y fuera del césped. Siempre fiel a lo que creía justo y a los suyos, a sus orígenes. La misma contundencia con los delanteros que con los mamoneos en los despachos. Caer y levantarse. Su vida merecía un libro. Ya lo tiene y de espléndido título. Libre, escrito por Fran Guaita (Jefe de Deportes de Radio Valencia Cadena SER), editado por Sargantana.

Su infancia, su abuela, la calle, su familia, el Catarroja, su experiencia vital en Nazaret, su lesión con 16 años, su ídolo Claramunt al que ve en el campo contra el Athletic de Bilbao y junto al que se sentará en el vestuario, el primer equipo, una temporada espectacular y la siguiente con pleno de desgracias, su brillante trayectoria como valencianista, el sabor amargo de la selección, su amigo Kempes, los títulos, el descenso, el ascenso… La vida de Arias lo tiene todo para rodarse un biopic. El libro ya lo tenemos. Hablamos con su autor.

¿Cómo surge la idea de escribir el libro? ¿Te pusiste a escribirlo sabiendo ya que se editaría?

Fran Guaita: La idea surge de una conversación con Irene, la hija de mayor de Ricardo. Siempre fue mi ídolo desde pequeño y, al conocerle en la época de La Taula en Ràdio 9, descubrí que su vida era mucho más que la clásica vida de un jugador de fútbol. Él siempre me había dicho que no, que no se consideraba importante para tener una biografía. Pero entre Irene y yo le convencimos. Sí, el inicio del proceso de escritura se remonta a enero de 2020. Ahí ya tenía la propuesta en firme de Sargantana.

¿Cómo encajó el propio Arias la idea?

Al principio era reticente a abrirse y contar detalles que no estuvieran relacionados con el fútbol. Pero, a medida que yo iba investigando y mostrándole imágenes y documentos suyos de la infancia, era él quien aportaba ideas y datos para que tirara del hilo. Ha disfrutado mucho.

Es un libro muy minucioso, con muchos detalles, muy documentado, no solo en lo relativo a Arias, sino también a los lugares, el contexto… ¿Cómo llevaste a cabo este trabajo?

El libro tiene muchas horas de hemeroteca (era clave entender cómo era Valencia en aquel momento, geográfica y socialmente)… y de conversaciones con mis padres. Mi padre nació en Doctor Monserrat, una calle paralela a Guillén de Castro, a tiro de piedra de las Torres de Quart. Es casi coetáneo de Ricardo y recordaba el barrio al detalle. Mi madre vivió en la Gran Vía y se subió cientos de veces en el mismo trolebús con el que Ricardo iba a Nazaret a entrenar. Han sido de gran ayuda los dos.

¿Cuántas conversaciones tuviste con Arias? ¿Tiene tan buena memoria como parece deducirse por algunas cosas que se cuentan?

Con Ricardo hablé prácticamente todos los días entre marzo y junio. Fueron los meses duros del confinamiento. Nos sirvió de distracción a los dos. Él mismo se sorprendía porque recordaba con mayor lucidez sus años en Benimar que algunas temporadas en el Valencia.

En algunos momentos del libro, optas por utilizar una herramienta más propia de las novelas, como son los diálogos (con alguna licencia literaria, aunque en base a hechos que ocurrieron). ¿Por qué tomaste esa decisión? ¿Qué crees que le aporta al libro desde el punto de vista narrativo?

El recurso de los diálogos se me ocurrió una mañana mientras almorzaba con Ricardo, repasando sus inicios en el Valencia. Revivía situaciones y recordaba perfectamente sus conversaciones con Españeta, con Manolo Mestre. Y pensé en reproducirlas tal cual me las contaba él. Considero que le da al libro más realismo si cabe. Hay secuencias deliciosas, que son puro fútbol y aportan cultura de club, ahora que tanta falta nos hace.

¿En qué medida crees que el carácter del Arias futbolista (lealtad con los suyos, «enfrentamiento con la autoridad» cuando considera que se está cometiendo una injusticia, individualismo al no tener representante…) se fraguó en su infancia?

Todos los rasgos de la personalidad de Ricardo, los buenos y los menos buenos, proceden de sus primeros años. Entre los siete y los quince forja una forma de entender el mundo, las relaciones y la vida muy particular. Arias se hizo a sí mismo. En todos los sentidos. No tuvo más remedio.

¿Cómo rememoraba Arias los hechos que ibais recordando (su lesión a los 16 años, jugar con su ídolo Claramunt, el incidente de la bota que le lanza a la cara a Marcel Domingo, el corte de mangas al público…)?

