Manuel Turégano (Albacete, 1955). Editor de Contrabando.
¿Somos los que leemos?
Literalmente, no. Si uno va a la guerra o nace en el Congo, seguro vivirá experiencias que conformarán su vida mucho más que cualquier otra cosa. Pero es cierto que existe un (¿pequeño?) número de personas para las que la lectura ha sido su experiencia más determinante. La lectura les ha cambiado la vida, y viven en ella mucho más a gusto que en ningún otro sitio. Leer es una forma de conocer y de gozar capaz de llenar una vida. Ciertas lecturas, incluso, nos hacen mejores. Pero, seguramente, se puede vivir y ser feliz sin leer una sola letra.
Un libro de tu infancia:
Miguel Strogoff, de Julio Verne. Aún puedo recordar las emociones que experimenté con siete u ocho años, tumbado en la cama, en las siestas interminables de agosto, al sentir los peligros y angustias que vivía el correo del zar para llevar su mensaje. ¿Cómo unas letras escritas en un papel, sobre un mundo tan lejano y desconocido, podían llegar a sobrecogerte de esa manera e incluso despertar odios y tristezas de esa magnitud?
Un libro de tu adolescencia:
La metamorfosis, leída a los dieciséis años, junto a una pequeña biografía de su autor, me dejaron para siempre encerrado en el laberinto de Kafka. Una frase leída allí ha sido desde entonces mi criterio literario esencial: “Un libro tiene que ser un hacha para el mar helado que llevamos dentro”. Sin eso, no hay verdadera literatura.
Un libro de tu juventud:
Dediqué casi toda mi juventud a intentar, sin éxito, hacer la revolución. Debería citar, tal vez, El manifiesto comunista, que sigue siendo uno de los diez libros más leídos hoy en el mundo. Pero a su vez en esa época comencé a leer literatura hispanoamericana a grandes dosis. Paradiso, de Lezama Lima, fue siempre la cima de aquella montaña llamada boom, a la que Lezama jamás ascendió. También me sedujo Rayuela, de Cortázar, pero la volví a leer 40 años después y me di cuenta de que contaba exactamente lo contrario de lo que yo entendí a mis veinte años.
Un libro actual:
Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Porque narra, espléndidamente, el naufragio y fracaso de mi generación. Cómo fraguamos nuestra ruina con toda la inocencia y la dignidad del mundo. Y cómo podemos sentirnos orgullosos de ello, porque fuimos libres y fuimos valientes, aunque fuéramos ilusos y necios.
Un libro de siempre:
El Lazarillo de Tormes, madre y padre de toda novela moderna, El Quijote incluido. Al menos aquí, en España, nunca saldremos del mundo del Lazarillo, de la crueldad e insidia del amo y de la picaresca del pobre.
Un libro por leer:
El próximo que publique Vila-Matas. Es el proyecto más renovador de toda la literatura española contemporánea.
Un libro que no pudiste acabar de leer:
Son tantos… Uno nuevo y famoso: Ordesa, de Manuel Vilas. Me sonó a impostura desde la primera línea.
Un libro que te gustaría haber editado:
De los muy recientes, Poeta chileno, de Alejandro Zambra, un libro encantador, lúcido, escrito en estado de gracia y, a la vez, crítico y demoledor.
Un libro que te gustaría que existiera:
“Las memorias del verdadero asesino de Kennedy”, para saber una de esas cosas que nunca vamos a saber. Aunque no importe ya en absoluto.
3 cosas que te gustan más que leer:
Desayunar. Empieza un nuevo día.
La siesta. Convierte cada día en dos diferentes.
Viajar. Es otra forma de leer, pero sin un libro delante.