María Fasce (Buenos Aires, 1969) es escritora y editora literaria de Lumen, que este 2020 cumple 60 años.
¿Somos lo que leemos?
Desde luego. Y cuánto más mayores nos hacemos y más hemos leído, los libros que leemos y atesoramos nos definen cada vez con mayor precisión.
Un libro de tu infancia:
Mujercitas, de Louisa May Alcott. Por el descubrimiento de Jo March, un personaje más real que ninguna mujer a la que yo pudiera tomar como modelo. Jo me hizo querer cortarme el pelo al ras y venderlo por solidaridad y escribir en una buhardilla. No me corté el pelo ni tuve una buhardilla, pero escribí varios libros.
Un libro de tu adolescencia:
Ficciones, de Jorge Luis Borges. Borges me enseñó la sensación física que puede producir la prosa, una particular combinación de palabras dentro de una historia (lo mismo que deslumbró a García Márquez) y la emoción de descubrir mundos fascinantes que están en éste, sin moverme de un sillón. Releo este libro al menos una vez al año. Borges siempre es mejor que el recuerdo de Borges.
Un libro de tu juventud:
Madame Bovary, de Gustave Flaubert. Yo era Emma Bovary: romántica, cursi, incorregiblemente insatisfecha. Sólo me faltaba suicidarme. Recuerdo como si fuera ayer ese verano, la firme voluntad de no leerlo todo en una tarde, para que el libro me durara más. Flaubert me hechizaba no sólo con su heroína y su historia, sino también con su estilo: la precisión de cada frase, ese narrador insólito… Después de Borges, fue el segundo autor que estudié para aprender a escribir, como un aprendiz de mago que mientras disfruta del truco de magia mira qué hace el mago con las manos.
Un libro actual:
La muerte del comendador, de Haruki Murakami. Murakami es el mago de la literatura actual: el que más arriesga, el que puede ser a la vez infantil y profundo, ingenuo y sofisticado. Solo hay una autora de la que espero su nuevo libro con igual voracidad: Elena Ferrante (a quien además tengo la felicidad de publicar –su nuevo libro, La vida mentirosa de los adultos, sale en Lumen el 9 de junio)
Un libro de siempre:
La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares. Borges dijo de esta novela: “no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta”. La lees o relees en una tarde que se convierte, de inmediato, en una tarde perfecta.
Un libro por leer:
Iluminada, de Mary Karr. Está en mi mesita de noche, como un gran banquete que me espera. Presiento que pertenece a la familia de mi querida Lucia Berlin y su Manual para mujeres de la limpieza.
Un libro que no pudiste acabar de leer:
Muchos. Nunca sigo leyendo un libro que dejó de interesarme a las pocas páginas, hay demasiados libros buenos. No pude acabar de leer El castillo de Kafka. Prefiero la intensidad inolvidable de La metamorfosis y de sus cuentos.
Un libro que te gustaría haber editado:
El mapa y el territorio, de Michel Houellebecq. Es un clásico a la altura de Balzac. Un libro en el que está todo, todo Houellebecq pero también todo, a secas. Su novela más conmovedora, con las reflexiones más lúcidas sobre los temas más diversos: el nacionalismo, la arquitectura, la pintura, la eutanasia, el amor y la vida. El único libro de Houellebecq con el que he llorado. Si hubiera que rescatar de un incendio un solo libro del gran Houellebecq (“la piedra en el zapato de todos los escritores franceses”, como lo definió Carrère) sería éste.
Un libro que te gustaría que existiera:
Puestos a pedir, una novela escrita por mí que mereciera estar en el mismo estante de una biblioteca junto a los libros que acabo de citar.
3 cosas que te gustan más que leer :
Conversar con mi hijo, bailar tango y hacer el amor (no siempre en este orden).