Con la mirada brillante, con la piel de gallina, sintiendo como si volviera de pronto a Benimar, Mestalla o Heysel. Ricardo es todo corazón, le parieron así.

Llama la atención el apoyo que recibe Arias nada más aterrizar en el vestuario del Valencia por parte de los pesos pesados del mismo (Claramunt, Cerveró, Saura…) y también que Ricardo se convirtiera en el mejor amigo de Kempes, una pareja formada por un futbolista recién subido del filial y una figura mundial. Llama la atención, decimos, sobre todo, si se compara con el fútbol actual con tanto ego, en el que futbolistas veinteañeros que no han empatado con nadie se creen los reyes del mambo.

Era otro fútbol, con otros valores. Y, lamentablemente por la etapa que nos toca vivir, otro Valencia. Una de las grandes enseñanzas que deja el libro es la importancia que tiene para jugadores como Ricardo el Valencia como legado. Ese respeto, esa veneración al club que él aprendió de Claramunt o Cerveró y que trató de inculcar en chavales como Camarasa, Giner, Voro o Fernando. La relación de Ricardo y Mario fue tan especial porque eran y siguen siendo almas gemelas. Tienen muchísimas cosas en común.

En el libro optas, sobre todo cuando Arias llega al primer equipo, por dejar a un lado su vida personal (más allá del reencuentro con la familia argentina, algunos fallecimientos y sus hijos), y también la nocturno-festiva y la relativa a sus relaciones. ¿Fue una decisión intencionada? ¿Te lo pedía el libro?

No quería escribir una biografía polémica, amarilla o rosa. Esa era la primera premisa. El respeto al protagonista. Hay muchas cosas que me guardo para mí porque sabía que Ricardo jamás hubiera aceptado que las pusiera negro sobre blanco. La pretensión era contar, sobre todo, sus orígenes y lo que le costó llegar al primer nivel. Él es un enamorado de València y le encantaron esos primeros capítulos en los que la ciudad es un personaje más. Entendí que esa debía ser la línea del libro. Arias fue leyendo cada capítulo y no recuerdo que me dijera jamás ‘quita esto’ o ‘pon esto’.

¿Cuánto hay en el libro, también, de reivindicación de profesionales como Mestre o Pasieguito, menos mediáticos, pero imprescindibles para los clubs?

Mucho. Porque Ricardo quería que en su biografía quedaran a la altura que merecen. Esos dos que nombras son dos de sus padres deportivos y dos figuras esenciales en su llegada al club -Mestre- y consolidación como libre -Pasieguito-. Ambos forman parte de la historia del club. Con mayúsculas.

¿Cómo pudiste compatibilizar todo el proceso de documentación, redacción… del libro con tu día a día laboral, teniendo en cuenta que se intuye un trabajo que en algunos momentos podría amenazar con ser infinito? El hecho de coincidir, en tu vida profesional, un relato sobre el Valencia de otras épocas y la realidad del Valencia actual, ¿crees que interactuó de alguna manera tanto con el libro como con tu trabajo?

El Valencia repite éxitos y errores de forma cíclica. Es curioso. En su historia se intercalan momentos de gloria y etapas de crisis económica motivadas por decisiones erróneas y gestiones deficientes como la actual. Mucho de lo que aprendí estudiando al club que acabó bajando a Segunda en 1986 me sirve para entender lo que está pasando ahora con Peter Lim. La única forma que encontré de compatibilizar el libro con la radio fue trabajar de día y escribir de noche. He dormido muy poco en 2020.

Aunque en el propio libro ya te agradece el trabajo realizado, ¿cuál fue la reacción de Arias al leer su versión definitiva?

Lloró de emoción. Él y su hija Irene. Y esa es una sensación de plenitud que me quedará para siempre. Yo quise ser Arias durante muchos años… pero no llegué a ese nivel como jugador. Al menos, conseguí ser el escritor de su biografía.

¿Cómo ves el panorama editorial en torno al Valencia? ¿Crees que con el centenario se dio un empujón, pero aún quedan muchas historias por escribirse? ¿Sobre quién o qué te gustaría poder leer un libro?

Ha crecido el caudal creativo porque hemos tenido grandes maestros y referentes como Alfonso Gil, Luis Furió, Paco Lloret y Rafa Lahuerta. ‘Libre’ y otras obras demuestran que el Valencia tiene relato, está ahí, en las entrañas de los que han sido héroes de Mestalla. Solo hay que rascar un poquito. Me encantaría que alguien ahondará en la historia de Don Vicente Peris. Empezó de botones y acabó siendo uno de los ejecutivos más importantes que ha tenido Mestalla en un siglo.